MARÍA HUERTA, DIRIGENTA ESTUDIANTIL:»EL DERECHO A LA EDUCACIÓN ES LO PRIMERO»

Ella es María Huerta, la escolar representante de la Asamblea Nacional de Estudiantes Secundarios en la entidad presidencial. Apuntando, segura, a la base del entramado del sistema educacional, la dirigenta deja en claro que las demandas del estudiantado implican una cirugía mayor a la educación chilena.

«Antes de nada es importante definir qué se entiende por educación, derecho a la educación y libertad de enseñanza. Yo privilegio el derecho a la educación», dijo a los especialistas en la sesión inaugural del Consejo.

María tiene 18 años de edad. Es presidenta del Centro de Alumnos del Instituto Superior de Comercio. Egresa, este año, como Técnico en Contabilidad. Dice que lo del movimiento estudiantil es algo normal, «a mi siempre me dijeron que en democracia se puede pensar, hablar y criticar». Quiere estudiar en la Universidad. «Primero pensé en Ciencias Políticas pero me di cuenta que en Chile esa es una carrera elitista al cual ingresan los que tienen plata o tienen vinculaciones con partidos políticos, y como yo ni tengo plata ni pertenezco a ningún partido iba a estar jodida». A renglón seguido agrega : «mi madre es obrera, hace aseo en un Mall. Es la típica trabajadora que gana 120 mil pesos pero que al final recibe sólo 80 mil. Mi papá falleció cuando yo era chica. Era comerciante y trabajaba en el barrio Franklin».

La Asamblea Nacional de Estudiantes Secundarios debatió largamente antes de aceptar su participación en el Consejo Asesor para la Calidad de la Educación ¿Por qué, finalmente, determinaron sentarse a la mesa y formar parte de esta Comisión?

«En primer lugar, cabe señalar que nosotros nunca le hemos dado nuestra plena confianza a esta mesa. Si estamos sentados ahí es porque pensamos que es imprescindible que la voz de los estudiantes secundarios se haga escuchar a través de nosotros mismos y no a través de intermediarios ajenos al movimiento de los secundarios. Queremos que los demás escuchen en vivo y en directo lo que pensamos. Esta es la principal razón».

Tú dices que la Comisión no les da plena confianza. Explícame por qué.
«Hay personas en la mesa que están por el sistema neoliberal de la educación. También hay sostenedores de algunos liceos -cosa que no me parece mal- pero hay sostenedores y «sostenedores». Está el que realmente sustenta su Liceo y está el sostenedor que hace un usufructo de la educación chilena. Hay dueños de colegios que ejercen de Director o Rector y sociólogos como un señor de apellido Cox que promueven la educación neoliberal. Me he topado dos o tres veces con él en foros y he escuchado su postura y siempre es la misma. Yo no concuerdo con su visión. Ahora bien, yo creo en el libre albedrío de que uno se puede educar donde a uno le plazca. Pero la educación no puede estar al servicio de una economía neoliberal y es lo que en el fondo él plantea».

A tu juicio cómo se expresa el neoliberalismo en la educación

«En la LOCE (Ley Orgánica Constitucional de la Enseñanza) como cuerpo legal y en la visión que tienen muchos de los que están encargados de educarnos. En resumen, nosotros comprendemos como neoliberalismo en la educación el hecho de que cualquier persona pueda abrir una institución educacional, pueda enseñar lo que quiera, cobrar lo que quiera y hacer lo que quiera de las personas que estudian ahí. Entonces no es necesario meterse en grandes teorías sobre el neoliberalismo sino ver la realidad de las escuelas para ricos y para pobres, por ejemplo.. Es cuestión de mirar alrededor y constatar que el sistema económico neoliberal que nos rige permite sólo a los que tienen dinero acceder a una educación de mejor calidad, a colegios mejores equipados, en fin. Ahí se ve el neoliberalismo que considera a la educación como una empresa más. Yo creo que cuando los sostenedores cumplen con su rol y se apegan a la malla curricular y le exigen al alumnado, no está mal. Pero está mal cuando un sostenedor hace de un Liceo una empresa para obtener beneficios económicos, cobra dinero y no enseña ni entrega educación de calidad».

