Pareció como si la América Nuestra pretérita regresara de manos del Presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, con un grito de dolor, no de Dolores, para salvarla. Así fluye de sus palabras pronunciadas en la XXI Reunión de Cancilleres de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac).
El Mandatario mexicano, en la evocación a Simón Bolívar en el 238 aniversario de su natalicio, proclamó sin aspaviento, pero con ardor, que es el momento de una nueva convivencia entre todos los países de América, y sus razones fueron más que convincentes.
“Es inaceptable, y está agotado el modelo impuesto al continente hace más de dos siglos, caracterizado por invasiones para poner o quitar gobernantes al antojo de la superpotencia (Estados Unidos), y existen condiciones inmejorables para que los países de América caminen juntos, sin que nadie quede atrás”, señaló.
Hay que hacer a un lado “la disyuntiva de integrarnos a Estados Unidos o de oponernos en forma defensiva; es tiempo de expresar y de explorar otra opción: dialogar con los gobernantes estadounidenses, convencerlos y persuadirlos de que una nueva relación entre los países de América es posible”, aseguró.
Su demanda, proclamada dentro de la atmósfera sentimental de la ceremonia por el natalicio del Libertador entre los muros históricos del Castillo de Chapultepec bastión de la resistencia heroica al saqueo de los Estados Unidos en 1848 cuando se robó la mitad del territorio mexicano, tiene un poder simbólico con fuerza de huracán.
López Obrador conjugó la necesidad de un cambio de mentalidad con la unidad para el fortalecimiento económico y comercial de Latinoamericano y el Caribe, donde prevalezca el bienestar de sus pueblos, con la necesidad de cambiar la OEA –ese monumento a la sumisión– por un organismo verdaderamente autónomo.
Es importante cómo López Obrador llega a esas conclusiones a partir del desarrollo histórico de América Latina y el Caribe en su proceso de descolonización de España y la emergencia de los Estados Unidos como nuevo poder hegemónico, manipulador de los ideales de independencia, mediante su Doctrina Monroe desintegradora de los pueblos.
Desde entonces, denunció, Estados Unidos “mantiene influencia predominante en América, excepto Cuba, nación que ha hecho valer su independencia. Haber resistido 62 años sin sometimiento es toda una hazaña”.
“Creo que, por su lucha en defensa de la soberanía de su país, el pueblo de Cuba merece el Premio de la Dignidad”, aseguró. Y agregó: “Pienso que, por esa razón, Cuba debiera ser declarada Patrimonio de la Humanidad”.
Lo sustantivo –que prevaleció en el encuentro de cancilleres replanteado por el canciller Marcelo Ebrard– es la defensa de una integración económica con dimensión soberana, en la que las asimetrías no sea un hándicap para beneficio de unos y perjuicios de otros.
El Mandatario llamó a reflexionar sobre todas las aristas de la unidad con respeto a la soberanía de cada nación, pensar en los mecanismos más idóneos para su fortalecimiento económico y comercial a partir de la planeación de la política de inversión, laboral, la protección al medio ambiente y el bienestar de sus pueblos.
América debe ser nuestra, sin temores a reconocer que el modelo está agotado y sucesos como la pandemia de COVID–19 muestran la validez del razonamiento de López Obrador de que llegó el momento de una nueva convivencia entre todos los países del continente.
Por Luis Manuel Arce Isaac
México, 25 de julio 2021.
Crónica Digital / Prensa Latina.