De acuerdo con sus conclusiones, el estudio afirma que Chile es un país de fe donde no sólo se cree en Dios, sino también en el Diablo y muchos otros de los conceptos asociados a la cultura judeo-cristiana.
Sin embargo, creer no siempre es hacer. Más de la mitad de los consultados reconoce ir raramente o nunca a algún templo y el 79 por ciento admite no hacer el aporte regular solicitado por su magisterio, señala.
De todas las religiones, el catolicismo sigue siendo mayoritario. De los encuestados, el 64,7 por ciento profesa esta religión. Le siguen evangélicos/protestantes (13,8) y no creyentes (6,3). Más atrás se ubican mormones, judíos, musulmanes y testigos de Jehová.
Un denominador común de todos los credos -afirma El Mercurio- es la convicción de que en Chile se discrimina a la gente que vive de acuerdo con su doctrina y la diferencia en este factor no se da por religión, sino por clase social.
Mientras en el sector de altos estratos sociales es minoritaria (22,2 por ciento), en el grupo socioeconómico bajo, más del 60 cree que existe discriminación religiosa.
La diferencia por estratos socioeconómicos también se hace presente en la caracterización por culto. Si el catolicismo es una de las religiones más transversales, hay otras como el judaísmo que se concentran en el sector alto.
En cambio, los evangélicos/protestantes y mormones no aparecen representados en ese segmento.
En cuanto a la religión y su relación con la política en Chile, el diario afirma que «van juntos, pero no revueltos».
Aunque se declara agnóstica, la presidenta Michelle Bachelet prometió tolerancia y respeto a todos los credos religiosos. De hecho, una de sus primeras actividades públicas fue asistir a una ceremonia evangélica para pedir por el éxito de su mandato.
La aproximación, resultado de su planteamiento de un gobierno ciudadano, es coherente con los resultados de la encuesta, en la cual el 58,3 por ciento de los consultados afirmó que prefería un gobierno cercano a la religión y a sus líderes.
A pesar de estos resultados, casi la mitad de los sondeados no se siente identificado con ninguna tendencia política (47,6) y de la otra mitad, la mayoría se declara partidaria del gobierno (29,5), aunque según el estudio, «no se debe confundir cercanía con intromisión».
Sólo el 36 por ciento de los católicos consultados considera que la Iglesia debe opinar sobre temas políticos y en temas valóricos el 77,5 de ellos está a favor de que la Iglesia permita el uso de los anticonceptivos, mientras un 72,4 porque apruebe el divorcio.
Estos datos superan incluso la percepción no católica sobre el tema, ya que los encuestados de otras religiones son menos críticos y, aunque están por permitir ambas opciones, lo hacen en un porcentaje menor.
En lo que coincide la amplia mayoría de católicos y no católicos (91,2) es que la Iglesia debiera abordar más abiertamente los problemas de abuso sexual a menores por parte de sus sacerdotes.
Si de poner nota se trata, la participación de la Iglesia católica recibe las peores evaluaciones respecto de temas como «derecho a morir» (4,7) y aborto (4,9). La mejor nota la alcanza en materia de Derechos Humanos, con un 5,3.
La encuesta fue realizada por El Mercurio – Opina S.A. a mil personas en las 34 comunas del Gran Santiago.
Santiago de Chile, 2 de abril 2006
Crónica Digital/PL , 0, 191, 19