Pueblos originarios y 11 de septiembre de 1973: Violencias y desmemorias que perduran

El 11 de septiembre de 1973 se instala la dictadura militar, dando comienzo a un proceso que afectará directamente a todos los pueblos originarios, profundizando problemas que a esas alturas eran estructurales, como la pobreza y el aislamiento. A esas problemáticas se sumarán la instalación del modelo neoliberal y la persecución estatal a lo largo de todo el país, no quedando afuera los territorios indígenas.

El mundo mapuche verá un deterioro en sus condiciones de vida, produciendo diversos procesos de migración campo–ciudad, siendo el motivo de la aparición de una mayoría de población originaria de esta etnia en centros urbanos, graficado en las últimas ediciones censales. Según el censo realizado el año 2017 en la Región Metropolitana habita el 35% de la población total mapuche, doblando los números vistos en La Araucanía.

La dictadura militar hizo mella en los sectores populares, mediante una persecución sistemática, la que incluyó torturas, desapariciones y muertes a todo aquel que mostrase contrario a las políticas oficialistas. Lógicamente, la Región de La Araucanía no quedaría ajena a circunstancias de este tipo. Ahora bien, se debe dejar claro que en estas zonas no existió un previo proceso de politización en la población, menos en las comunidades mapuche, por lo que la persecución a la etnia se debió a otras razones, más bien ligadas al lugar en que estas se ubicaban. El historiador mapuche Sergio Caniuqueo así lo señala, destacando que parte de la violencia en la región estaría vinculado al uso de la tierra.

“Se tiene en imaginario, sobre todo por la narrativa de la izquierda, que llegaron los militares y reprimieron a todo el pueblo mapuche, lo cual no es tan así. Sí, hay un grupo importante de comunidades que fueron víctimas de la represión, el resto de las comunidades quedaron impactadas por la brutalidad de esa represión, pero tenemos que pensar en que muchas de estas personas ni siquiera eran militantes de partidos políticos, entonces fueron reprimidas porque estaban en una lucha contra la injusticia social que había provocado la entrada del Estado chileno y posteriormente la llegada de colonos, además de todo el problema que había provocado el tema de tierras, como la reducción de tierras. Entonces, luego de toda la lucha social que se dio en el siglo XX, en un punto parecía que iba a existir una solución, entonces llegan los militares y descabezan a ese sector que hacía de punta de lanza”.

Sergio Caniuqueo Huircapán

Profesor, Historiador y Doctorando en Ciencias Sociales

Universidad de La Frontera

Las motivaciones por parte del Estado para ocupar el territorio de la población mapuche tuvieron un origen económico. Era necesaria la intervención de estas tierras, además del sometimiento de la población dentro del mismo proceso, puesto que debía ser integrada dentro del proyecto de modernización nacional que pretendía llevar a cabo la dictadura, donde se incluía potenciar actividades económicas como la explotación agrícola y forestal en mano de agentes privados, siendo mayoritariamente empresas extranjeras. Esta cuestión colisionará con la cultura y cosmovisión mapuche, el que en alguna medida aún se mantenía aislado de la modernidad. Es por esto último que encontramos comunidades que se manifestaron a favor del intervencionismo estatal en la zona.

 “El proyecto de modernización de país que generó la dictadura, permitió que algunas comunidades tuvieran caminos, subsidios para sus casas, mejoras en algunos aspectos productivos, acceso a luz eléctrica y servicios como escuelas. La subdivisión permitió que los niños fueran a la escuela a terminar su enseñanza básica, posteriormente comenzaron a llegar a la media y finalmente a la universidad. Entonces hay mucha gente que tiene una mirada positiva de lo que fue la dictadura; pero, claro, la otra mirada es la que tiene la elite del movimiento, que no necesariamente tiene que representar al pueblo mapuche. Son dos universos distintos”.

