Desde mucho antes de llegar, algunas de ellas se habían ganado espacios en la prensa y los rumores sobre su calidad, montajes originales o búsquedas de tipo formal circulaban en una ciudad donde las artes escénicas constituyen un personaje omnipresente.
Argentina, Brasil, Cuba, Ecuador, México, Perú, Uruguay, Venezuela y República Dominicana desfilarán con sus propuestas ante un público ávido de conectarse con lo que ocurre en su propia región, tan cercana y a veces, paradójicamente, tan distante.
La capital colombiana es una especie de escena gigante con sus 21 salas convencionales y múltiples espacios alternativos, además de Corferias y sus 40 mil metros cuadrados al servicio de su majestad el teatro, con un séquito de tres mil artistas a su entero servicio.
En ese panorama, sobresale Argentina escoltada por una de sus grandes divas, Norma Aleandro, quien tiene tras sí premios como el de mejor interpretación femenina en Cannes y San Sebastián por La historia oficial, además de poseer uno de los codiciados Globos de Oro.
Trajo a Bogotá su unipersonal titulado Sobre el amor y otros cuentos sobre el amor, una pieza de su autoría, dirigida e interpretada por ella y basada en textos de escritores y dramaturgos universales.
El guión incluye a poetas del siglo de oro hispano, narradores como García Márquez y Vargas Llosa, que hablan de esas pasiones devastadoras, desatadas y sin remedio, que los franceses acuñaron con un término tan definitorio como preciso: amor loco.
Un sendero por el que se extravían desde tiempos inmemoriales todos los amantes arrebatados, y desesperados, que en el mundo han sido.
Junto a Aleandro, su coterráneo Rafael Spregelbud, uno de los más prestigiosos del área, destila humor corrosivo con la puesta de La estupidez.
Tres compañías de América Latina se erigen entre las más relevantes de las reunidas en Bogotá.
Una de ellas procede también de Argentina, se nombra De la Guarda y su director, Pichon Baldinu, prefirió explotar el espacio aéreo en una aventura enfilada a estimular y embriagar los sentidos, titulada Villa-Villa.
Produce, según los críticos, un estado semejante al del triunfo del equipo favorito de futbol en un campeonato mundial. Otros aseguran tajantes: «es mejor que el sexo».
La segunda agrupación insignia es la cubana Teatro Buendía, al mando de Flora Lauten y con el respaldo en investigación, asesoría, dramaturgia, escenarios, y diálogos de Raquel Carrió. Ambas tramaron la ópera bufa Charenton, 10 cuadros y un epílogo.
Partieron del Marat Sade, de Peter Weiss, para elaborar una fábula incisiva e ingeniosa, portadora de una poética singular, que aborda problemáticas contemporáneas, sin desechar el aliento épico de la obra de Weiss.
El trío lo completa Malayerba, de Ecuador, dirigida por el argentino Arístides Vargas, quien trae a escena la historia de una joven (La muchacha de los libros usados), con una vida marcada por los abusos y la violencia.
Brasil presentará cartas credenciales con la Cia Dos Atores, fundada en 1988 en Río de Janeiro, apegada a lo experimental en su montaje Ensayo Hamlet, con los actores deplegados en una clase de pista, al estilo circense.
Adentrados en esa atmósfera se entregan a un juego teatral con muñecos inflables, tenedores, arroz y agua.
Los espectadores tienen donde escoger entre las propuestas latinoamericanas y los restantes espectáculos (66) de 42 países congregados en esta cita en la que se programan 700 funciones.
La víspera transcurrió, en medio de una llovizna persistente y una humedad de 95 grados, el tradicional desfile liderado por Fanny Mikey, la presidenta del festival, con 21 comparsas y tres mil artistas vitoreados por un público devoto de esta fiesta bienal que los enriquece.
Por: Anubis Galardy, enviada especial
Bogota, 3 de abril 2006
Prensa Latina
, 0, 144, 9