Homenaje a Juan Waldemar Henríquez -«comandante Arturo»
Arturo compa,
A 25 años de tu caída en combate, en lo que hoy se conoce como matanza de Corpus Christi, quisiera recordarte y de alguna manera, testimoniar de tu entrega en aquellos hermosos y terribles años de la dictadura en Chile.
Arturo fue un ingeniero que tenía instrucción militar en Alemania y Cuba, lo que le valió el grado de Oficial al interior del FPMR.
El primer recuerdo que guardo de Arturo es producto de una pura casualidad: en plena clandestinidad le vi pasar, junto a otro compañero, por los campos de Pudahuel. Ellos trataban de hacerse pasar por jóvenes deportistas que solo querían darse un baño en la laguna de Pudahuel. Dorso desnudo, ambos jóvenes, caminaban muy atentos y observando, minuciosamente, los campos que rodeaban la comuna. Tiempo más tarde supe que el verdadero objetivo de aquel paseo era el tendido eléctrico de “Alto de Jahuel”.
La escena descrita más arriba, la pude ver desde mi posición de observador camuflado en los matorrales del sector, Ese día con mi amigo y compañero “Hernán” (Mauricio Cansino quien murió el 14 Diciembre de 1991 en una acción de propaganda de aniversario del FPMR en José J. Pérez con Neptuno), construíamos un barretin o tatú para esconder materiales comprometedores que no debíamos, bajo ningún motivo, guardar en nuestras casas. A pesar de nuestro infatigable entusiasmo, nuestra poca experiencia se hacía notar y avanzábamos laboriosamente en aquella construcción: el terreno estaba muy húmedo y tendía a desmoronarse cada vez que cavábamos la tierra. La presencia de los dos jóvenes deportistas nos molestaba profundamente pues esos territorios de matorrales, de alguna forma, nos los habíamos apropiado para hacer de ellos un punto de descanso y refugio en nuestra labor de guerrilleros urbanos populares.
Tiempo después, en otras circunstancias, le conté a Arturo que le habíamos divisado en esos peladeros. El respondió riendo que, si le hubiésemos dado alguna señal, sin ningún problema, él nos podría haber orientado en la construcción de ese tipo de escondites. También, con mucho orgullo, me contó que, en algunos días, tendría lugar una campaña nacional de corte de luz y que él había contribuido a su preparación. Efectivamente, ahí me di por enterado de la extraña misión que los dos jóvenes deportistas estaban efectuando en los matorrales de Pudahuel y cuya conducta y actitud, Hernán y yo habíamos observado con tanto recelo desde nuestro puesto de vigilancia en aquella tarde de verano de 1987. La anecdótica situación fue motivo de mucha risa y un gran sentimiento de complicidad y fraternidad nació entre nosotros.
El día previsto del apagón, Arturo y otro compañero salieron alrededor de las 18hrs en dirección de San Pablo con La Estrella y fueron hasta donde termina la avenida San Pablo a recuperar un vehículo para aquella misión. En ese lugar y al borde de la ruta existían unos peladeros que habitualmente abrigaban a parejas que acarameladamente se daban al juego del amor. Con el objetivo de llevar a buen término su misión, los rodriguistas se vieron en la obligación de interrumpir a una pareja de enamorados, reduciéndola y pidiéndole que se bajaran del vehículo ya que lo necesitaban para una acción de sabotaje del FPMR contra las empresas que representaban a la dictadura de Pinochet. Los jóvenes se asustaron mucho pero se les hizo entender que no les pasaría nada y que sólo se necesitaba el vehículo por algunas horas y que luego lo dejarían en el barrio. Se les aclaró que eran rodriguistas que luchaban por la justicia y la libertad de su país y que no tenían nada que temer. Seguramente estas palabras sirvieron para que la pareja de enamorados se calmara pues no estaban en frente de delincuentes comunes.