Sergio Caniuqueo Huircapán

Profesor, Historiador y Doctorando en Ciencias Sociales

Universidad de La Frontera

Por otra parte, hubo comunidades indígenas que se mostraron contrarias a la ocupación estatal, que ponía en riesgo su cultura ancestral, destruyendo sus formas de organización y entorno, siendo uno de los desastrosos efectos del neoliberalismo al interior de los diversos grupos étnicos que habitaban el país. El mundo mapuche entraba en una contradicción, puesto que veía afectado sus formas de relacionarse con el medio, con sus cercanos, su familia. La ocupación territorial del modelo económico que fue instalado en la segunda parte de los 70’, introducía procesos de explotación que no coincidían con la cosmovisión de los habitantes originarios de La Araucanía, desacostumbrados a conceptos como la propiedad privada y la destrucción del medio ambiente.

“El pueblo mapuche mantiene un sistema en base al desarrollo comunitario, porque nuestras comunidades intrínsecamente se conforman por grupos familiares. Por esto es que es imposible verlos dentro de este contexto en un desarrollo individual. Todas las comunidades conviven en un territorio espacial, que no necesariamente es propiedad de uno sólo, sino que se entiende que es propiedad del conjunto, propiedad comunitaria. Entonces la visión desde el mundo indígena respecto del neoliberalismo es totalmente contraria”.

Mauricio Llaitul Acum

Dirigente mapuche urbano

Asociación Indígena Tripay Antu.

El neoliberalismo traía consigo efectos sombríos para la población indígena, la que había sido diezmada desde muchos siglos antes. El escenario era complejo, la dictadura estaba desatada con sus políticas de persecución y terror hacia la población, la que se organizaba para enfrentar el régimen. Al igual que en periodos anteriores la resistencia indígena alcanzaba una mayor radicalidad. En el territorio mapuche, los habitantes se agrupaban, mientras otros migraban a las ciudades. También existieron focos de resistencia, nacidos principalmente desde organizaciones indígenas, las que se esfuerzan hasta hoy en pos de mantener viva su cultura. Y se hicieron parte del movimiento popular antidictatorial nacido en los centros urbanos.

“Cerro Navia es conocida por la comuna de las piedras, porque cuando vino Pinochet a hacer populismo tuvo que salir arrancando en helicóptero. Los hermanos se enfrentaron con los militares. Mientras ellos ocupaban balas, el pueblo lanzaba piedras. Cayeron varios vecinos mapuche y no mapuche. Es penoso recordar, eran tiempos difíciles. Solidaricé con mis hermanos cocinando en el cerro «Lo Amor», que venía siendo donde nos reuníamos los vecinos».

Esmelinda Pinda Peye (Fallecida el 4 de Septiembre de 2019)  

Dirigenta mapuche

Presidenta de la Asociación Indígena Katriwuala

La dictadura imponía la violencia política, económica y social, cuestiones que perdurarán a lo largo del periodo, adquiriendo una especial profundidad con la crisis ocurrida en los 80. Esta decadencia económica sometía a la población en una fuerte pobreza y marginalidad, haciendo despertar algunos segmentos de la población. El Estado respondía con violencia inusitada, haciendo perder vidas en pos de la ocupación territorial. Muchos dirigentes sociales, sindicales y populares morirán por la persecución sistemática de la dictadura.

“Durante los primeros días de octubre de 1973, una patrulla compuesta por personal del ejército, carabineros y que contaba con el apoyo de algunos civiles, incursionó en las reducciones mapuche al sur este de la comuna de Galvarino. Como resultado directo de las acciones represivas, fueron asesinados cinco campesinos mapuche (…) Heriberto Collio Nain, era un pequeño agricultor de 50 años, viudo y con hijos adultos. Fue detenido en su casa en la madrugada, sacado y golpeado. Algunos aprehensores fueron a buscar a un hijo que vivía cerca, quien también fue golpeado. Este pudo ver y escuchar a su padre que se quejaba malherido, fue obligado a escapar de los disparos que le hacían, salvándose sin heridas. La mañana siguiente, el hijo fue a este lugar, encontrando a su padre muerto” (Roberto Morales: “Cultura Mapuche y Represión en Dictadura”).

 La represión se mantendrá vigente a lo largo del proceso dictatorial, no dando descanso a los sectores en resistencia. La dictadura militar, con el ímpetu de desarticular todo bastión opositor al régimen, se posicionará sobre los territorios mapuche, iniciando un proceso de ocupación que se mantendrá hasta nuestros días.

