Aunque cansados y tensos por el desgaste del enfrentamiento con los ejecutivos del consorcio, dominado por la anglo-australiana BHP Billiton, están convencidos que el tiempo corre a su favor, y la prepotencia y el desprecio conque son tratados no durará mucho.
«Lo que hemos logrado hasta ahora ya es un éxito para los trabajadores y sienta un precedente histórico. En cualquier otra negociación, el acuerdo ya estaría firmado», afirma César Mendoza, ingeniero comercial y principal asesor del sindicato minero.
Los resultados, aún inconclusos, le dan la razón: en 20 días de huelga la empresa ha duplicado su oferta inicial de bonos y préstamos, de ocho mil 500 dólares iniciales a 17 mil 800 que ofreció en el último encuentro formal de la mesa.
En cuanto a los reajustes salariales, subió en el mismo período 1,5 por ciento sobre el índice de precios al consumidor, al cuatro.
Aunque aún están distantes de los reclamos que hace el gremio -que también bajó sus demandas iniciales- las posiciones tienden a acercarse.
Como un mapa estratégico que sirve de guía en el proceso de negociaciones, Mendoza explica que en los primeros ocho días de paro «la empresa era mucho más fuerte que nosotros», pero después paulatinamente «las fuerzas se fueron invirtiendo».
«La empresa empieza a sufrir pérdidas que no alcanzan a compensar el alza de los precios del cobre, las que van acumulando día a día», resalta del ingeniero, quien asegura que en la etapa en que están «nosotros tenemos una posición más fuerte».
Pero en caso de que la empresa no ceda aún, el gremio tiene otras opciones contempladas. «Mañana llegan dos científicos con doctorados en Biología y Matemática, para iniciar análisis ambientales uno, y las evaluaciones tributarias el otro», adelantó Mendoza.
«Estos informes son parte de nuestras armas estratégicas y constituyen el seguro con que contarán los trabajadores para no ser despedidos y una presión adicional para que la empresa -que no está muy limpia en estos aspectos- acceda a un acuerdo lo antes posible», dijo.
En el plano político, los dirigentes gremiales también muestran su fe en la causa que defienden. Para ellos, la huelga forma parte de un movimiento con una proyección que va más allá de una simple demanda salarial: la lucha por la renacionalización del cobre chileno.
Pedro Marín, vocero principal del gremio, asegura que sus demandas son tan justas como lo fueron en su tiempo la lucha del movimiento obrero por la jornada laboral de ocho horas y otros conflictos a lo largo de la historia «que costó la vida a tantos trabajadores».
«La prensa acaba de publicar que BHP Billiton obtuvo utilidades por dos mil 790 millones de dólares en el primer semestre de 2006. Esto es mucho más de lo que quieren sus trabajadores, la actual planilla de sueldo alcanza apenas al uno por ciento de esas ganancias», resalta.
Señaló que aún así no están dispuestos a concederlo a los trabajadores y en lugar de ello prefieren dárselo a los inversionistas. «Por eso nosotros insistimos que este es un conflicto más ideológico que económico», sostuvo.
Marín, un fuerte partidario de la renacionalización del cobre, afirma que con las utilidades de Escondida, si se pudieran quedar en Chile, se podrían resolver la mayor parte de los más graves problemas que enfrenta el país en términos de pobreza y desigualdad social.
El cobre, principal riqueza nacional, fue nacionalizado por el presidente Salvador Allende en 1971. Tras el golpe militar que lo derrocó dos años después comenzó un proceso de privatizaciones del sector, que aceleraron los gobiernos de la Concertación a partir de 1990.
En la actualidad más del 67 por ciento de la producción está en manos de grandes transnacionales. Solamente este año, por los altos precios del metal rojo, estos conglomerados sacarán del país cerca de 10 mil millones de dólares por concepto de utilidades.
Santiago de Chile, 28 de agosto 2006
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