Se ha pasado desde una concepción de pobreza centrada en las variables económicas de ingreso o consumo, a una que ha considerado el impacto de la pobreza en múltiples dimensiones de la vida de las personas, razón por la cual hoy se habla de una pobreza multidimensional.
Este es el contexto en el cual muchos niños y niñas de nuestro país viven, haciendo de la relación entre infancia y pobreza, un tema de grandes dimensiones. MIDEPLAN , en los resultados de su Encuesta de Caracterización Socioeconómica (CASEN) del año 2006, plantea la existencia de una desigual distribución de la pobreza por grupos de edad, observándose mayor pobreza en el grupo infantil: en el grupo de 0 a 3 años, 21,9 % y en el grupo de 4 a 17 años, 20,3%.
Lo anterior deja ver que el porcentaje más alto de pobreza e indigencia infantil se da en el grupo de cero a tres años, que es justamente el periodo de desarrollo más sensible a carencias de cualquier tipo (materiales, educativas y afectivas), viéndose comprometido su desarrollo posterior muy tempranamente.
Esto es justamente lo que da relevancia a las intervenciones orientadas a la primera infancia que actualmente el Gobierno está impulsando, pero también a aquellas orientadas a niños mayores que ya no tuvieron la oportunidad de contar con intervenciones de este tipo.
Así, debiéramos tomarnos más en serio los problemas que afectan a la infancia en pobreza, asumiendo que efectivamente es responsabilidad de toda la sociedad. Según lo indica el Consejo Nacional para la Superación de la Pobreza, si se trabaja eficazmente para asumir la problemática de la infancia es posible romper el círculo vicioso de la pobreza, y favorecer el desarrollo de mecanismos protectores en los niños y niñas, ya que estos permiten enfrentar riesgos, superarlos y aprender de ellos.
De este modo, intervenir para promover estos factores protectores en niños y niñas que viven en vulnerabilidad psicosocial es una excelente alternativa para apoyar este desafío, ya que resulta indispensable para que puedan desarrollar su capacidad de resiliencia, que es justamente su capacidad de sobreponerse a la adversidad.
La Corporación CreArte ha sido una gran experiencia en este ámbito, que ya lleva 15 años de intervención promoviendo resiliencia en niños y niñas a través del desarrollo de tres pilares de ésta: creatividad, autoestima y habilidades sociales.
Esta experiencia es la que nos lleva a hacer una invitación: preguntarnos qué puede hacer cada uno de nosotros para contribuir a la superación de la pobreza en la infancia. Para esto es bueno considerar que la mencionada Corporación surgió a partir de la idea de un grupo de personas en una reunión informal de amigos.
Actualmente tiene una metodología formal y específica que busca, a través del arte, fomentar en niños y niñas en vulnerabilidad psicosocial su capacidad de resiliencia (que se entiende como enfrentar y salir airoso de una situación adversa que implique un gran riesgo para la integridad psíquica y/o física de una persona).
Generalmente, no se necesita más que tiempo y compromiso para apoyar a una serie de iniciativas como ésta, que actualmente forman parte de las múltiples organizaciones que existen en nuestro país que trabajan por el desarrollo de nuestros niños y niñas.
Por otro lado, como ésta, pueden surgir múltiples ideas nuevas, buenas y efectivas orientadas a la superación de la pobreza. No es necesario tener los medios económicos o una gran infraestructura para esto, ya que cualquier persona puede impulsar o fortalecer un gran proyecto. Y tú, que vas hacer?
Constanza Baeza Fuentes
Directora de Talleres Corporación CreArte
Psicóloga Educacional
Diplomada en Resiliencia
Santiago de Chile, 25 de noviembre 2007
Crónica Digital , 0, 138, 3