De ahí los combatientes se subieron al vehículo y partieron rumbo al aeropuerto Arturo Merino Benítez donde se encontraba el tendido eléctrico con varias torres que iluminaban toda la comuna y parte de la zona Norte de Santiago. Antes de llegar a la torre prevista se encontraron con una caseta y unos guardias responsables de la vigilancia del sector y que debían también mirar, de paso, el tendido eléctrico. El comando rodriguista contaba con cuatro fusiles M16 y dos armas cortas y estaba compuesto por dos grupos: un equipo de contención compuesto por 4 compas y un equipo de asalto compuesto por otros 3 compas que debían subir a la torre y poner las cargas. Ellos marcharon sigilosamente hasta las casetas, incluso se arrastraron silenciosamente hasta llegar al lado de la caseta, para burlar la vigilancia. Una vez ahí comprobaron que los guardias estaban dentro de la caseta y procedieron inmediatamente a reducirlos y amarrarles.
Los guardias se sorprendieron y entraron en pánico al ver varios jóvenes con pasa- montañas y armados. Se les pidió que se calmaran pues una vez terminada la acción se le dejaría libres y salvos. Más aun, se les explicó las razones que empujaban al FPMR a luchar contra el tirano y ellos dijeron entender pero que no querían tener problemas con sus superiores.
Se procedió a dejar un compañero cuidando los guardias y la milicia partió rumbo a la torre que se encontraba a unos 500 metros del lugar. El equipo de contención hizo un círculo alrededor de la torre con los fusiles M16. La torre estaba protegida por un alambrado de púas que obstaculizaba su acercamiento. Justo cuando el equipo empezaba cortar la alambrada, un helicóptero apareció en el cielo y sobrevoló la torre. A través de los chequeos previos que Arturo y otros compañeros habían hecho en el sector, ellos sabían que el helicóptero sobrevolaba habitualmente el emplazamiento de las torres con los focos encendidos y que una vez terminado el control se retiraban y seguían la guardia a través del resto de la zona. Por esta razón, al ver llegar el helicóptero, la milicia rodriguista opta, rápidamente, por esconderse en medio de los matorrales y prepararse para un eventual ataque pues existía la posibilidad de ser descubiertos y ser atacados desde la altura.
El helicóptero con su foco de luz pasó muy cerca de donde se encontraban los compañeros y tras haber dado varias vueltas por encima de la torre procedió a retirarse y seguir su ruta. Tras un intenso suspiro de alivio, los compañeros salen de entre los matorrales para seguir rompiendo el alambrado que protegía el acceso a la torre. Mientras una parte del comando protegía a unos 100 metros a la redonda (en caso de un ataque sorpresivo), los 3 compañeros designados empezaron a subir a lo largo de la torre: uno quedo a los pies de la torre haciendo contención. Otro compañero (el responsable) subió 10 metros y amarró las dos cargas con un elástico con garfios en dos costados para asegurar de la mejor forma las cargas e introdujo el cordón detonante en la dinamita y lo lanzó hacia abajo.
El otro compa que se encontraba 5 metros más abajo, a causa del estrés y la poca experiencia, no lograba amarrar las cargas y sostenerse al mismo tiempo; el responsable de la misión decide entonces, bajar unos metros para apoyarle y finalmente, amarraron las 4 cargas a los fierros de la torre y lanzaron los 2 cordones detonantes hasta el pié de la torre. En medio de toda la carga adrenalínica que el cumplimiento de una misión de esa envergadura supone, ellos no pudieron impedirse de lanzar una mirada desde lo alto a todo Santiago y pensaron en lo linda que se veía la ciudad: tan extensa y vestida de tantas luces de colores; sin embargo, que tristeza el hecho que tenían que mirarlo desde la clandestinidad y en plena misión miliciana.
El apremio del cumplimiento de la acción les hizo volver rápidamente a la realidad y una vez asegurada la colocación de la dinamita, bajaron y procedieron a unir los cuatro cordones detonantes a una mecha lenta que tenía como tiempo de duración alrededor de 20 minutos. Es decir, un espacio de tiempo suficiente para evacuar la zona.
El compa responsable de la acción prendió la mecha y los dos equipos abandonaron el sector hasta a los lejos sentir las fuertes detonaciones y poco a poco, la zona quedo sin luz. En medio de la oscuridad que les protegía en su larga retirada, el ruido ensordecedor de la explosión, les resonó como un jolgorio de petardos gigantes. Al saber que habían cumplido exitosamente la misión encomendada una gran alegría les invadió y un hermoso sentimiento de fraternidad surgió entre ellos; creando un lazo de respeto y reconocimiento mutuo muy difícil de quebrar. Sentimiento que quizás no es fácil comprender cuando no se ha pasado por esa situación..
