LA GUERRA DEL PDC CONTRA VENEZUELA

Nadie ignora la convergencia de propósitos estratégicos en política global que sostiene la Casa Blanca con la Internacional Demócrata de Centro (IDC), que preside José María Aznar y es continuidad de la Internacional Demócrata Cristiana. Su sección regional es la Organización Demócrata Cristiana, que encabeza Gutenberg Martínez, ex presidente de la Cámara de Diputados y del PDC chileno.

Además, Martínez es esposo de la actual presidenta de la colectividad, Soledad Alvear, ministra de Relaciones Exteriores en el Gobierno de Ricardo Lagos.

En el Hemisferio Occidental, esa convergencia es la continuidad histórica del respaldo que Estados Unidos otorgó en el pasado a la Democracia Cristiana como una alternativa a las opciones de carácter socialista. Esto se manifestó con una brutal consistencia en el enfrentamiento a la izquierda chilena en 1964 y durante el Gobierno de la UP, así como en el respaldo a la contrainsurgencia en el régimen de Napoleón Duarte en El Salvador, en circunstancias de guerra civil, o al primer Gobierno de Rafael Caldera en Venezuela.

En aquellos dos últimos casos, el apoyo estadounidense se tradujo, incluso, en el envío de “asesores de inteligencia”, como el terrorista de origen cubano, Luis Posada Carriles, un ex agente de la CIA que trabajó al servicio de la Democracia Cristiana venezolana, agrupada en el partido COPEI, y luego apareció implicado en hechos como el asesinato de Orlando Letelier, el ataque a una nave de Cubana de Aviación y el escándalo “Irán–Contras”.

En el período reciente, esta convergencia se ha continuado desarrollando. En el caso de América Latina, con ejes claves como la persistencia en el estrangulamiento a Cuba y el enfrentamiento al “populismo”: es decir, los Gobiernos que se aparten del sometimiento a los Estados Unidos y a una sujeción ortodoxa al paradigma neoliberal, a pesar de sus indudables credenciales democráticas.

CONCLAVE ANTICHAVISTA

La guerra de la ODCA contra Venezuela ha tenido múltiples expresiones. Sin embargo, una de sus expresiones públicas más desembozadas ocurrió en octubre del 2003, para la II Conferencia de Líderes y el 17º Congreso de la Organización, la cual fue realizada en Caracas en medio de una enorme cobertura mediática local.

En los eventos participaron los presidentes y secretarios de relaciones internacionales de 33 partidos de 26 países de la región, incluyendo el PDC de Cuba, con sede en Miami y cuyo elenco dirigente registra en su trayectoria histórica un destacado protagonismo en la invasión de Playa Girón, como operadores remunerados de la CIA. Su fundador, José Ignacio Rasco, integró el Frente Democrático Revolucionario (FRD) y luego el Consejo Revolucionario, creados por la Agencia para dar cobertura política al operativo.

El encuentro, desarrollado en el Hotel Eurobuilding de la capital venezolana, contó con la participación del ex Presidente de la República de Chile y hoy presidente del Senado, Eduardo Frei Ruiz–Tagle.

El sábado 25 de octubre de 2003, Gutenberg Martínez hizo el discurso inaugural de la Conferencia de Líderes. Manifestó que “Venezuela hoy vive tiempos de polarización e incertidumbre”. En una tácita alusión al Gobierno de Chávez, se refirió al “populismo que corroe las democracias” y cuestionó a “los falsos izquierdistas que se ocultan en Gobiernos populistas, (que) no son respuesta y conducen al fracaso y al deterioro de la convivencia y de las democracias”.

En su Informe Político al Congreso de la ODCA, Martínez también se refirió al “flagelo político” del “populismo irresponsable”, el que “se constituye en torno a personalismos autoritarios que nada solucionan”.

El Congreso concluyó con la reelección de Gutenberg Martínez en la presidencia. Y con una Declaración sobre Venezuela, solidarizando con la oposición, especialmente con los partidos COPEI, miembro titular de la ODCA, y Convergencia, integrante en calidad de observador.

