Antes de eso era absolutamente nómada, buscando los alimentos, cazando animales y recolectando alimentos vegetales.
Cuando aprendió a manejar los procesos productivos se estableció en aquellos lugares mejor dotados de recursos, como suelos, aguas y climas.
Con el transcurso del tiempo y con el avance de la tecnología, hoy día los lugares mejor dotados generan la gran mayoría de los alimentos para la población mundial, lo que ha significado un desequilibrio notable en desarrollo entre los sectores ricos en recursos y tecnologías y los sectores pobres.
La gran preocupación, en la actualidad, es la enorme inequidad en las calidades de vida de la población mundial. Y Chile no escapa a estas desigualdades mundiales. Tenemos comunas que son similares a la de los países más ricos, coexistiendo con comunas que son representativas de los países más pobres.
Nuestro país si bien ha crecido significativamente en los últimos años, lo ha hecho acompañado de dos señales de alto riesgo frente a su futuro inmediato: una altísima concentración del ingreso y una fuerte agresión al medio ambiente.
En lo económico, en el sector forestal, por ejemplo, en su altísimo crecimiento de la superficie durante los últimos años, destinada a la madera y sus derivados, el 95% de la riqueza generada, queda en las manos de sólo dos empresas.
En cuanto al medio ambiente, gran cantidad de estudios de impacto ambiental de inversiones grandes, suelen concluir que los impactos son negativos y que no deberían autorizarse esas inversiones pero que, curiosamente, después de reuniones del Gobierno con los inversionistas, suelen corregir los resultados diciendo que, en realidad, no hay efectos negativos en lo ambiental, porque se instalarán las plantas de mitigación correspondiente.
Sólo recordemos el caso CELCO en Valdivia y hagámosle un seguimiento a ver lo que pasa en el caso de PASCUA LAMA en el norte.
La estrategia frente a este caso, urgente a esta altura de la inequidad y del deterioro ambiental, además de seguir mejorando nuestra legislación y política en torno al tema, consiste en trabajar fuertemente a nivel de base, a nivel comunal, es decir, municipal.
El municipio, pensando en lo territorial a nivel comunal, sobre todo el municipio eminentemente rural y seguramente de altos niveles de pobreza, está obligado a trabajar con todos los actores sociales y económicos de la comuna para que los recursos naturales de la comuna sean aprovechados al máximo en la generación de recursos financieros.
El ideal es que el municipio, aún con escasos recursos, pueda crear un sello distintivo propio, que le proyecte imagen. Restaurantes, turismo rural, eventos identificadores, sean deportivos, artístico o culturales, no necesitan suelos, ni aguas ni climas privilegiados. Necesitan consensos poblacionales inteligentes. Si a esto se le agregan productos comerciales propios de esas áreas, tanto mejor.
Hoy día nos queda claro que un pequeño agricultor de una comuna pobre, en forma absolutamente individual y con apoyos de financiamiento y técnico, le es muy difícil salir adelante.
Necesita de un entorno complejo de apoyo como, por ejemplo, organización entre pares, abastecedores, apoyo técnico, gerencial y comercial, infraestructura vial, información, etc., etc. Además de eso, deberán trabajar al unísono con las autoridades locales, con sus pares, proveedores, servicios contables, centros de acopios, homologación de calidades de productos, etc.
Es cierto que esto no puede partir de la noche a la mañana. Hay que identificar líderes por actividad, deben haber alcaldes y concejales positivos, que entusiasmen a la población, que animen a actores estratégicos para constituirse en una especie de Consejo de Desarrollo Comunal, que colaboren con el alcalde y con las agencias regionales.
Por Hugo Ortega T. EL autor es Director Escuela de Ingeniería en Agronegocios de la Universidad Central. Colaborador permanente de Crónica Digital.
Santiago de Chile, 7 de marzo 2007
Crónica Digital
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