Que triste!, que surrealista!, pero tan real en el Chile actual que se acerca a su bicentenario.
Sin duda, sobre este tema se ha escrito muchas veces, yo creo haberlo hecho por lo menos en los últimos tres años, pero la historia debería ser distinta esta vez, eso esperábamos.¿Pero por que debería ser distinta?. Muy simple, después de la movilización pingüina del año 2006 algo parecía haber pasado en Chile.
Los jóvenes marginados de un sistema educativo de calidad se alzaban y reclamaban por un derecho que la constitución consagra pero no asegura, los jóvenes afortunados cuyos padres podían pagarles colegios más caros que las mejores Universidades del País los apoyaban tomando sus colegios o simplemente paralizando sus clases, los medios de comunicación cubrieron durante un mes toda la movilización estudiantil, logrando por fin tener tiempo para profundizar en este tema, dándose cuenta de las enormes falencias de un sistema que nos vendían como perfecto.
Todos querían mejorar la educación, pero hoy no se escuchan esas voces.
Muchos pensábamos que al salir los resultados publicados, los medios de Comunicación volverían a cubrir el tema educacional, analizando las enormes desigualdades existentes entre las instituciones municipales (públicas) y privadas, pero nada de eso sucedió.
Parece que el análisis tendrá que ser nuestro, vendrá desde los mismos que cuestionamos este sistema y que hasta ahora no hemos sido escuchados de verdad por las autoridades de Gobierno.
La última Prueba de Selección Universitaria PSU la rindieron 211.251 jóvenes, casi 40.000 más que el año anterior, siendo los principales aumentos en los estudiantes de instituciones municipales y subvencionadas. Este aumento en el número de personas inscritas se debe claramente a las becas para rendir la PSU que se obtuvieron gracias a la movilización estudiantil del año 2006.
Elevar el número de estudiantes de colegios municipales que rindieron la PSU no significo un aumento en los jóvenes con opciones para ingresar a la educación superior, al contrario, los estudiantes con posibilidades de postular a las universidades disminuyeron porcentualmente comparados con los del año pasado, tan solo un 57.84% superó los 450 puntos.
Al parecer el que más jóvenes se inscribieran en la PSU y no hayan logrado el puntaje para postular o aún peor, sabiendo que son jóvenes con grandes dificultades sociales, sólo el 82% de los que obtuvieron puntaje para postular podrán optar a un crédito y de ellos tan solo un pequeño porcentaje podrá optar a la Beca Bicentenario, la cual les cubre un millón 150 mil pesos de su arancel.
No es casualidad, sino que el fiel reflejo de un sistema educacional que busca marginar a un número importantes de jóvenes de la posibilidad de estudiar en la educación superior, asegurándole los mejores espacios y oportunidades a la elite económica nacional.
LOS QUE PUEDEN PAGAR SU EDUCACIÓN
Al analizar los sectores de altos ingresos, aquellos que pueden pagar por su educación, lograron en un 92.63% obtener un puntaje que les permite a estos jóvenes postular a la educación superior. Si vemos por niveles de ingreso, el 51.85% de los estudiantes cuyas familias tienen un ingreso sobre 834.000 pesos obtuvo más 600 puntos, mientras que solo el 12.45% de los jóvenes cuyas familias tienen ingresos menores a 834 mil pesos lograron superar los 600 puntos.
Los datos hablan por si solos y nos permiten entender la grave segregación de la educación chilena, que será aun más aberrante y evidente cuando el DEMRE entregue la información dividida por comunas.
Las cifras entregadas por el DEMRE el pasado lunes 8 de enero deberían haber sido analizados públicamente por la ministra de Educación y la Presidenta de la República, pero sólo hubo silencio sobre las desigualdades y elogios a quienes casi por el azar lograron superar las trabas de este modelo educativo.