Una vez concluido el evento de ODCA, la antichavista Maruja Torre señaló en el diario “El Universal” que “no fue por casualidad” que esta organización se reunió en Caracas, puesto que, “expresamente”, pretendió “demostrar con su presencia su solidaridad con nuestra lucha”… Indicó: “Muchas veces me he impacientado con la excesiva prudencia de Gobiernos vecinos y organismos internacionales. Pero en la Conferencia de ODCA nos sentimos acompañados”.

Por esto, agregó, imaginaba a Gutenberg Martínez y Eduardo Frei presentes en “la toma de posesión del Gobierno que reemplace a Chávez”. Los soñaba –dijo– en primera fila, como invitados especiales.

Un detalle significativo: a pesar de los quejumbrosos lamentos democristianos respecto de los “populismos autoritarios”, esos que “corroen las democracias”, el encuentro de la ODCA en Venezuela no fue molestado en lo más mínimo por el Gobierno. Al revés: contaron con todas las garantías oficiales. De hecho, allí existía y existe pluripartidismo (el COPEI tiene existencia legal), en un contexto de elecciones periódicas y alternancia en el Gobierno, y de ejercicio de las libertades de prensa y expresión (la mayor parte de los medios de comunicación son opositores y no tuvieron problema alguno para cubrir este evento de la ODCA).

EL RESPALDO AL GOLPE

Nadie dudó en Venezuela que este evento internacional tuvo la pretensión de influir en sus pugnas políticas internas. De hecho, la Conferencia de Líderes se transformó en una manifestación opositora, con la presencia de más de mil militantes del COPEI. Y fue inaugurada por el presidente de esa colectividad, Eduardo Fernández, quien formuló un llamado a la ODCA a profundizar sus esfuerzos por poner fin al Gobierno de Chávez.
Poco antes, Fernández había manifestado al diario “El Universal” que el encuentro tenía “un significado especial de solidaridad” con los antichavistas. “El caso de Venezuela será analizado de manera especial”, explicó.

La invitación oficial a la Conferencia y el Congreso decía que se analizarían los “nuevos peligros” para la democracia como el “populismo”, caracterizándolo como un “proyecto que deteriora a las sociedades y frustra los ciudadanos”. Estaba firmada por Gutenberg Martínez y Eduardo Fernández, y por el secretario ejecutivo de la ODCA, el también chileno Francisco Jara. Y fue divulgada en Venezuela a través del sitio en Internet de los opositores que organizaban el Referéndum Revocatorio.

A esas alturas, ya había antecedentes contundentes que mostraban que el COPEI había participó en el frustrado golpe de Estado de abril del año anterior. El breve Presidente de facto, Pedro Carmona, militó en las filas de esta colectividad. Y en su gabinete habría asumido como Canciller el abogado José Rodríguez Iturbe, un estrecho colaborador del mencionado Eduardo Fernández, que había sido presidente de la ODCA.

En los días anteriores al golpe, Fernández se encontraba en Madrid, cuando Aznar aún encabezaba el Gobierno español, y volvió a Caracas pasando por Washington. Después, realizó una gira por el país hispano, acompañado por Rodríguez Iturbe.

Poco antes del golpe, la ODCA realizó en Caracas un seminario y en febrero de ese año una delegación de la multinacional socialcristiana viajó hasta Washington, integrada por Gutenberg Martínez, su vicepresidente para el área andina; Edgar Mora, del COPEI; y el cubano anticastrista Rafael Sánchez. Sostuvieron una intensa ronda de encuentros y realizaron, con financiamiento estadounidense, el seminario “Desafíos Democráticos en América Latina y el Papel de los Demócrata Cristianos”: analizaron Cuba y Venezuela.

Un dato adicional: al encuentro de la ODCA en Caracas concurrieron representantes del National Democratic Institute (NDI) y el National Republican Institute (NRI), los que canalizan los fondos de la agencia estadounidense National Endowment for Democracy (NED), cuyo propósito es garantizar la influencia de los Estados Unidos en el mundo: desde su formación en la Administración de Ronald Reagan hace en forma “abierta”, lo que la CIA hacía de modo “encubierto” en tiempos pretéritos.