Volviendo al tema del Consejo Asesor. Tras participar en la sesión inaugural como representante del movimiento estudiantil secundario ¿Qué te dejó esta primera reunión?

«Alegría y pena. Alegría porque yo tenía prejuicios de bastantes personas que hoy día me demostraron que no pensaban como yo creía. No sé los nombres, pero son personas que en realidad se dan cuenta de la desigualdad educativa que afecta a la gran mayoría de los jóvenes chilenos y en cierta manera tienen la voluntad para mejorar esta situación. Bueno, y pena porque como te decía antes, en el Consejo hay personajes que tienen una mirada economicista de la educación, que quieren dejar todo en un plano de ambigüedad legal porque eso es lo que les convienen para continuar haciendo de la educación un comercio».

¿Qué temas abordaron?

«La tabla ya estaba predeterminada. Los puntos incluidos eran LOCE, municipalización y calidad de la educación».

¿Se habló de la derogación o modificación de la LOCE?

«No, nunca, ni lo uno ni lo otro. Ni lo tiraron (el tema) al boleo ni tampoco estaba escrito. Para nada. Pero sí estaba el tema de la libertad de enseñanza versus el derecho a la educación, que es un tema fundamental a lo menos para nosotros los secundarios».

Y cuál fue tu planteamiento

«Yo planteé inmediatamente que definiéramos qué se entiende por educación, derecho a la educación y por libertad de enseñanza. Yo privilegio el derecho a la educación por sobre la libertad de la enseñanza. Ahora, entiendo que el tema de la libertad de enseñanza queramos o no siempre va a estar ahí y no vamos a poder modificar la ley, en ese sentido. Pero tiene que construirse un sistema de fiscalización que vele por lo que uno en teoría entiende por eso, es decir tener la facultad de elegir entre muchas modalidades de educación de calidad y no libertad de enseñanza que abra las puertas al lucro, como la interpretan algunos personajes. En este contexto, yo argumenté que el Estado no debía aumentar más la subvención a los colegios particulares-subvencionados».

Respecto a la subvención del Estado a los colegios municipalizados ¿cuál es tu posición?

«Aumentarla».

¿Por qué?

«Si en el contexto del financiamiento tomamos como parámetro la calidad de la educación y decimos que el colegio particular está en una escala de 7, la de un particular-subvencionado en 5 y la de un municipal en 3; entonces tenemos que hacer todo lo posible para que el municipal suba por lo menos al 6, y no tratar de desequilibrar esto. Yo creo que el rol del Estado, hoy en día, deber ser el de generar y promover una igualdad. El Estado debe velar porque existan, en la comunas vulnerables, muchos establecimientos educativos municipales como el Instituto Nacional, Liceo 1 o el Carmela Carvajal, de tal manera que los jóvenes pertenecientes a familias vulnerables pudieran también recibir una mejor educación».

¿Por qué crees que mucha gente modesta elige un colegio particular subvencionado?

«Por la infraestructura bonita. Lamentablemente en Chile nos educan en que todo entra por la vista y a nuestros padres también le entra todo por la vista. Entonces, cuando ven un colegio particular-subvencionado tan hermoso, tan precioso en medio de toda una barriada, en medio de un piso de tierra, se ve espectacular; aunque la educación adentro sea peor o igual que la del municipal que tienen al lado de la casa. Ellos creen -no solamente ellos sino también sus hijos- que al estar en un particular subvencionado suben de prestigio, suben un poquito de pelo. Y además porque confían en que su hijo va tener mejor educación que en un municipal. Obviamente que influye toda esta parafernaria exterior del liceo lindo, profesores correctamente vestidos, etc, etc.. También hay que decir que dado el sistema educacional imperante, el particular subvencionado puede recibir y echar a los alumnos a su antojo. En cambio la escuela municipal no discrimina. Yo misma estudié en la Escuela Municipal República de Haití. El colegio no era malo pero el alumnado era pésimo porque llegaban todos los que la escuela Hermanos Matte no aceptaba».

