La Segunda Conferencia de Mujeres Socialistas que tuvo lugar en Copenhague, Dinamarca, el 27 de agosto de 1910, estableció el 8 de marzo como Día Internacional de la Mujer. A esta conferencia asistieron más de cien delegadas en representación de sindicatos, partidos socialistas y organizaciones de trabajadoras.
Correspondió a la alemana Clara Zetkin la autoría de esa propuesta. La integrante del Sindicato Internacional de Obreras de la Confección quiso honrar la memoria de un grupo de mujeres que, con gran entereza y valor, ocuparon en 1857 la fábrica textil donde trabajaban en la ciudad de Nueva York, para exigir igualdad de salarios y una jornada de 10 horas de trabajo. La respuesta de los dueños, entonces, no se hizo esperar: provocaron un incendio en la planta ocupada, entre cuyas llamas perecieron las 129 obreras.
Con el paso del tiempo, cercano el fin de la Primera Guerra Mundial y, sobre todo, a partir de 1921, otros países de Europa, América, Asia, África y Oceanía se fueron uniendo a la conmemoración, convertida en jornada simbólica de las aspiraciones y la lucha femeninas por construir un mundo más justo, donde se respeten y reconozcan sus derechos y valores, con igualdad de condiciones y oportunidades.
La Organización de las Naciones Unidas, como un importante foro y espacio multinacional, favoreció la adhesión de muchos otros países a la celebración de este día. Durante la Asamblea General de 1877, se invitó a todos los países miembros a reconocer y conmemorar las múltiples contribuciones de las mujeres a sus sociedades y a promover la toma de conciencia de la situación femenina y sus luchas por vivir en un mundo con menos violencia, menos discriminación y mayor igualdad en la distribución de las oportunidades.
A través de su resolución 32/142, se convocó a todos los países a que proclamaran, de acuerdo con sus tradiciones históricas y costumbres nacionales, un día del año como Día de las Naciones Unidas para los Derechos de la Mujer y la Paz Internacional.
Cada año, ese momento se convierte en motivo de celebración en muchas partes: a más de la mitad de la población se le dedican poemas, cartas, mensajes y postales de felicitación que recuerdan su especial presencia en este mundo. Otras muchas acogen la fecha como momento propicio para impulsar sus luchas ancestrales porque sean reconocidos sus derechos. Más allá de fronteras nacionales y diferencias étnicas, lingüísticas, culturales, económicas y políticas, las mujeres de los cinco continentes organizan diversos eventos para conmemorar ese día y hacer un llamado a la conciencia internacional acerca de que no sólo les corresponden la mitad de las obligaciones, sino también de los derechos.
Santiago de Chile, 8 de marzo 2006
Crónica Digital/Revista Mujeres , 0, 376, 8