Las plantas de celulosa requieren un tratamiento totalmente distinto, una localización totalmente adecuada y un manejo de los residuos limpios con un circuito cerrado, señaló Horvath.
A su juicio, lo ideal es que las industrias de celulosa aprovechen su propia agua, o que por lo menos reciclen la mayor cantidad posible, para depositar los elementos contaminantes en lagunas de estabilización.
Creo que esa etapa está faltando y se va a producir un conflicto que se podría haber resuelto con anticipación a través del proceso de ordenamiento territorial en la parte continental y a través de la zonificación del borde costero, dijo el parlamentario.
COMUNIDADES DEBEN RECLAMAR SUS DERECHOS
El parlamentario señaló que la inminente puesta en marcha de la planta de Nueva Aldea y la evacuación de riles al río es grave, puesto que sus residuos industriales líquidos (riles) tendrán un gran impacto en la cuenca del Itata, como los daños que tenemos claramente identificados del proyecto Celco en Valdivia.
Cabe recordar que los agricultores de la comuna de Trehuaco, cercana al nuevo complejo de Celco, han manifestado su creciente preocupación puesto que en los meses de invierno el caudal del río Itata inunda las vegas de cultivo, lo que provocará daños en la producción agrícola y en los pozos de agua.
Horvath dijo que las actividades productivas campesinas de la zona son previas a la instalación del mega proyecto y, por lo tanto, deben ser respetadas y tomadas en cuenta.
Deben reclamar sus derechos, porque son actividades que están legalmente constituidas y que tienen tradición e identidad cultural. Ellos tienen que pedir formalmente a la Conama y a todas las autoridades regionales una fórmula para que sean respetados sus derechos, argumentó.
LEGISLACION Y ORDENAMIENTO TERRITORIAL DEFICIENTE
El legislador aseguró que el tema de fondo es la localización del proyecto perteneciente al grupo Angelini, que se ubicó en el sector de río Itata sin estudios previos y claramente mal concebido, recalcando que los terrenos del valle del Itata son privilegiados para la vinicultura y la producción de vinos.
En una etapa previa piensan poner los riles en el río Itata y después descargarlos en el mar. Esto es grave, porque normalmente las plantas de celulosa usan cloro o dióxido de cloro para blanquear y sus productos organoclarados (como las dioxinas y los furanos) son cancerígenos, mutagénicos y con muchos elementos en controversia, explicó.
NO SE RESPETA EL CONVENIO DE ESTOCOLMO
El senador recordó que las dioxinas son bioacumulables y que por lo tanto se pueden traspasar al ser humano, argumentos que son cubiertos por el Convenio de Estocolmo sobre Contaminantes Orgánicos Persistentes (COPs), ratificado por Chile en enero de 2005.
Los contaminantes orgánicos persistentes tanto en el río como en el mar no se degradan ni se diluyen fácilmente. Además, Chile firmó el convenio de Estocolmo en el cual garantiza que no vamos a contaminar el mar con contaminantes orgánicos persistentes, denunció.
Cabe recordar que la otra planta de Celco ubicada en la provincia de Valdivia, en la Décima Región, fue construida en el valle de San José de la Mariquina, con descarga de riles al río Cruces, que 35 kilómetros aguas abajo da vida al primer sitio Ramsar chileno, el santuario de la naturaleza «Carlos Anwandter», considerado hasta el año 2004 el principal sitio de anidación de cisnes de cuello negro de Sudamérica, lugar de investigaciones científicas y polo de atracción turística para miles de visitantes que llegaban a Valdivia.
Dada la presión ejercida por la ciudadanía, para salvar el preciado lugar, la Conama decidió encargar un estudio científico a la Universidad Austral que finalmente responsabilizó a la planta de Celco del cambio en la calidad del agua del río Cruces, curso al que aporta 77 millones de litros de riles diarios, constituyendo el 92 por ciento de aporte de las aguas no deseadas.
Santiago de Chile, 3 de abril 2006
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