Una de las demandas principales del movimiento secundario es la revisión de la LOCE. Tu afirmas que este tema no ha sido tocado y que solamente se han planteado algunas interrogantes bastante ambiguas al respecto. ¿A qué se debería esta ambigüedad?

«Lo voy a decir como María Huerta, no como Asamblea porque ésta todavía no tiene una postura clara al respecto. El tratar, derechamente, la modificación o derogación de la LOCE, significa asumir frente a todo un país que están mal. Significa asumir frente a la sociedad que no se va poder seguir creando bienes económicos u obteniendo utilidades a través de la educación. El tema de la LOCE despierta dos tipos de miedo: uno del lado de los que temen perder sus intereses económicos y el otro de quienes temen construir algo nuevo».

Cómo has llegado a tener esta suerte de «educación cívica». ¿Es legado de tu paso por la escuela, ahora por el Instituto donde estudias o porque has recibido educación política?

«Puede que algunos profesores que tienen visiones propias, mayoritariamente los profesores de historia o de contabilidad, también, hayan dejado huellas en mi. Pero más bien ha sido mi propio interés por educarme. Además, yo creo que la educación que uno tiene no es sólo la que recibe en Liceo y en la casa. Es también la que uno quiere tener. A mi el saber de leyes, de la LOCE, de tales o cuales decretos de leyes y miles de cosas más me costó años. No fue una cosa que yo la aprendiera en 24 horas o en un mes».

Es decir, ¿desmientes el rumor de que ustedes estarían influenciados por personas militantes de partido ajenos al movimiento estudiantil?

«No descarto la posibilidad que haya algunos jóvenes que dado su militancia política tengan una conocimiento más profundo sobre el tema educacional. Pero lo que nosotros hemos aprendido no es producto de lo que un tutor o un partido político nos haya estado dictando ni tampoco es porque en nuestros liceos la enseñanza sea tan regia y espectacular. Yo apuesto a que nosotros mismos nos hemos esforzado. Los mismos seremis (secretarios regionales ministeriales) de Educación son testigo de esto. Año, tras año les vamos a golpear la puerta para inquirirle información sobre esto y lo otro, para decirle que queremos trabajar que queremos educarnos. El hecho que los chicos en la Asamblea peleen porque las políticas partidistas queden de lado, demuestra que al movimiento estudiantil no lo mueven las propuestas ni discusiones educacionales partidistas. La Asamblea está por propuestas en conjunto, sin mirar de dónde vengo y cuánto tengo. Lo que queremos es que ricos y pobres o vulnerables tengan igualdad frente a la educación. Los jóvenes están cansados de constatar que rindieron una mala PSU (Prueba de Selección Universitaria) en comparación con el resultado obtenido por un joven de colegio particular. Están cansados de cargar ese sentimiento de «por qué a mi el Gobierno no me dio la educación que merecía o la que yo quería». Es hora que se comprenda que nosotros estamos luchando por un derecho a la educación y no por un privilegio.»

María, ustedes como dirigentes estudiantiles y el movimiento como tal han causado la admiración y el respeto prácticamente de todo Chile. Tu misma contaste que al salir de una Asamblea se te acercó una mujer y te dijo «vuelvo a creer en mi país». ¿Qué sientes tú frente al verse calificados como una suerte de héroes y heroínas que han instalado en la sociedad un debate tan crucial para vida del país que ni el gremio de profesores lo había logrado?

«Yo creo que todo este revuelo que hemos causado sorprende, sobre todo a los adultos, porque durante la dictadura y, por qué no decirlo, en la etapa post dictadura a las personas les robaron el derecho a hablar, a expresarse, a criticar lo que encuentran injusto. En cierto modo, las mutilaron, las amputaron y las dejaron tan cuadradas metidas en un sistema de vida que llegaron a convertirse en una especie de zombies del sistema, sin que ellas mismas se dieran cuenta. Entonces, mirado así puedo entender la reacción de mucha gente. Pero sin perjuicio de reconocer que lo que hacemos como movimiento es valorable y respetable, a mi me gustaría que se entendiera desde otra perspectiva».

