El controvertido organismo será sustituido por el ahora denominado Consejo de Derechos Humanos. Digamos, pues, adiós a la CDH, bienvenido el CDH.
A manera de virtual funeral, la Comisión efectuó este lunes su 62 y final período de sesiones en la tradicional sede ginebrina, ante protestas por la falta de temas de fondo en la agenda.
«Queremos expresar nuestra profunda insatisfacción y molestia porque la última sesión de la Comisión ha estado desprovista de sustancia», afirmó un representante sudamericano.
El órgano -dijo- «dejó pasar la oportunidad de abordar asuntos que preocupan a la comunidad internacional».
El peruano Manuel Rodríguez Cuadros, quien presidió la reunión, la consideró histórica por cerrar un ciclo en el trabajo de ONU y dar paso al Consejo, que calificó de «un nuevo horizonte» en la labor del organismo mundial.
Los 47 miembros del Consejo serán elegidos el 9 de mayo en la Asamblea General de la ONU, en Nueva York, mediante sufragio secreto y por el sistema de mayoría simple (96 votos).
La Alta Comisionada para los Derechos Humanos, la canadiense Louise Arbour, encomió el legado de la CDH e informó que la primera cita del nuevo Consejo será el 9 de mayo.
En esa fecha serán electos sus 47 miembros y la primera sesión será el 19 de junio, también en Ginebra.
«Su credibilidad requiere acciones rápidas en asuntos vitales y la toma de medidas urgentes para asegurar que no haya una brecha en la protección de los derechos humanos», alertó Arbour.
Delegados latinoamericanos consideraban vital un debate «premortem» con asuntos tales como la protección de las personas contra las desapariciones forzadas y los derechos de los pueblos indígenas.
En la vista postrera de la CDH, hablaron delegados de Brasil, Marruecos, Arabia Saudita, Azerbaiyan y Holanda, y un vocero en representación de 265 organizaciones no gubernamentales, entre otros.
El proyecto para la creación del Consejo de Derechos Humanos contó con el voto favorable de 170 de las 191 naciones que forman parte de ONU.
Estados Unidos, Israel, Islas Marshal y Palau, lo hicieron en contra, en lo que se consideró una maniobra.
A diferencia de la CDH, el Consejo no dependerá del Consejo Económico y Social de ONU, sino de la Asamblea General.
Entre las diferencias notables de ambos órganos, se incluye la de que ahora los países electos pueden ser suspendidos de su membresía en caso de violaciones a los derechos humanos.
El selecto Consejo -es lo cierto- se gestó con apoyo total y liderazgo absoluto de Estados Unidos.
El continente africano, que históricamente contó con 23 representantes en la CDH, sólo tendría 13 en el Consejo, mientras el llamado grupo de los 80 (G-80), de 10 que tiene ahora, se quedaría en tres, según trascendidos.
El nuevo instrumento apunta a ser vulnerable a presiones y acciones de algunas grandes potencias que conforman el Consejo de Seguridad.
Analistas que sostienen ese punto de vista opinan, además, que, en efecto, la CDH se convirtió en una especie de tribunal al que no fueron enviados países del llamado primer mundo.
De hecho, el Departamento de Estado respalda que los miembros permanentes del Consejo de Seguridad lo sean también del proyectado Consejo.
En realidad, la CDH devino un gimnasio para hacer ejercicios de hegemonismo y selectividad en materia de derechos económicos, políticos, sociales, culturales y de diverso corte.
Sin embargo, los derechos a la vivienda, la alimentación, la salud y la educación, no contaron con frecuencia en sus agendas.
¿Cuánto pesaron en la credibilidad y el trabajo de la CDH las maniobras y acciones promovidas por Washington y países de la Unión Europea contra pequeños estados? Estados Unidos no fue elegido para integrar la CDH en el año 2001, como voto de castigo de la mayor parte del mundo ante sus abiertas o encubiertas imposiciones y manipulaciones.
No pocas veces trascendió en los pasillos de la CDH, en Ginebra, el disgusto expreso por representantes de Estados Unidos o de Gran Bretaña ante la creación de determinados grupos de trabajo creados en ese organismo.
Se citan entre estos los de desapariciones forzadas, detenciones arbitrarias, mercenarios y los relatores sobre educación, alimentación, poblaciones indígenas, salud, torturas, vivienda, ejecuciones sumarias y desechos tóxicos, entre otros.
El gobierno de George W. Bush se negó a recibir a Jean Ziegler, relator especial en la Comisión de Derechos Humanos sobre el derecho a la alimentación. Curioso.
El profesor Cherif Bassiouni, relator en esa misma Comisión sobre la situación de los derechos humanos en Afganistán, describió en un informe las torturas y asesinatos cometidos por el ejército estadounidenses en esa nación asiática.
La CDH lo «premió» con la no renovación de su mandato.
Cinco expertos de la CDH denunciaron torturas reportadas en el centro de detención de la ilegal base naval de Estados Unidos en Guantánamo, en Cuba, y recomendaron el cierre de éste. Silencio absoluto.
El multilateralismo, que equivale a respeto a la igualdad soberana, está en juego con la creación del Consejo de Derechos Humanos y la desaparición de la CDH.
Un influyente periódico latinoamericano opinó este lunes que «el Consejo de Derechos Humanos de la ONU nació maniatado por las imposiciones de Estados Unidos».
«El principio racional de igualdad de voto en la conformación de este cuerpo fue vetado por el representante estadounidense, John R. Bolton, conocido en los corrillos diplomáticos de la organización como La Bestia», comentó el propio medio.
Por: Roberto Gili Colom, especial para Crónica Digital. El autor es periodista de Prensa Latina.
Santiago de Chile, 27 de marzo 2006
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