Estos resultados nos deben avergonzar como sociedad, debido a que con el silencio, la omisión o la sordera de algunos se ha fortalecido una estructura educativa que privilegia a una elite económica y profundiza enormemente las diferencias sociales de cuna.
La educación es el pilar de la sociedad y del Chile actual, que dice ser democrático y participativo, en la práctica es un actor discriminador e injusto con la mayoría de sus miembros.
Las tareas son muchas y debemos llevarlas adelante desde los sectores progresistas y de izquierda, debe ser nuestro desafió.
Nos debemos dar cuenta que con solo permitirles a más jóvenes rendir la PSU no se va a resolver las desigualdades educacionales que se viven desde el jardín infantil o la educación básica entre los estudiantes de bajos y altos ingresos.
Los resultados de la PSU demuestran que las ayudas estudiantiles van a ser completamente insuficientes para satisfacer las necesidades de los jóvenes de colegios municipalizados que ingresen a la educación superior, ya que la gran mayoría se encuentra entre los que pueden postular sin derecho a crédito, es decir, que podrían ser seleccionados por una institución pública para estudiar, pero sin ayuda para cubrir los altos aranceles, y los que pueden optar a crédito, pero sin opción a la beca bicentenario.
Esto es importante de analizar ya que los diferentes estudios realizados sobre renta futura demuestran que los jóvenes que provienen de sectores de menores ingresos tendrán rentas inferiores a aquellos que vienen de sectores de altos ingresos, por lo cual sus opciones de pagar sus créditos serán significativamente menores a la de jóvenes que provienen de familias de ingresos altos.
Es por lo anterior que las principales tareas deben ser la transformación de la LOCE por un nuevo marco regulatorio que ponga en el centro el fin de la desigualdad de todo tipo (social, étnica, sexual, racial, religiosa, cultural, etc.), garantice y genere los mecanismos que permitan educación de calidad para todos, que comprenda la necesidad de que las comunidades educativas (padres, profesores y estudiantes) participen en la generación y aplicación de programas en los establecimientos educacionales, que entregue los recursos necesarios a los establecimientos públicos para su funcionamiento y desarrollo, que asegure el acceso y la permanencia de todo joven con capacidades en cualquiera de los niveles educativos y, por sobre todo, que la educación vuelva a ser la base de una sociedad que cambia sus relaciones internas, fortaleciendo los valores de participación, de construcción colectiva y de respeto por las diferentes formas de pensar.
En materia de educación superior se debe trabajar en un nuevo trato entre las Universidades del Estado y el Estado, que permita a las instituciones de Educación Superior Pública cumplir con sus misiones y trabajar por el desarrollo integral y sustentable de Chile, más que de estar ocupados en saber como obtener más recursos para subsistir.
Se deben realizar cambios profundos en los sistemas de ayudas estudiantiles. Es urgente eliminar el criterio de que sobre los 475 puntos se puede optar a una ayuda estudiantil, ya que las estadísticas demuestran que quienes más necesitan ayudas obtienen menos de ese puntajes y pueden ser seleccionados por alguna institución de educación superior, se debe poner fin a los 550 puntos como mínimo para obtener la Beca Bicentenario, debido a que los jóvenes del primer y segundo quintil en promedio obtienen mucho menos de 550 puntos, por lo que esa beca que tiene un criterio socioeconómico y no de excelencia no cumple su objetivo central.
Por ultimo, es necesario seguir trabajando en un mecanismo que permita que los mejores estudiantes de colegios municipalizados puedan entrar a la educación superior y además se les ayude a tener las condiciones mínimas, que actualmente no se cubren ni garantizan, para poder desarrollar sus potencialidades en la educación superior.
Chile se merece cambiar y los jóvenes debemos construir ese nuevo destino para la patria.
Por Mario Medina Valeria. Licenciado en Ciencias Agropecuarias. Vicepresidente FECH 2005. Secretario Ejecutivo FECH 2006
Santiago de Chile, 10 de enero 2007
Crónica Digital
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