Sobre la base de la mayoría de los resultados electorales del año que se despide, es axiomático que las naciones del área avanzan en la búsqueda de un mejor destino para sus pueblos.
Una corriente renovadora de pensamiento social arrastra a los gobiernos de Brasil, Bolivia, Nicaragua, Venezuela, Chile, Uruguay y Argentina hacia nuevos horizontes. Ecuador también enfiló sus alas.
En América Latina existen hoy 220 millones de pobres que no vieron mejoría con las políticas conservadoras. De una población total de unos 550 millones, 100 millones viven con menos de un dólar al día.
Una decena de comicios mostraron en 2006 preferencias por senderos diferentes, a los que en no pocos casos se identifica con el rumbo hacia la izquierda, la que -se afirma- renace después del reacomodo de las cargas tras el derrumbe de la Unión Soviética y el campo socialista.
Sin un modelo único, esa postura política comenzó a rearmarse física y conceptualmente como un virtual rompecabezas, y retorna como bandera de organizaciones, grupos y movimientos, cada uno con su propia filosofía, pero interesados en erradicar la pobreza y la exclusión social.
La ratificación de Luiz Inácio Lula da Silva en Brasil, y la elección de Daniel Ortega, en Nicaragua, y de Rafael Correa, en Ecuador, evitaron lo que algunos politólogos pronosticaron como «el posible inicio del retroceso de las izquierdas en América Latina».
Sin embargo, en Uruguay fue ratificado como fuerza gobernante el Frente Amplio, que agrupa a 28 organizaciones, partidos y grupos de izquierda con diferentes proyecciones, frente a una derecha que exhibe grietas en sus pruebas de fuerza.
Asimismo, Lula se mantiene como uno de los más duros críticos de la propuesta estadounidense para un Tratado de Libre Comercio de las Américas, ALCA.
El 29 de octubre obtuvo la reelección al vencer con creces (60 por ciento de los votos válidos) a su rival socialdemócrata Geraldo Alckmin (39 por ciento), en segunda vuelta de los comicios presidenciales.
Cuando a mediados de año los resultados electorales de Colombia (mayo), Perú (junio) y México (julio) conllevaban a ciertos observadores políticos a augurar el funeral de partidos, organizaciones, grupos y movimientos izquierdistas, en esta región aparecieron arrolladores Ecuador, Nicaragua y Venezuela.
La victoria de Alan García en Perú y Felipe Calderón en México, y la reelección de Álvaro Uribe en Colombia, no devinieron muros para contener la ola antineoliberal en América Latina.
En Nicaragua, el líder del Frente Sandinista de Liberación Nacional recuperó la Presidencia con cerca de 40 por ciento de los votos, y dejó fuera del pastel a dos partidos de la derecha en las justas del 5 de noviembre.
El fracaso de los partidos Liberal Constitucionalista y Alianza Liberal Nicaragüense son parte de la derrota de la política exterior norteamericana en Latinoamérica, dijo la escritora y periodista argentina Stella Calloni al término de la contienda.
La Casa Blanca invirtió más de 13 millones de dólares a favor de sus políticos afines, según trascendió de fuentes confiables.
Si antes era sólo Cuba, hoy no son pocas las naciones que luchan y avanzan en el camino por generar un nuevo consenso global, diferente al de Washington, con programas efectivos de integración y capaces de producir reformas sociales significativas.
En el balotaje ecuatoriano, al cual se lanzó el magnate bananero Alvaro Noboa, multimillonario pronorteamericano, decidió la comprensión nacional de la necesidad enfrentar proyectos y figuras que incumplen con sus ofrecimientos de campaña.
En contraste con el derroche de promesas y dinero de Noboa, la pasmosa irrupción de Correa aplastó los pronósticos de la diplomacia estadounidense, para dar paso a genuinos intereses de los pueblos latinoamericanos, algunos de los cuales aparecen sumidos en el clásico callejón sin salida frente a la pobreza.
En México, donde la Casa Blanca pondera el fin de la marea izquierdista, la duda sobre los resultados de las elecciones del 2 de julio pasado perseguirá por mucho tiempo a sus habitantes, que insisten en denunciar por fraude electoral a Felipe Calderón.
En este minuto histórico para la tierra de los fundadores mayas y los aztecas, nadie se atreve a predecir cuál será el fin de una situación aparentemente descontrolada en el que un amplio sector de la población se niega a aceptar al presidente electo, y demanda la aceptación del candidato izquierdista Andrés Manuel López Obrador.
En Venezuela, las elecciones del domingo 3 de diciembre no dejaron espacio a la duda respecto a la orientación de la mayoría de la población de esa nación sudamericana, que ratificó a Hugo Chávez como presidente con más de 61 por ciento de los votos.
Chávez le propuso a su pueblo continuar con los cambios iniciados en 1999, con mayor acento en el enfoque socialista de desarrollo y los programas de integración regional.
El actual panorama, favorecedor a candidatos progresistas, remarcó la espiral a partir de 2005, cuando tres de las cuatro elecciones celebradas trascendieron como eventos políticos contrarios a los intereses de la derecha.
Excepto en Honduras, donde el 27 de noviembre ganó el derechista José M. Zelaya; en Chile arrasó el 11 de diciembre la socialista Bachelet; en Bolivia, siete días después, lo hizo Evo Morales, mientras en Venezuela Chávez conquistó total poder en el Parlamento.
El resurgimiento de gobiernos de izquierda constituye en esta zona algo más que un hecho fortuito. El programa en el que se ha sostenido la estrategia de las agencias multilaterales como el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial, fracasó en su diseño.
Haití experimenta cambios profundos. Desde febrero pasado, cuando elecciones democráticas llevaron a la presidencia de ese país a René Preval, se diseñan proyectos urgentes para enfrentar las fracturas sociales, el colapso económico y la violencia.
En el transcurso del año, el pueblo fue a las urnas en otras dos ocasiones para elegir el Parlamento y las autoridades municipales, del Sistema Judicial y el Consejo Permanente Electoral.
Con los plebiscitos municipales, locales y legislativos complementarios quedaron fuera los representantes del gobierno provisional de Gerard Latortue, que fueron escogidos en los dos años anteriores por conveniencia y favoritismo, según medios nacionales.
Llámense de una forma u otra, Latinoamérica vive cambios que obligan -más que invitar- una conclusión primaria incuestionable: corren tiempos de refundación y el neoliberalismo pierde terreno.
Las políticas estadounidenses de libre comercio, privatización, incremento de la presencia militar y las intenciones de aislar a Cuba y Venezuela, son desafiadas y rechazadas en el subcontinente.
Ahora, las posibilidades del Mercado Común del Sur (MERCOSUR) y de integración política, económica y social, saltan a la vista.
Diversa pero con flagelos y anhelos que la unifican, la región se traza un nuevo camino: dejarse gobernar sólo por quien represente y dé participación a todos sus estratos. No hay otra alternativa.
Además de las 10 elecciones presidenciales, América Latina efectuó comicios legislativos de medio período en República Dominicana y El Salvador, y sufragios municipales en Paraguay, Perú y Costa Rica.
Para 2007, el mapa político latinoamericano se dibuja a todas luces con un ascenso protagónico de los movimientos sociales y populares.
Quedan pendientes las generales en Argentina.
Carmen Moreno es periodista de la Redacción de América Latina y el Caribe de Prensa Latina.
Santiago de Chile, 28 de diciembre 2006
Crónica Digital
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