Tal situación ha significado para algunas mujeres una disyuntiva: ¿Me acuesto con él o no?, ¿qué pensará de mí si lo hago? Puede creerme una chica fácil? Y si no acepto, ¿me considerará una tonta, fuera de moda? ¿Cuánto debo esperar, o no debo esperar nada y meterme en la cama con él y cerrar la noche con broche de oro? ¿Qué hacer? ¿Qué sería lo mejor para mí?
Preguntarse si una debe acostarse con un desconocido, y en qué momento, es absolutamente lógico, sobre todo cuando no tenemos claro lo que realmente pretendemos. Y esto cambia las cosas. Hay mujeres quienes buscan una simple aventura y otras, por el contrario, desean iniciar una relación que perdure. Sea una u otra variante, lo mejor es no precipitarse. Conocer a un hombre con el cual te acuestas cinco horas después, es correr algunos riesgos que analizaremos en detalle.
Lo primero y más importante sería usar el condón para evitar la posibilidad de un embarazo y la de cualquier infección de transmisión sexual. Un notable porcentaje de hombres y mujeres contagiados con el VIH/Sida, ha sido de esta manera ocasional.
Por otro lado, está la necesidad de un conocimiento elemental. Es importante detenernos en esto: puedes conocer a una persona realmente cuando tienes la manera de verificar los datos que te está ofreciendo acerca de su manera de pensar, trabajo, amistades, familia, estado civil, etc.
Y puedes conocer a un hombre de manera figurada cuando te cuenta su guión pero tú le crees y no tomas la precaución de comprobar cuanto hay de verdad o mentira en sus confesiones.
Muchas mujeres pecan de esa ingenuidad. Creer a pie juntillas todo lo que le dice el desconocido, quien incluso muchas veces se cambia hasta el nombre para enmascarar una aventura extramatrimonial.
Claro que alguien puede preguntarse con mucha lógica: ¿cuál es la diferencia de acostarse el primer día o tres después? Considero que existe una diferencia sustancial.
Si hay interés por parte del desconocido, insistirá en localizarte y mientras más tiempo corra, mayores posibilidades tienes de conocer cuáles son sus reales intenciones, en cuanto a saber si coinciden con las tuyas.
Sobre este asunto las investigaciones reconocen que llegar a la cama durante la primera cita, garantiza con gran frecuencia el más rotundo fracaso.
Según un estudio publicado por el sitio www.terra.mujer.es las tres cuartas partes de las mujeres que deciden acostarse en la primera cita, luego se preguntan si habrá otra o no. Las eternas esperas pegadas a un teléfono que no suena con la llamada que deseamos.
Muchas veces todo queda ahí: en un buen o mal recuerdo. Si resulta lo primero, no salimos dañadas, cosa que sucede generalmente cuando ocurre lo segundo.
Otro aspecto sustancial es que las mujeres no consiguen alcanzar al orgasmo al menos en la mitad de esos encuentros sexuales, cuestión que las hace sentir resentidas hacia los hombres; empequeñecidas por no haber despertado una necesidad de continuación en el otro o culpables por su incapacidad para disfrutar el placer de una relación coital fortuita.
¿QUÉ HAGO YO EN ESTA CAMA
La realidad que muestran otros datos es que la mayoría de las mujeres se inclinan por ilusionarse en la primera cita, en cuestión de breve tiempo son capaces de involucrarse emocionalmente, y cuando todo acaba ahí, terminan por sentirse muy decepcionadas.
A nadie le gusta fracasar, pero cuando una cita es de a dos, la otra persona puede tener intereses muy distantes de los nuestros.
Los hombres muchas veces en estas cuestiones son más prácticos: una discusión casera, un mal día en el trabajo, y salen en busca de alguien con quien pasarla bien simplemente.
Una se puede ilusionar porque las ilusiones no están prohibidas y son lindas, pero hablando francamente al no existir ningún compromiso por ambas partes, el grado de implicación en el placer del otro es mínimo. El hombre tiende en esos lances a buscar el placer por el placer, y no pocas veces ni siquiera se preocupa de que ella también lo disfrute y logre orgasmar.
Una amiga un día me confesaba que lo más frustrante no es que no lo veamos más, sino el egoísmo de algunos varones cuando están en la cama. Ese egocentrismo que los lleva a penetrar y terminar casi de inmediato, como el más inexperto adolescente con eyaculación precoz.
No quedan ánimos, decía, ni para defender el derecho al más elemental placer, decía. Este es otro gran riesgo que se corre cuando tenemos sexo con un desconocido.
Como las mujeres dependemos mucho de las habilidades masculinas, de su interés por esperar nuestra excitación y de contribuir a lograrla, tendemos a perder en estos juegos de seducción de una noche.
Nuestra respuesta sexual es más lenta que la del hombre y desde nuestra anatomía no es posible competir con un hombre que de solo vernos desnudas, puede lograr una erección y una excitación adecuadas.
CON ESTE HOMBRE?
Otro aspecto que nos distingue del sexo masculino es que generalmente somos más románticas. Así nos educaron. Esta condición tiende a complicar las cosas. Muchas veces las mujeres aceptamos esas aventuras con un grado de optimismo inusual al pensar en que puede convertirse en algo especial que se prolongue. Fantasear de esa manera es como pisar huevos.
Si no eres de las mujeres capaces de ser más práctica y tener conciencia exacta de lo que estás haciendo y de lo que cabe esperar, con mayores razones no debes aceptar un encuentro íntimo la primera noche. Es preferible tener paciencia y hacer tiempo para ver si se producen cambios favorables por parte de él, signos que demuestren que eres algo más que una pareja fugaz.
No dejarse tentar por una prometedora noche de placeres, significa evitar importantes riesgos. Y protegerte emocionalmente.
Si él queda enlazado, no va a desistir porque no hubo intimidad. Quizás resulte lo contrario. A todo el mundo le agrada alcanzar lo difícil, la cima más alta, lo que cuesta mayor esfuerzo. Eso es un reto y a los humanos nos encantan los retos.
Por: Aloyma Ravelo de Revista Mujeres
Santiago de Chile, 30 de enero 2006
Crónica Digital , 0, 274, 8