Por ejemplo:
Entre el lugar social de los pobres o de las víctimas (las grandes mayorías de nuestro
continente, que son pueblo creyente o iglesia de los pobres), el que constituiría otro punto de partida para la labor teológica (subrayado mío) que la fe apostólica transmi-tida por la Iglesia.
Entre la particular humanidad histórica de Jesús de Nazaret, y el Hijo de Dios o su
Verbo eterno, el que se encarna (kenóticamente) en o asume la humanidad concreta, limitada y vulnerable, de ese judío marginal en el mundo fascinante y cruel del Imperio romano.
Entre Jesús como Mediador del Reino (en su ministerio histórico, y en su influjo espiritual como Señor resucitado, en las iglesias y en el mundo), y el Reinado mismo de Dios (el que implica que se haga su voluntad, en la tierra…; voluntad que es de justicia y vida abundante para todos, partiendo por los empobrecidos y los excluidos.
Entre el seguimiento creyente y práctico de Jesús, con la fuerza del Espíritu, seguimiento o discipulado del que habla todo el Nuevo Testamento (pero no la Notificación, salvo tal vez cuando se refiere al moralismo), y la transformación ontológica obrada por Jesucristo en su pascua y actualizada en los sacramentos de la Iglesia (transformación interior que parece llenar todo el horizonte salvífico o soteriológico del documento vaticano).
2. EN LA CRISTOLOGIA de la Notificación, desde su punto de partida:
Esa cristología, presentada como la de la Iglesia, me parece, desde mi perspectiva,
obsesivamente fijada (diría, de modo fundamentalista) en las formulaciones dogmáticas de los Concilios de los siglos IVº y Vº. Formulaciones cuyo centro de interés y lenguaje están fuertemente condicionados lejos de las muchedumbres abandonadas que seguían a Jesús en Galilea o en camino a Jerusalén por la filosofía griega, más preocupada ésta por definir la esencia de los seres, que por la vida y convivencia humanas de la gente común.
En cambio, resulta chocante el doble desconocimiento, por un lado, de la visión más reciente del Jesús humano y su causa, en el contexto histórico de su país y tiempo, como lo han mostrado las ciencias bíblicas. aplicadas a los evangelios sinópticos y a todo el Nuevo Testamento (con los métodos histórico-críticos aprobados y recomendados por la alta Jerarquía católica).
Y por otro lado, el desconocimiento de la realidad de esta América indo-afro-latina. Realidad no sólo socioeconómica y política, sino también cultural y religiosa, de un continente que incluye hoy a cerca de la mitad de los fieles de la Iglesia católica. Como si esa realidad, tan sufrida y todavía esperanzada, y más globalmente, la realidad de una civilización del capital que produce masivamente gravísimas carencias, deshumanización de las personas, destrucción de la familia humana y grave amenaza a la supervivencia del planeta,… no afectara al Dios de Jesucristo y fuera irrelevante para la teología cristiana.
Doble desconocimiento que me parece contradictorio con las orientaciones del Vaticano II (especialmente en la Dei Verbum y la Gaudium et Spes), así como de parte importante del magisterio de Pablo VI (especialmente en la Evangelii Nuntiandi) y de Juan Pablo II (especialmente en sus discursos a los pueblos latinoamericanos y en la Ecclesia in America). Para no hablar de las Conferencias del Episcopado Latino- americano (en especial las de Medellín y Puebla) con sus Conclusiones aprobadas por esos mismos Papas.
MI TESTIMONIO SOBRE LA OBRA DE JON SOBRINO
Ante la presente Notificación vaticana, siento como un deber entregar modestamente mi testimonio del valioso aporte recibido en América Latina de la obra cristológica y evangelizadora de este hermano, latinoamericano de corazón y de jugarse la vida.
Lo hago desde mis cuarenta años de estudio y de docencia académica, en cristología y sobre Dios de los cristianos, siempre conviviendo con modestos pobladores y caminando en comunidades cristianas, en la periferia de Santiago de Chile o en los campos del Sur del país.
Años salpicados de rápidas salidas a países hermanos, para trabajo teológico en equipo y pequeños servicios a diversas comunidades e iglesias, por cierto siempre aprendiendo mucho de esas comunidades y de sus pueblos.
