A 20 años del asesinato de sus hijos en una de las noches más sangrientas de la dictadura militar chilena, la Policía de Carabineros continúa el hostigamiento a su familia, aseguró Luisa Toledo, madre de las víctimas.
En declaraciones al diario La Tercera, recordó que Chile vivió aquel día una de las jornadas más sangrientas del régimen militar, cuando los hermanos Eduardo y Rafael morian en Villa Francia, en la Estación Central de esta capital, mientras tres militantes comunistas eran secuestrados y 48 horas después aparecian degollados.
En el caso de los hermanos, de 20 y 18 años de edad y pertenecientes al Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR), la prensa oficialista afirmó en la época que se trataba de dos delincuentes que resultaron muertos al tratar de asaltar un comercio.
Asimismo, la muerte de los militantes comunistas Nattino Allende, José Manuel Parada y Manuel Leonidas Guerrero, todos jóvenes profesionales, fue presentada por el régimen como «una purga entre activistas de la izquierda».
Sin embargo, seis años después, el Informe Rettig acreditó una historia distinta, al establecer que los hermanos Vergara murieron a causa de politraumatismos por balas y que el cuerpo de Rafael registraba un disparo en la nuca a corta distancia.
Las pesquisas determinaron que el jóven «fue ejecutado por agentes policiales, estando ya herido y en poder de quienes lo mataron. Respecto a su hermano Eduardo la comisión no pudo determinar las circunstancias precisas, aunque atribuyó su muerte a motivos políticos.
En cuanto a los profesionales degollados, el juez José Cánovas Robles realizó una investigación que estableció que los tres fueron muertos por agentes de la Dirección de Comunicaciones de Carabineros (Dicomcar).
En sus declaraciones a La Tercera, la madre de los hermanos Vergara explica los resultados de las investigaciones realizadas por el juez Sergio Muñoz luego de la caída de la dictadura y el hostigamiento de que ha sido objeto su familia.
«Estuvimos seis meses callados y la semana pasada recién nos permitimos hablar», asegura Luisa, que resalta el trabajo de Muñoz: «El investigó de la muerte de nuestros hijos hacia atrás».
«También nos dijo que no se iba a basar en nuestro testimonio, sino en los hechos y reconoció que nuestros hijos no eran delincuentes, sino políticos», añadió tras afirmar que el juez «tiene contundente información sobre los cuatro carabineros» involucrados en los crímenes.
Pero el sufrimiento de los padres de los jóvenes muertos durante el régimen de Augusto Pinochet no terminó con el asesinato de sus hijos, «porque el hostigamiento hacia nuestra familia continúa hasta hoy», según afirma a La Tercera.
Luisa, quien trabajó en la Vicaría de la Solidaridad, indica que «a principios de los años noventa nos llamaron un año entero a la casa y amenazaban a mi hija (Ana)».
«Un día me dijeron si me había despedido de mi nieta… Hicimos la denuncia, presentamos una querella y se comprobó que las llamadas provenían de Carabineros y dejaron de hostigarnos por un tiempo.
Sin embargo, Luisa y Manuel (padre de las víctimas) señalan que hoy «nos siguen molestando; en esta fecha, tanquetas, guanacos, buses y carabineros rodean nuestra casa. Hay un hostigamiento permanente y una provocación de Carabineros», sostiene.
«En esta fecha yo quedo enferma… Hay gente de la Villa Francia que es castigada en forma impresionante. Nosotros nos encerramos», concluyó.
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