Sáb May 13 , 2023
En el lenguaje cotidiano, pero también en los estudios académicos se utiliza los términos “derecha” e “izquierda” (con sus matices de centro, ultra, radical, nueva, post, o cualquier otro), para caracterizar la inclinación política a favor o en contra de ciertas personas, partidos o clases sociales. Son términos operativos, para una identificación rápida, entendible, aunque sin la rigurosidad suficiente para definir el sentido de las estructuras históricas a las que pretenden representar. Juan J. Paz-y-Miño Cepeda*, colaborador de Prensa Latina En la configuración de los Estados latinoamericanos del siglo XIX las categorías fueron otras. Predominó la confrontación bipartidista entre liberales y conservadores, denominados igualmente como pipiolos y pelucones (Chile), blancos y colorados (Uruguay), y normalmente expresados a través de caudillos, antes que por partidos plenamente estructurados. Les diferenciaron la inclinación por los hacendados, la tradición, el catolicismo, la familia y la Iglesia (conservadores) o a favor de las burguesías emergentes, los derechos civiles, el laicismo, la apertura económica al mundo (liberales). En cambio las luchas de los campesinos, los indios o los esclavos, eran identificadas como rebeliones y sublevaciones, liquidadas con inexorable represión y mortandad. Con el desarrollo del capitalismo latinoamericano, desde inicios del siglo XX nacieron las clases trabajadoras asalariadas y se diversificaron las tendencias políticas con el surgimiento de los radicales (ala izquierda del liberalismo) así como de los partidos socialistas y comunistas, con quienes igualmente nació el espectro político de las izquierdas. En la derecha política quedaron conservadores y liberales, porque ambos pasaron a defender el capitalismo y la estructura histórica tradicional derivada del régimen oligárquico, mientras las izquierdas eran anticapitalistas. El fascismo y el espectro de la Guerra Fría El influjo del falangismo español, del fascismo italiano y hasta del nazismo alemán, condujo a la creación de partidos de la “extrema derecha” latinoamericana, ligados a sus tesis y principios, como se ha estudiado en Fascismos Iberoamericanos (2022), obra editada por Gabriela de Lima Grecco y Leandro Pereira Goncalves, que contiene un artículo sobre Ecuador, de Carlos Espinosa F. También aparecieron fuerzas “populistas” que, en estricto rigor, lograron inclinarse a la atención de los intereses de la población en general, para avanzar reformas sociales (por ejemplo APRA, en Perú, 1930), utilizando mecanismos de movilización, organización y reclutamiento de masas, que luego serían asimilados por todos los partidos políticos. Es la Guerra Fría, a partir de la década de 1950, la que polarizó los conceptos: ser de izquierda acercaba al “comunismo”, considerado como izquierda “radical”; mientras ser de derecha implicaba mantener una visión tradicionalista y conservadora, de modo que surgieron los partidos modernizantes del “centro”, como los socialdemócratas (en la “centro-izquierda”) entre los que destacó Acción Democrática en Venezuela (1941) o Izquierda Democrática en Ecuador (1970) y los democristianos (en la “centro-derecha”) entre los que están COPEI en Venezuela (1946) o el PDC de Chile (1957), más aceptables por alejarse de los “radicalismos”. Así, en forma maniquea, las izquierdas fueron concebidas como potenciales o reales amenazas a la democracia, las libertades y el Estado. Las dictaduras militares inspiradas […]