La víspera, el ministro de Economía Popular, Elías Jaua, informó que concluyeron su etapa de capacitación las primeras 286 mil personas preparadas para incorporarse a cooperativas de producción, fundamentalmente en tierras hasta ahora ociosas.
Esta fue la primera etapa del programa denominado Misión Vuelvan Caras, cuyo objetivo es incorporar a la producción directa a un sector importante de la población.
Como «Vuelvan Caras» se conoce una maniobra táctica empleada por el patriota José Antonio Páez que selló en 1819 el triunfo frente a las tropas españolas del Libertador, Simón Bolívar, en la batalla de Queseras del Medio, en los llanos venezolanos.
A las personas incorporadas a la misión se les denomina en Venezuela «lanceros», como se conocía a los aguerridos combatientes de Páez.
Estos nuevos lanceros tendrán ante sí la batalla por hacer renacer el campo venezolano que produce apenas el 30 por ciento de los alimentos consumidos por los venezolanos, mientras el cinco por ciento de la población domina el 75 por ciento de la tierra.
Tomando experiencias de errores anteriores, las autoridades elaboraron un programa que no se limita a la entrega de tierras y que busca en una primera instancia preparar a las personas para la producción y luego apoyarlos con créditos y respaldo técnico.
El proyecto se inició en marzo del año pasado y ya cuenta con casi siete mil cooperativas organizadas, de las cuales unas dos mil tienen aprobados sus planes de producción y recibirán los primeros créditos en los próximos 15 días, según adelantó Jaua.
La efectividad de la revolución verde venezolana marcha indisolublemente ligada con la lucha contra el latifundio decretada por el presidente Chávez, debido a que las tierras más fértiles se encuentran en poder de grandes terratenientes.
Este proceso, que se realiza no sin sobresaltos, busca rescatar para el estado tierras ocupadas ilegalmente o que se mantienen sin producir y ya comenzaron a ser recuperadas por el Instituto de Tierras.
El reto de la Misión Vuelvan Caras es considerable, pues debe revertir un esquema convertido en patrón mental, que motivó el éxodo a las zonas urbanas, en busca de los beneficios fáciles de los petrodólares y el auge de las importaciones en detrimento de la producción local.
De otro lado, el programa constituye la punta de lanza de un proyecto mucho más ambicioso del gobierno de Chávez, el modelo de desarrollo endógeno, que consiste en la creación de zonas autosustentables para propiciar una mejor distribución de la riqueza.
Ese propósito implica, inevitablemente, la eficiencia productiva de las nuevas cooperativas y otras formas de producción, cuyo objetivo final es la conformación de una estructura económica más equilibrada y menos dependiente de la producción petrolera.
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