Inmenso aporte del hermano Jon Sobrino, en profundidad creyente, profética y martirial, en amor apasionado a Jesucristo y a su pobres, en claridad de pensamiento y rigor sistemático.
Aporte recibido por una muchedumbre de cristianos y comunidades eclesiales en este sufrido y aun esperanzado continente, víctima en sus grandes mayorías empobrecidas de tanta injusticia y de tanta violencia.
Desde su temprana Cristología desde América Latina(México, 1977), hasta su reciente ensayo Extra pauperes nulla salus(fuera de los pobres no hay salvación) (en: Revista Latinoamericana de Teología (San Salvador), Septiembre-Diciembre 2006, pp. 219-261).Ha sido una larga búsqueda, humilde y autoexigente, siempre en pos de mayor fidelidad evan- gélica y mayor realismo histórico, de una comunión más amplia y explícita con la fe de la Iglesia, de un servicio teológico más claro y responsable al discipulado de Jesús y a su causa del Reinado de Dios en nuestras tierras.
DOS CONFESIONES DEL PROPIO JON SOBRINO
Nada mejor que terminar esta pequeña nota, con dos confesiones del propio Jon sobre su camino y su obra, una de 1982 y otra de 2006:
La figura de un Jesús de los pobres, que defiende su causa y asume su destino, que se introduce en el conflicto del mundo y muere a manos de los poderosos, y que de esa forma anuncia y es él una buena noticia, mantiene una fundamental y eterna novedad.
Esto último es la razón para seguir escribiendo y publicando sobre Jesús. …
Quien se acerca a Jesús sólo como un estudioso de la cristología, puede integrar con relativa rapidez — si así lo desea — la novedad teórica que Jesús representa para la cristología. Pero para quien Jesús es buena noticia, eterna llamada a la conversión y al seguimiento, volver siempre de nuevo a la figura de Jesús es una necesidad.
Este último hecho por sí mismo no justifica, la publicación de un libro más sobre Jesús, ni hace que la abundante literatura teológica sobre Jesús no deba ser juzgada por sus propios méritos. Pero explica la intención de publicar este libro. Quizá el lector encuentre en él algún avance teórico, una mayor insistencia en relacionar a Jesús no sólo con el reino de Dios, sino también con el Dios del reino, un nuevo intento de entroncar la fe en Jesús dentro de la fe eclesial en Cristo. Eso ciertamente se ha pretendido. Pero se ha pretendido, sobre todo, dar lucidez y ánimo a los cristianos que siguen a Jesús, que intentan la conversión, que luchan por la justicia y en contra de la opresión, que defienden la causa del pobre y del oprimido, que sufren persecución y que — a veces — acaban, como Jesús, crucificados.
(Del prólogo del autor a: Jesús en América Latina. Su significado para la fe y la cristología, Sal Terrae, Santander 1982).
Al terminar estas reflexiones, siempre queda el desasosiego que mencionaba al principio, que produce la novedad y el escándalo del tema. Somos conscientes de muchas limitaciones. No hemos ofrecido un concepto suficientemente sistemático de salvación, ni tampoco del distinto modo de operar salvación los pobres y los no- pobres, más a la manera de producción de bienes y conocimientos, para disfrute del individuo y de colectividades, por un lado, y más a la manera de inspiración, atracción, impulso, en forma de fermento, generando modelos modestos de otro tipo de sociedad, por otro. Y pienso también que hay que analizar más a fondo la relación entre pobres carentes y pobres con espíritu.
Pero dicho esto, hay algo que me parece claro. No habrá salvación ni humanización si desde ese mundo de los pobres no provienen impulsos redentores. Lo que produce el mundo de los no-pobres, impositivo y prepotente, sin pasar, de alguna forma, por el mundo de los pobres, no genera salvación. Dicho en forma lapidaria, se producirá salvación y humanización con los pobres. Sin los pobres no se producirá una salvación que sea humana.
(De los párrafos finales de Extra pauperes … en: RLT, N º 69, p.257 ).
Por P Ronaldo Muñoz. El autor es teologo y uno de los fundadores del pensamiento liberador latinoamericano.
Santiago de Chile, 28 de marzo 2007
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