Por manida, la frase tiemblo luego existo parece ajustarse a la medida del terremoto de 8,4 grados en la escala de Richter que sacudió a Chile el pasado 16 de septiembre.
Nada menos que dos mil 674 réplicas en las semanas y meses subsiguientes al poderoso movimiento telúrico, ocurrido en la región de Coquimbo, permiten parafrasear al filósofo francés René Descartes.
Desde el 16 de septiembre a la fecha, Chile, con el dudoso liderazgo junto a Japón de país más sísmico del mundo, no ha dejado de temblar del centro hacia el norte del territorio nacional.
El terremoto tuvo lugar a 300 kilómetros al norte de Santiago, en Illapel, pero las réplicas han inquietado a la ciudadanía, sin bien cada vez más habituada a sentir sismos entre cuatro y seis grados en la escala de Richter.
Las estadísticas fueron recopiladas ahora por el Centro Sismológico Nacional de la Universidad de Chile, que argumentó que el terremoto produjo una ruptura de siete metros de desplazamiento de la placa de Nazca.
Lo hizo por debajo de la placa Sudamericana, frente a las costa entre Los Vilos y Punta Lengua de Vaca, justo en la zona donde se han originado la mayoría de las réplicas sentidas en varia regiones de la nación austral.
De acuerdo con los científicos, los movimientos telúricos de estos meses responden a un reacomodamiento de la tierra en los lugares afectados, un proceso que incluso pudiera durar años, aunque con tendencia a la disminución de las réplicas.
El director del Centro Sismológico, Sergio Barrientos, advirtió que pueden esperarse sismos potentes, aunque no es probable que se repita un terremoto en la zona, al menos por el momento.
Las últimas cifras de daños ocasionados por el fenómeno natural fijaron en 16 los muertos, con decenas de miles de damnificados.
Santiago de Chile, 17 de marzo 2016
Crónica Digital / PL