En 1988, contribuyeron generosamente al esfuerzo del PDC chileno, particularmente al entorno de Gutenberg Martínez, para abrir paso a una salida negociada con la dictadura, que dejara intacto el sistema.

Y el “New York Times” informó el 12 de abril del 2002 que estas entidades entregaron unos 550 mil dólares a los autores del intento golpista en Venezuela, del total de cientos de miles de dólares destinados por NED a desestabilizar el Gobierno de Hugo Chávez.

UN ACOSO SIN TREGUA

Una de las resoluciones del encuentro de la ODCA en Caracas fue crear un grupo de “observadores internacionales” democristianos para el proceso de recolección de firmas para realizar un Referéndum Revocatorio. Entre el 27 y 29 de noviembre, la medida se cumplió, con una delegación de 14 personas. De Chile, viajó el diputado Exequiel Silva, vicepresidente de los parlamentarios de la Organización (PARLAODCA).

Era la siguiente operación lanzada contra el Gobierno de Hugo Chávez: promover la organización de un “Referéndum Revocatorio Presidencial”, mecanismo contemplado por la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela. Los ciudadanos podrían ratificar o revocar el mandato del Presidente hasta el 10 de enero del año 2007.

La ODCA apostó a fondo por aquella carta. Una vez que las firmas estuvieron reunidas, resolvieron después enviar 20 “observadores” de la organización, coordinados por el secretario ejecutivo, Francisco Javier Jara. Parte importante eran cubanos anticastristas: el Vicepresidente del Área del Caribe de la ODCA, Rafael Sánchez; el presidente del PDC cubano en Miami, Marcelino Miyares, su vicepresidente Andrés Hernández; el secretario adjunto, Raúl Patterson, y el secretario de comunicaciones, Gerardo Martínez. El elenco se completó con su fundador, José Ignacio Rasco, hoy secretario de relaciones internacionales;

Desde Chile, viajaron el secretario de relaciones internacionales, Tomás Jocelyn Holt; el diputado Exequiel Silva; y Claudio Huepe, quien fue designado embajador en Caracas por el Gobierno de la Presidenta Michelle Bachelet.

A pesar que su participación no estaba reconocida por el Consejo Nacional Electoral, “reconocemos que se nos permitió acceso a los Centros Electorales para realizar nuestra labor y se nos trató con amabilidad”, consignó el cubano Gerardo Martínez en un informe sobre su labor.

El proceso se desarrolló realizado el 15 de agosto de 2004 y el resultado fue favorable a Hugo Chávez, en forma aplastante, y la transparencia del proceso fue reconocida por la OEA y el Centro Carter. Los “observadores” de la ODCA intentaron hasta los últimos momentos en tender un manto de dudas sobre el proceso… Sus objeciones terminaron cuando el propio Gobierno de los Estados Unidos aceptó los resultados.

Sin embargo, el acoso contra Venezuela no terminó con ese nuevo reconocimiento de la legitimidad democrática del Gobierno de Chávez.

En un encuentro de la ODCA efectuado en Lima, entre el 6 y 8 de noviembre del año pasado, se emitió una “Resolución sobre Venezuela”, manifestando “su preocupación por el deterioro de la vigencia efectiva del Estado de Derecho a través de la progresiva limitación de las libertades democráticas de los venezolanos, contraria al espíritu y a la letra de la Constitución y a la Carta Democrática Interamericana”.

Asimismo, exhortó al Gobierno a “abandonar la criminalización de la disidencia” (sic), reiteró “la obligación del respeto irrestricto a la libertad de expresión y la libertad de prensa”, declaró “su preocupación por la militarización de la sociedad y el Estado”, expresó “su rechazo al debilitamiento de la separación de los poderes del Estado y, en particular, de la independencia del Poder Judicial” y manifestó “alarma por la pérdida de la autonomía y el equilibrio del Poder Electoral”.

Por: Víctor Osorio. El autor es periodista y Director Periodístico de Crónica Digital.

Santiago de Chile, 6 de julio 2006
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