“Tanto el movimiento de derechos humanos durante las dictaduras, como el movimiento feminista durante las últimas tres décadas surgieron y se desarrollaron, en parte, de esta manera, a partir de prácticas de resistencia. Algo análogo ocurrió con el movimiento obrero en sus inicios, con la lucha anti–esclavista y con las reivindicaciones de los grupos indígenas. En todos estos casos, los boicots y resistencias confluyeron con propuestas ideológicas liberadoras, convirtiéndose en movimientos colectivos visibles y con presencia en el espacio público. Muchos otros “protomovimientos” quedaron en el camino” (Elizabeth Jelin: “Exclusión, Memorias y Luchas Políticas”).

La dictadura en Chile fue particularmente violenta en la década de los 70´. Entre 1974 y 1977 la DINA detuvo e hizo a desaparecer a 1.102 personas, todos dirigentes políticos de izquierda.

La década de los 80’ hizo visible la crisis del modelo económico instalado en el decenio anterior. En 1982 se destruyó gran parte del aparato productivo nacional, el PIB se redujo en un 14,3% y el desempleo se acercó peligrosamente al 25% a nivel país. Las estrategias económicas dictatoriales no habían logrado los efectos deseados y se iniciaba un enorme levantamiento popular en respuesta. Gran parte de la población quedaba expuesta a la pobreza y la marginalidad, cuestión que tomará mayor notoriedad en el mundo rural. Estos rasgos económicos y sociales quedarán marcados a perpetuidad en el territorio mapuche. Hoy en día La Araucanía es la región más pobre de Chile, y una en la que existen más cárceles, símbolo de una especie de condena sin juicios ni victimarios, donde el Estado desde tiempos muy anteriores nunca se ha hecho cargo.

Todo lo descrito ratifica la extensión del periodo dictatorial, vigente en algunos núcleos poblacionales en el presente. En La Araucanía aún existen muertes en manos del Estado. Basta con recordar los casos de Catrileo, Lemún y Catrillanca, todos vinculados a organizaciones indígenas que luchaban por la recuperación de los territorios ancestrales. Otro signo de la vigencia de la dictadura es la ocupación territorial con fines económicos, fomentando la industria forestal, la que ha terminado destruyendo los bosques nativos, consigo su flora y fauna.

En octubre de 2019, punto de partida del estallido social, se hizo presente el pueblo mapuche como símbolo de la resistencia popular. Las calles se nutrieron de banderas mapuche (wenüfoye), lo que provocó un nuevo reconocimiento de todas nuestras etnias originarias. Estamos en tiempos de cambios, donde el progreso debe ir acompañado de todos los vulnerados, los que han visto caer seres amados, olvidados en las calles, perdidos por los efectos del más cruel de los sistemas económicos, el que se ha quedado en promesas vacías, entregando ganancias a los de siempre.

Cuando finalizó la Segunda Guerra Mundial, Alemania reconoció gran parte de sus errores. Se habló sobre los Derechos Humanos, lo guetos, los núcleos de pobreza. Se crearon planes para ir en ayuda de la población más afectada y para aquello se firmaron grandes reformas sociales. Además, se llegó al consenso de que esa parte de la historia no debiese ser olvidada, originando un perseverante trabajo de memoria.

El Estado chileno no ha problematizado los efectos de la dictadura en la población indígena, transformándose en una herencia que cargan los pobres sobre sus hombros. Debe existir un reconocimiento, más allá de las frases cliché de término del proceso dictatorial como el “Nunca Más”, las que en su momento tuvieron un significado, que murió en las poblaciones, en las aulas de escuelas públicas, con los enfermos que fallecen en los hospitales sin atención, en las leyes pactadas entre amigos en beneficio de ellos mismos.

Guillermo Cotal Ponce: Profesor. Licenciado en Historia y Ciencias Sociales. Mención Patrimonio y Ciudadanía©. Dirigente indígena mapuche.

Arturo Castro Martínez: Máster en Historia contemporánea y mundo actual, Universidad de Barcelona©. Profesor. Licenciado en Historia y Ciencias Sociales. Mención Patrimonio y Ciudadanía.

Santiago, 12 de septiembre 2020.

Crónica Digital.

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