¿Y cuál es esa perspectiva?

«Que es normal luchar por sus derechos. Estamos en democracia y nosotros nacimos y crecimos en democracia. La democracia significa que uno tiene derecho pensar, a hablar, a criticar y los demás la pueden criticar a uno. En mi opinión es lo que una persona tiene que hacer. Hay que entender que nosotros estamos ejerciendo un derecho. La educación es un tema que está presente en todos los aspectos de la vida. No hay rincón de la sociedad donde no esté presente. Como estudiantes estamos claros de esto porque involucra la vida nuestra y la de los que vienen detrás»./pll

Por: Galy Chávez. PIIE Tomado del portal: www.porlalibre.org

Santiago de Chile, 22 de junio 2006
Crónica Digital
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AUTORIDAD SI, VIOLENCIA NO

Jue Jun 22 , 2006
sino en generar condiciones que abran paso a la movilización de las capacidades de una pluralidad de personas, por ideas y valores comunes, que es lo que permite, en definitiva, «poder» cambiar la sociedad para mejor. Ser Gobierno democrático implica mucho más que elegir a un Mandatario en un rito que se repite cada cierta cantidad de años. Significa, sobre todo, poner en acto una concepción del poder como una capacidad que no pertenece a ningún individuo en particular, sino a grupos humanos que salen de su esfera particular para, mancomunadamente, emprender nuevos rumbos, ejercicio que debe venir facilitado por la autoridad legítima -el reconocimiento- que han de ganarse día a día quienes gobiernan para conducir, competente y responsablemente, estos procesos de cambio. En efecto, de modo diferente a lo que a veces se piensa, el poder jamás surge de la violencia, sino que emana del hecho de que personas se junten y procedan concertadamente para lograr un propósito común. Es la concertación de hombres y mujeres -«la unión hace la fuerza», dice el refrán- lo que le resulta consustancial al poder, no la violencia. Es más, la violencia no es equiparable al poder, porque el dominio por la violencia entra en juego precisamente cuando se está perdiendo poder. Y una vez utilizada la violencia en pos del dominio, su uso cobra su precio tanto en los vencidos como en los vencedores, toda vez que ella implica una crisis de poder, es decir, una en la capacidad para actuar juntos. El ejemplo más palpable, triste y siniestro de ello fue el Gobierno militar y de la derecha chilena que ejerció sistemáticamente la violencia durante casi dos décadas en nuestro país. Dicho Gobierno fue dictatorial en tanto eliminó el nivel intermedio de la legalidad, volviendo el mandato de Augusto Pinochet en ley, suspendiendo el Estado de derecho e instalando un permanente estado de excepción. Fue, además, autoritario, porque las relaciones de poder que se establecieron prescindieron de los procesos de legitimación previos, destacando el uso de la fuerza, del terrorismo de Estado como el modus operandi principal. Tal régimen fue, a su vez, totalitario, porque mantuvo el monopolio de todas las formas y espacios de ejercicio del poder, imponiendo una ideología oficial incuestionable; una policía secreta terrorista, que combatía a grupos declarados «enemigos de la sociedad»; un monopolio de los medios noticiosos y de información, así como universidades, en manos directamente de los militares o de cuadros de ultraderecha designados, nunca elegidos, entre otros aspectos. Pero aunque resulte extraño decirlo, el régimen pinochetista fue extremadamente débil desde el punto de vista del poder y es por ello que tuvo que recurrir constantemente al uso de la violencia para asegurar su dominio, hasta que fue derrotado precisamente por el poder de las mayorías. De modo distinto, un Gobierno democrático debe concebir al poder y la violencia como opuestos: donde uno domina falta absolutamente el otro. Como lo señaló alguna vez Hannah Arendt, la violencia aparece donde el poder está en peligro, pero […]

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