En la misma noche se enteraron que había sido un apagón a nivel nacional y que casi todo Chile había quedado a oscuras.
Este tipo de misiones se hicieron reiteradas veces para poner en jaque a la dictadura que no entendía las razones del pueblo chileno cansado de tanta tiranía.
Las ganas de sacar a la dictadura eran tan grandes que Arturo nos hablaba que habían distintos sectores en la resistencia provenientes de otras vertientes políticas, incluso sectores de la DC, que querían unirse en algunas poblaciones al FPMR para echar abajo al dictador. También analizaban, con entusiasmo y optimismo, que lo que estaban haciendo como militantes de Izquierda era inédito en la historia Chile y que seguramente, esta experiencia de autodefensa popular sería un ejemplo para las futuras generaciones de luchadores sociales y políticos.
Al poco tiempo, después Arturo participó en una de las tomas de las nueves radios que el FPMR tomó con el objetivo dar a conocer sus planteamientos. Este tipo de acción nace ante la censura comunicacional que la dictadura militar imponía con sangre y fuego a los periodistas y a todos aquellos que se atrevieran a romper la censura y contar la realidad.
Ese mismo año, en Junio del 87, en un enfrentamiento en calle Varas Menas y cubriendo la retirada de sus compañero, .muere nuestro querido y entrañable compañero Arturo. Este fue el único lugar donde hubo enfrentamiento en la llamada matanza de Corpus Christi que costó la vida a 12 militantes del FPMR. Juan (Arturo) murió junto a Wilson Henríquez quien también cayó defendiendo a sus camaradas. Gracias a la valentía de estos héroes populares, 10 de los compañeros que se encontraban en ese lugar escaparon con vida de ese tenebroso atentado terrorista perpetrado por los servicios secretos de la dictadura.
Los días venideros a la matanza de Corpus Christi varias unidades del FPMR en Pudahuel atacaron vehículos policiales y militares en represalia por la muerte de sus camaradas. En la comuna de “Herminda de la Victoria” se prendieron numerosas barricadas en repudio y en reconocimiento de los rodriguistas que eran muy conocidos en aquella población por sus trabajos organizativos.
Arturo quedará en la memoria popular al igual que los 11 compañeros, asesinados el día de Corpus Cristi y que dieron sus vidas por un Chile con justicia social para todos. Seguramente que ellos estarían muy desilusionados de lo que vino después y que no corresponde para nada con lo que ellos querían para Chile: la perduración de la constitución pinochetista, Pinochet como senador vitalicio, comandantes en jefes designados, la impunidad para los criminales y un modelo neoliberal a ultranza que castiga sin piedad a los sectores populares. A pesar de esto, nadie puede negar que, el dictador se vio forzado a partir, gracias al esfuerzo y entrega de compañeros como Arturo y tantos otros.
La generosidad de Arturo contrasta con la estrechez espiritual del dictador y que hoy sus cómplices rinden homenajes públicos haciéndolo pasar como un militar honesto y un personaje ejemplar de la Historia de Chile. Es por eso, que nunca nos cansaremos de recordarles y homenajearles con el objetivo de escribir, con nuestra propia pluma, la historia de las luchas populares en Chile y de poner en alto el nombre de sus mejores hijos cuyo ejemplo tiene que ser transmitido a las nuevas generaciones pues la humanidad de los hombres se realiza y se engrandece en las luchas colectivas. Recientemente, el testimonio de Alexis y Jorge escapados del Sur Argentino muestra bien esa hazaña. Y así va la Historia…vendrán nuevos momentos y nacerán nuevos Manuel Rodríguez, nuevos Lautaro, nuevos Arturos…
Alexis y Jorge lo están demostrando con su larga y heroica marcha de resistencia. Con felicidad, hemos sabido que se encuentran a salvo en algún lugar de nuestra madre tierra latinoamericana.
Aun tenemos patria ciudadanos ¡
Santiago de Chile, 16 de junio 2012
Crónica Digital
