En una carta dirigida a los parlamentarios de la concertación que titulan ¿Democracia clientelista o democracia de los ciudadanos?, plantearon que si no se enfrenta decididamente el tema de la probidad política en el Estado, los escándalos se repetirán eternamente. La existencia de proyectos concursables administrados por algunas personas de dudosa honradez, aumenta las probabilidades de que los recursos no lleguen al destino para el cual fueron asignados. No todos son santos y con vocación de servicio público y resguardo del interés general de los ciudadanos.
El tema de la probidad es, a modo de ver de los parlamentarios, mucho más profundo. A su juicio la valoración de cada autoridad no depende de cómo ejecute las funciones propias de su cargo, sino de la capacidad para conseguir proyectos estatales concursables, que pueden ser de carácter local, regional o nacional que les posibilite una asignación o espacio para desarrollar o imponer sus intereses. La posibilidad de tener éxito en la petición depende del concejal, alcalde, gobernador, diputado, senador o ministro. Como la mayoría de la gente ignora a quién acudir ante sus necesidades, termina con más frecuencia en los diputados o senadores, cuya función es muy diferente de este mercado clientelista.
En este sentido, aclararon que si nuestra democracia marchara correctamente, los parlamentarios debiéramos ser legisladores, fiscalizadores, servidores del interés general y, sobretodo, orientadores de la opinión pública. Para eso hemos sido elegidos y en eso consiste nuestro mandato.
El problema es que el clientelismo no está lejos del populismo y rebaja al ciudadano a la calidad de consumidor sujeto a las normas de un mercado injusto y depredador que confunde necesidades con aspiraciones. Para los parlamentarios las semanas distritales terminan fomentando estas prácticas.
Aclararon que si la Concertación no sabe reinventarse constantemente, innovar en propuestas y contenidos, renovar las vocerías, en definitiva, si hacemos de la política una profesión, sin entender la transformación y el cambio como instrumentos de una nueva política, el ejercicio del poder se transforma en un ente vacío que solo sirve para satisfacer ambiciones personales en perjuicio de los principios fundantes de esta coalición, vale decir, la justicia social, la democracia y la libertad.
En vista de estos antecedentes Enríquez-Ominami, Sule, Alinco y Espinosa hicieron un llamado a todos los parlamentarios, antiguos y nuevos, a revisar este sistema clientelista que se ha ido imponiendo producto de una concepción equivocada de lo que es la labor de un legislador.
Para mejorar todas las imperfecciones que tiene el sistema gubernamental chileno, diputados de la concertación, entre los que se cuentan los firmantes de la carta, han puesto especial atención en la transparencia que debe guiar la función pública y en el transcurso de este año han presentado una serie de proyectos de ley e iniciativas tendientes a articular un sistema que refuerce la probidad administrativa los que a continuación indicamos
Los parlamentarios concluyeron que ahora más que nunca se hace necesaria una reestructuración del sistema de gobierno que nos rige. Terminar con la excesiva concentración del poder que genera el sistema presidencialista y pasar a un régimen que otorgue a la función parlamentaria su verdadero sentido.
Por Yelka Catalán
Valparaíso, 7 de diciembre 2006
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