El ambiente de optimismo que se respira en el árido desierto de Atacama, donde está enclavado el complejo, contrasta sin embargo con la preocupación que se refleja en Santiago, tanto en el gobierno como en el dominante sector empresarial.
Para ambos la altura que logró fijar el sindicato minero con su movilización levanta «peligrosas» expectativas en el resto de las empresas del sector, abocadas a complejas negociaciones para la renovación de los contratos colectivos de trabajo.
La más próxima es la estatal Confederación Nacional del Cobre (CODELCO), que aporta poco más del 32 por ciento de la producción nacional, con ingresos líquidos al Fisco que aproximará este año la histórica cifra de 10 mil millones de dólares.
Fuentes en La Moneda citada por medios locales afirmaron que en el gobierno están seriamente preocupados por el proceso que efrentará la División Norte de esa empresa en octubre próximo y elaboró una estrategia para bajarle el perfil al tema.
Este plan, donde participa directamente el jefe del equipo económico de la presidenta Michelle Bachelet, el titular de Hacienda Andrés Velasco, se basa en tres elementos claves especialmente diseñados para dar señales de prudencia a los sindicatos.
El primero -se afirma- es dejar establecido que la movilización de Escondida tiene características diferentes y no podría ser comparable con la que se avecina en CODELCO, partiendo DE que la primera es extranjera, mientras la segunda es «de todos los chilenos».
Es decir, mientras en Escondida el impacto económico lo asume un ente privado, en el de la estatal golpea al fisco, que al aumentar los costos de producción recibirá menos ingresos para los programas sociales del gobierno.
Bachelet, como antes lo hizo su ministra de Minería, Karen Poniachik, descartó ayer que lo ocurrido en Escondida pueda ser un precedente para CODELCO, porque -apuntó-cada proceso depende de las realidades concretas de cada industria.
«Quiero decir que en cada empresa con sus trabajadores habrá distintas negociaciones, que dependerán de las realidades concretas de cada una. A lo que yo aspiro, es que en cada lugar, donde haya una negociación colectiva, se pueda llegar a los mejores acuerdos», dijo.
Esta definición cobra especial relevancia tras la declaración expresa que hizo Marcel Claude, uno de los asesores clave de los sindicatos de la División Norte.
«Lo que pase (en Escondida) influirá en Andina no sólo en cómo se resuelva, sino también en términos del espíritu de lucha», subrayó el también economista, que se refería a la unidad y combatividad mostrada por el sindicato de esa empresa durante el conflicto.
Otro tema clave en la estrategia gubernamental es tratar de desdramatizar una posible huelga en la minería estatal, asumiendo que los paros son «normales», no tienen una connotación política, y no existe temor de enfrentarlos.
Esta ha sido la postura adoptada por la ministra del ramo, quien señaló: «no especulemos en qué podría suceder o no, lo importante es reiterar que las negociaciones colectivas son algo normal, no son políticas».
El tercer elemento, considerado quizás el más importante, es poner en la agenda la preocupación por la fuerte alza en los costos de producción que ha tenido la firma en los últimos años, y que afectan sus resultados económicos.
Esta línea está enfilada a mostrarles a los sindicatos que «la fiesta del cobre» no necesariamente es tal, que los niveles de producción han caído y que en el largo plazo no se deben elevar desmesuradamente los costos en remuneraciones.
Santiago de Chile, 3 de septiembre 2006
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