Tejida por millones de usuarios de Internet durante los últimos tres lustros.
Pero el «hallazgo» de la web no es realmente un hito aislado, ni el joven británico Tim Berners-Lee, becario del Laboratorio Europeo de Física de Partículas (CERN), un explorador solitario.
Sir WWW, como muchos le llaman a este verdadero hombre del futuro, debe ser reverenciado porque identificó las formas de hacer realidad un sueño muy antiguo: «conectar información» de la forma más inteligente posible. Para ello contaba, a finales del siglo XX, con el prodigio de la digitalización de datos y la comunicación entre máquinas computadoras.
Al comenzar a trabajar en Ginebra, dentro de la comunidad de científicos de alto nivel del CERN, percibió la necesidad de que entre estos «sabios» se compartieran grandes volúmenes de información de manera más eficiente, a partir de una estructura de red descentralizada y abierta, como para que cada usuario pudiera eventualmente participar.
Berners-Lee se propuso hacer realidad la idea de una biblioteca gigante, donde no se necesitara ya un bibliotecario diligente desempolvando ejemplares y transportándolos hacia una sala de lectura. Se trataba ahora de posibilitar la existencia de comunidades de «lectores» activos, hábiles en gestionar (ofrecer y encontrar) información.
En su tiempo libre, Berners-Lee se dedicó a elaborar protocolos y estándares (indicadores de acción y estado en los flujos de datos) que permitieran «hablar» a las máquinas -y a los usuarios a través de ellas- para compartir recursos de información disímiles en formatos de texto, imagen y sonido. Y nació la web.
DEL MEMEX A LAS 3W
Desde 1945, la revista norteamericana Atlantic Monthly había publicado un ensayo titulado «As We May Think» (El modo en que pensamos), donde el investigador Vannevar Bush, reconocido hoy como uno de los padres lejanos de Internet, relataba lo que ya para entonces constituía un serio problema en el avance del conocimiento: la dificultad para manejar la enorme cantidad de información acumulada.
«Nuestra ineptitud para acceder a un dato archivado se debe en gran parte a la artificialidad de los sistemas de índices. Cuando se almacenan datos de cualquier tipo, se ordenan alfabética o numéricamente, y la información solo puede ser recuperada remontando su pista de subclase en subclase.»
Pero Bush introducía no solo el problema, sino también un prototipo de su solución. El Memex, un dispositivo mecánico, cuyo funcionamiento resulta hoy hasta ridículo, constituyó el modelo inicial del concepto nuevo de «ligar» información, mediante nexos inteligentes.
El Memex encarnaría un sistema de indexado asociativo para lograr que «cualquier elemento [dato dentro de un documento] pueda arbitrariamente seleccionar otro de forma inmediata y automática». Y desde entonces, comenzó a nacer la web, y esa idea metafórica y potente de navegar dentro de la información.
LA GENIALIDAD DEL GENIO
Tim Berners-Lee ha recibido grandes honores. La revista Time lo reconoció como uno de los 20 pensadores y científicos más importantes del siglo XX, junto a nombres como los de Einstein, Freud, o Fleming.
Pero su principal contribución no está en esos densos códigos de programación que ideó para aligerar nuestra manera de usar la información digitalizada.
Su genialidad mayor está en haber interpretado la red como un hecho social: «La red es una creación más social que técnica. La diseñé para que tuviera un efecto social -ayudar a la gente a trabajar junta- y no como un juguete técnico. La meta última de la red de redes es apoyar y mejorar la interrelación de nuestra existencia en el mundo.»
Estos son en realidad, los primeros 15 años de aplicación de conceptos comunitarios en el uso de un tipo de tecnología, la digital, que dominará, como ya nadie duda, el perfil de las próximas décadas.
Seguramente para Berners-Lee el mayor agasajo lo brindan cada día más de 700 millones de personas en el mundo al hacer suya la web como nuevo hábitat social en Internet.
Por: Milena Recio
Milena Recio cyt@prensa-latina.cu
La Habana, 17 de septiembre 2006
Prensa Latina , 0, 77, 10