La abanderada oficialista concentró en Santiago a unas 200 mil personas, cifra similar a la lograda por el presidente Ricardo Lagos en el cierre de la campaña de 1999, y casi el doble de los previsto por su comando de campaña.
Portando banderas, lienzos y poleras (camisetas) con el nombre de la candidata, los miles de simpatizantes -en su mayoría jóvenes- dieron un gran colorido y entusiasmo a la concentración, con consignas y cantos de marcados tintes populares.
A pesar de dificultades con el audio, los participantes disfrutaron hasta el delirio las actuaciones de los destacados cantantes españoles Ismael Serrano, Ana Belén, Víctor Manuel y Miguel Bosé, y las agrupaciones nacionales Saiko, Santo Barrio y Difuntos Correas.
Identificada con el espíritu que partía de la impresionante multitud, estimulada por la solidaridad expresada por los exponentes hispanos hacia el mundo progresista chileno, Bachelet pareció hacer un guiño hacia los hasta ahora postergados sectores de la izquierda.
Con sentidas palabras agradeció en su discurso final a los miles asistentes y, especialmente, a los artistas chilenos y españoles que vinieron a apoyarla, en un momento que puede ser definitorio para Chile y su inserción en las corrientes integradoras que vive la región.
La médico socialista, hija del general de la Fuerza Aérea Alberto Bachelet, asesinado por sus propios compañeros de armas por oponerse al sangriento golpe de 1973, se refirió a los difíciles momentos que vivió junto a su familia durante la dictadura militar.
Con sentidas palabras, rindió un homenaje a «todos los que cayeron en esa tragedia», y tuvo un especial gesto de gratitud para el Cardenal Silva Henríquez y la extinta presidenta de la Agrupación de Familiares de Detenidos Desaparecidos, Sola Sierra.
Tras identificarse con los anteriores gobiernos de la Concertación, hizo un llamado a la unidad e invitó a todos los chilenos a sumarse a su proyecto político. «Nadie merece ser pobre y todo ciudadano tiene derecho a un trabajo digno», apostilló.
«Mi gobierno será igualitario, de las y los mejores. Diré lo que pienso y haré lo que digo, palabra de mujer», sostuvo Bachelet en medio de entusiastas aplausos.
En tanto, a la misma hora pero a 120 kilómetros de distancia, el candidato de la Alianza, Sebastián Piñera, se dirigió a sus partidarios desde la Plaza de la Victoria en Valparaíso, desde donde cuestionó la capacidad de los partidos de la Concertación para seguir gobernando.
El abanderado de la extrema derecha opositora fue particularmente crítico, como ha sido la tónica de toda su campaña, con la incapacidad de los gobiernos concertacionistas para enfrentar los grandes retos de la sociedad: desigualdad, desempleo, delincuencia, educación y salud.
«Los chilenos nunca más van a estar solos», destacó tras subrayar «que llegó el momento de empezar a cambiar la historia de millones de compatriotas con una alternancia en el poder.
Prometió que va a trabajar para cumplir los compromisos adquiridos y aseguró que creará un millón de nuevos empleos y derrotará la delincuencia en el país.
«Quiero ser el Presidente que le devuelva la dignidad a los adultos mayores, que logre derrotar la pobreza, que le haga justicia a las regiones postergadas, que ponga de pie la agricultura de nuestro país», aseveró ante una concurrencia de unos 12 mil adherentes.
Bachelet, ex ministra de Salud y Defensa, saca al multimillonario empresario una ventaja que oscila entre el cinco y el 11 por ciento. De confirmarse las encuestas, el domingo deberá convertirse en la primera mujer en ser elegida Presidente de Chile.
Santiago de Chile, 13 de enero 2006
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