El ministro de Hacienda, Andrés Velasco, señaló que esta medida era necesaria para financiar el programa social de Michelle Bachelet, en especial a lo referido a mejorar las pensiones mínimas.
Como sabemos, la recaudación fiscal recae principalmente en los impuestos indirectos, que gravan al consumo, siendo el más importante el IVA que explica casi el 50 por ciento de toda la recaudación que hace el Estado para financiar su operación anual. Este impuesto grava mucho más fuerte en términos relativos a aquellos grupos que destinan la mayor cantidad de su ingreso al consumo, es decir, a los más pobres. Por otro lado, el impuesto a la renta de las empresas sólo aporta el 17% de la recaudación.
En otras palabras, los más pobres de este país terminan financiando al aparato estatal o lo que es peor, los pobres se financian a sí mismos.
Esto de justificar el alza de las pensiones con la mantención del IVA en el 19%, no es sino una manera de repartirse la pobreza entre los pobres. Son los pobres quienes financian su salud, sus pensiones y su educación. Y como los pobres son pobres, pobre es la educación que se pueden financiar, pobres sus pensiones y pobre la salud que reciben.
Ahí está la respuesta a la crisis de la salud, de la educación y de las pensiones. Como los ricos no se hacen cargo sino de financiar sus elevados niveles de vida, no nos podemos extrañar de las malas condiciones que afectan al 90% de los chilenos.
Sistemáticamente las políticas públicas de la Concertación, en especial las tributarias, como casi una constante, están agudizando la desigualdad en nuestro país. Recordemos que el alza en el IVA, prometida como transitoria, de un 18 a un 19% se fundamentaba en la pérdida de recaudación producto de la firmas de los TLCs con EEUU y Europa, pérdida estimada en más de 430 millones de dólares. Tratados Comerciales que benefician exclusivamente al 1% de las empresas, las más grandes nada más.
La intención decidida del gobierno de Bachelet de mantener el IVA en el 19% (desconociendo el compromiso de la Concertación de bajarlo al 18) se esconde cínicamente bajo el compromiso de la entonces candidata de mantener inalterada la estructura tributaria. Al agravante de asegurarle a los dueños del capital que seguirán ganando a manos llenas, se agrega el chantaje de exigir mantener la carga sobre los pobres si es que queremos que los viejos tengan pensiones un poco menos exiguas y miserables de lo que ya son y seguirán siendo.
Por Marcel Claude. El autor es economista y director de la Fundación Oceana. Colaborador de Crónica Digital.
Santiago de Chile, 18 de abril 2006
Crónica Digital
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