La llamada Guerra de los Seis Días fue la reafirmación del carácter guerrerista y expansionista del entonces joven Estado, que en apenas una semana usurpó más de 60 mil kilómetros cuadrados de territorios vecinos y provocó la muerte de más de 20 mil personas.
Entre el 5 y el 10 de junio de 1967 tropas israelíes tomaron por la fuerza la península egipcia del Sinaí, la Franja de Gaza, Cisjordania, Jerusalén Este y los Altos del Golán sirios.
Cinco años de negociaciones entre Tel Aviv y El Cairo pusieron fin en 1982 a la presencia israelí en suelo egipcio, no así en el resto, donde en cuatro décadas las consecuencias de la ocupación militar han sido devastadoras, sobre todo en la Autonomía Palestina.
A finales del 2006 Israel se replegó de Gaza, pero prosiguió el hostigamiento contra la población civil, los asesinatos selectivos, arrestos de funcionarios y autoridades del gobierno y agregó medidas de boicot económico.
La Red de Organizaciones No Gubernamentales Palestinas advirtió que de mantenerse la ofensiva israelí contra la Franja podría desencadenarse una catástrofe humanitaria y sanitaria, ante la carencia de servicios básicos.
El próximo 28 de junio se cumplirá un año de la agresión del ejército israelí contra esa región, que causó la muerte a centenares de palestinos y destruyó la infraestructura civil, incluidos hospitales, escuelas y la única planta generadora de electricidad.
En los primeros cinco meses de 2007 perdieron la vida 126 personas, de ellas 66 sólo en el mes de mayo, para un poco más de cuatro mil 600 muertes desde el inicio de la segunda Intifada, en septiembre de 2000, según estimados de fuentes médicas.
El Centro Palestino de Derechos Humanos dio a conocer que uno de cada cinco palestinos ultimados es un niño, de los que al menos 408 perecieron en los últimos siete años, casi la mitad abatidos en Gaza.
Parias es el mejor apelativo para calificar a los habitantes de Cisjordania, una región de 130 kilómetros de largo por 65 de ancho, donde en los últimos 40 años se construyeron unos 235 asentamientos fijos y móviles en los que viven 450 mil colonos israelíes.
La expansión incesante de estas familias hacia la parte palestina ocupada despoja a los residentes de los recursos naturales esenciales, los confina en especie de ghettos, donde se le prohíbe desplazarse, y son vilipendiados por el ejército y la policía.
Tres meses atrás, el Comité Israelí Contra las Demoliciones de Casas (ICAHD) detectó 549 centros de controles de seguridad y bloqueos (obstáculos) que impiden la libre circulación de las personas, 84 de ellos operados por las fuerzas militares.
Uno de los mayores ultrajes contra el pueblo palestino lo constituye la construcción de un muro de 700 kilómetros, diseñado en el 80 por ciento dentro de Cisjordania.
Una vez concluido aislará alrededor de 60 mil 500 personas, declaró Esteban Beltrán, director de Amnistía Internacional en España.
Más del 10 por ciento de las tierras palestinas de esa región, señala la fuente, quedarán del otro lado de la valla y 31 mil residentes estarán bloqueados por la mole de acero y concreto, con una altura de ocho metros, obstáculos y censores electrónicos.
Otro drama derivado de la Guerra de 1967 fue la emigración forzosa que elevó en aquel momento a 1,5 millones los palestinos refugiados en naciones vecinas, cifra que asciende hoy a más de cuatro millones en países como Siria, Jordania, Líbano, Egipto y otros Estados árabes.
Cuarenta años después de la usurpación son vagos los indicios de un posible acuerdo que permita la retirada de Gaza y Cisjordania por la falta de voluntad de Israel y Estados Unidos de encontrar la paz en la región, dicen expertos árabes.
Las más recientes fórmulas dirigidas a la reconciliación como la iniciativa de paz árabe de 2002 permanecen sobre la mesa ante el empecinamiento israelí de sostener su política y el decidido apoyo estadounidense.
Esa propuesta propone el reconocimiento explícito de todos los países árabes a Israel si éste se retira de las zonas ocupadas en 1967 y acepta el retorno de los refugiados.
Por otra parte, la ruta seguida por el Cuarteto para el Oriente Medio -Estados Unidos, la Unión Europea, la ONU y Rusia- quedó a medio camino por exigencias que van contra los principios del gobierno de la Autoridad Nacional Palestina y nada indica su nueva puesta en marcha.
Varias voces se levantaron en los últimos días para recordar la efeméride como la de Louise Arbour, titular del Alto Comisionado de la ONU para los Derechos Humanos, quien declaró que el derecho a la vida se sigue violando en Palestina en un clima general de impunidad.
El secretario general de Naciones Unidas, Ban Ki Moon, entretanto, expresó que la evocación de la guerra árabe-israelí de 1967 recuerda que la paz en la región «no puede alcanzarse por la fuerza».
Por Juan Carlos Díaz Guerrero.Periodista de Prensa Latina.
Santiago de Chile, 11 de junio 2007
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