A pesar de los reiterados vaticinios alarmistas y pesimistas de sectores ligados a la UDI y RN, la Democracia Cristiana concluyó en forma ejemplar su V Congreso en que aprobó importantes resoluciones que tienen que ver, no solo con su perfil ideológico-doctrinario, sino también con materias país relacionadas con la economía, la educación, el trabajo digno, la familia, la justicia social, la ecología, el mundo juvenil, la bioética, entre otros temas. Destacando, por el masivo apoyo de los delegados, la decisión de una corrección profunda al modelo económico vigente, fin al lucro en la educación, derogar la Ley reservada del cobre e impulsar una nueva Constitución para Chile.
Hay coincidencia en señalar a este Congreso como uno de los más importantes en su historia. Desde un comienzo se respiraba un nuevo aire en las 34 comisiones de trabajo. Y, al concluir la jornada, los 1.600 delegados estaban contentos con los acuerdos finales y el espíritu de camaradería y solidaridad que se observó en todo momento, a pesar de las diferentes ópticas y sensibilidades sobre el Chile de hoy. Además del complejo panorama políticoactual y ad portas de un evento eleccionario municipal bajo el síndrome de la próxima contienda presidencial.
Los participantes y dirigentes estaban contentos, porque son estos debates serios y con altura- los que necesita el país en estos momentos de debilidades frente al drama de la pobreza, el desempleo, la droga y la exclusión política y, serias contradicciones sobre el cómo hacer un país más equitativo en medio de un neoliberalismo económico que restringe los derechos laborales y que ahonda la brecha entre ricos y pobres.
Por esta razón y otras, muchos coinciden en que la DC no sólo se la jugó a fondo por avanzar en medio de las dificultades, sino que logró ver y analizar lo que sí importa a la gente y al país teniendo presente documentos con contenidos y palabras sencillas pero cargadas de vivencias reales, sin temores ni obstáculos y, felizmente, alejados de los entornos del poder político, económico, eclesiástico u otros que siempre dificultan la sana pluralidad y el libre ejercicio democrático en medio de la diversidad de ideas y propuestas.
Sin duda que este Congreso recogió el genuino espíritu de los fundadores de la DC. Este era, también, el objetivo doctrinario, político y social de hombres notables como Frei Montalva, Tomic, Gumucio, Leighton, Garretón, Rogers, Castillo, Orrego, Palma y otros tantos visionarios que pensaban y soñaban a una DC; como un partido al servicio de las mayorías pobres y excluídas, con un esquema de economía con rostro humano en contraposición a un capitalismo que considera al hombre como una mercancía más. Este era el sustento ético y humanista de los que llevaron adelante la revolución en libertad y la marcha de la patria joven en los años 60.
Es de esperar que estas resoluciones que emanaron del Cónclave DC le sirvan a otros partidos de la Concertación. Pues estas ideas y búsqueda de una praxis política más justa y humana es lo que una gran mayoría país, no militante, busca y espera de sus líderes políticos.
Las encuestas indican una y otra vez que tanto los partidos como los parlamentarios van perdiendo credibilidad ante la opinión pública. Porque las promesas de los políticos en campaña no se cumplen, el valor de la palabra y la solidaridad casi no valen y, que muchos están en cargos directivos no por vocación de servicio cívico, sino por conveniencia personal.
Todo este cuadro agravado por no pocos signos de corrupción en variadas áreas de la administración del Estado.
Al mundo político, académico, juvenil y cristiano, como a toda persona de buena voluntad, este Congreso Ideológico de la DC nos deja una gran Esperanza! Como no, cuando la presidenta del Partido dijo sobre el traumático Transantiago y en presencia el Ministro Cortazar: no queremos esquemas tecnocráticos deshumanizantes que generan errores que lamentamos. O, la lúcida reflexión del Senador Zaldívar cuando sentencia que: Esta Concertación se ha alejado de la gente es una ignominia que personas que dejan de ser ministros o parlamentarios, a los 30 días entran a las grandes empresas, donde hacen lobby para proteger a los grandes empresarios.
En síntesis, la DC en su Congreso por fin se atrevió a decir en voz alta que el compromiso político supone la valoración positiva de la acción política.
Es decir, retoma su conciencia fundacional de que la tarea social con la que se compromete tiene un valor en sí mismo. Y, coincide con otras fuerzas progresistas, de que el actual modelo económico neoliberal es incapaz de solucionar la brecha entre ricos y pobres. Por esto mismo, no soluciona, sino que agrava la pobreza y la inequidad alejándose del bien común que conduce a la justicia y la paz.
El autor es Teólogo y Editor de Iglesia de Crónica Digital
Santiago de Chile, 16 de octubre 2007
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