IZQUIERDA CRISTIANA DECIDE SU LEGALIZACIÓN

La Comisión Política quien es la encargada de “examinar, diseñar y coordinar la implementación del conjunto de las operaciones y requerimientos, de naturaleza técnica, que permitan la cristalización exitosa del desafío señalado”. Asimismo, la entidad política decidió formar una Comisión Nacional de Inscripción, a cargo del desarrollo y ejecución de las tareas propias del esfuerzo resuelto.

Según un comunicado de prensa, la IC asume la decisión de constituirse legalmente como partido producto del debate que se registró en el II Congreso, en el sentido de constituirse “moral y materialmente como sujeto político, dotado de la capacidad para implantarse en el espacio de la sociedad con liderazgo e influencia en el curso de los acontecimientos, desde la perspectiva de una política revolucionaria para el actual período”.

La IC se ha propuesto contribuir a la construcción de una nueva institucionalidad democrática y una alternativa de emancipación frente al dominio neoliberal, con la mirada puesta en el horizonte de una Nueva República para el Bicentenario. De la misma forma,- dice el comunicado- “nos hemos planteado la necesidad de articular el movimiento social en torno a la superación de la distribución desigual del poder y la riqueza, con la movilización como herramienta más fecunda para enfrentar el sistema neoliberal “a lo largo y ancho de toda la sociedad, en todos los territorios y escenarios sociales y geográficos”.

Estos son desafíos que necesariamente imponen un salto adelante en el desarrollo de la IC, en materia de la calidad de su organización y del crecimiento de su fuerza partidaria e influencia social. “La constitución legal de la IC forma parte constitutiva de una política más amplia de acumulación de fuerzas y desarrollo partidario, que permita fundar las capacidades para transitar, con consistencia, en la conquista de esos propósitos históricos de democratización y cambio profundo de Chile”.

”Esto implica una redefinición profunda de nuestra praxis política y social: pasar de la etapa de la “minoría profética” a la fase de la “mayoría que nace”: supone llevar a la práctica la definición del Congreso, en el sentido de que la IC se “construye y se desarrolla con la gente, con su vida cotidiana y comunitaria”, como “partido de la acción directa y colectiva”, señala el comunicado.

Por otra parte, la inscripción legal de la Izquierda Cristiana debe comprenderse como un paso inseparable de su histórica vocación de trabajar por la unidad social y política del pueblo y sus expresiones. En el II Congreso se ratificó que “esta forma de ser, estar y actuar en la política, su domicilio en la izquierda y su búsqueda de las formas más amplias de unidad”.

En este marco, la IC entiende que un desafío clave del período para los demócratas y los revolucionarios es la “lucha por derrotar la exclusión de la izquierda del sistema institucional, que constituye un dispositivo básico que obstruye la conquista de una sociedad plenamente democrática, el posicionamiento de una alternativa al sistema neoliberal y la formulación de una opción socialista de desarrollo”.

Así, en coherencia con lo señalado en el Segundo Congreso Nacional, “asumimos la inscripción de la IC como partido legal como parte integral del desafío de “construir una expresión electoral necesaria para la izquierda y el pueblo de Chile”.

En esta perspectiva, la Izquierda Cristiana entiende que su formación legal supone abrir las puertas de su organización a todas las ciudadanas y ciudadanos que estén disponibles a sumarse a este esfuerzo: por consiguiente, implica constituirse como “izquierda ciudadana”, con estilo y metodología de trabajo basado en la amplitud y la diversidad, en una lucha cotidiana e ininterrumpida contra todas las formas de sectarismo y exclusión.

”También es un ejercicio histórico y creativo de la decisión rebelde de romper con el propósito estratégico del sistema de confinarnos a la exclusión, la marginalidad y la impotencia política: es la decisión de salir a las calles y las avenidas del país para el encuentro con la ciudadanía e invitar a miles a sumar su protagonismo a la tarea de construir otro Chile posible”, apunta la nota.

Según la misiva, la Izquierda Cristiana asume, además, que aquella decisión es coherente con los desafíos que, en este recodo de la historia social de Chile, impone su definición de partido revolucionario, que propugna construir el socialismo y la superación de la explotación y toda forma de dominación, sobre la base de una inspiración cristiana y humanista, e integradora de las expresiones espirituales de carácter liberador.

”Hemos señalado que la perspectiva de una revolución “se expresa en un proceso de ruptura del sistema capitalista”, en una “transformación radical y profunda de las relaciones sociales, en un cambio en la esencia de la forma dominante de producir la vida”. Por tanto, “no aspiramos a reformar o maquillar el capitalismo”, indica el comunicado.

Para la IC, esta perspectiva histórica no representa una mera declaración de intenciones, sino un fundamento orientador de la totalidad de su ética y praxis política y social: supone intervenir con audacia en la sociedad para poner en marcha el movimiento de todos los explotados, discriminados y perjudicados por el establishment. “En esta fase, la lucha electoral es uno de los espacios principales de acumulación de fuerzas en esa dirección, debiendo asumirse como complementario del permanente camino de la organización autónoma de las comunidades y el empoderamiento ciudadano”.

”Es decir, no damos este paso para integrarnos al orden institucional y económico establecido, sino como un componente del camino democrático, creativo y diverso, hacia su transformación. La inscripción de la Izquierda Cristiana no es posible sino al calor de las luchas sociales del pueblo y el impulso de la movilización ciudadana; la inscripción de la Izquierda Cristiana no es posible sino en unidad con la totalidad de los que sueñan, luchan y no se rinden; la inscripción de la Izquierda Cristiana no es posible sino multiplicando la organización y la conciencia socialista”, señala la IC..

Según la Izquierda Cristiana, en esta etapa histórica, “lo asumimos en el marco del desafío histórico de transitar a la conquista de un Gobierno Nacional y Popular, que resuelva el conjunto de los desafíos pendientes de la democratización de Chile, lo que supone construir –en el seno de la izquierda– las bases programáticas y la fuerza que den viabilidad a los sueños de la emancipación, frustrados por la imposición de la transición pactada”.

Como señaló en el II Congreso, la Izquierda Cristiana tiene la convicción que “los procesos de emancipación que se desarrollan en nuestra América, son parte constitutiva del propio camino de liberación del pueblo chileno”. En ese enfoque, la decisión que hemos adoptado es, también, expresión de nuestra profunda vocación de fuerza bolivariana.

Frente a la globalización neoliberal y la hegemonía imperial, los pueblos de América se han levantado, desde Venezuela a Bolivia, Nicaragua y Ecuador, con una mirada crítica al neoliberalismo y enarbolando la bandera de la independencia y la soberanía. “Nuestra misión es desarrollar la solidaridad más enérgica con esas experiencias, frente a los múltiples intentos por precipitar su aislamiento y derrota”.

”La consolidación de estos procesos de emancipación está estrechamente vinculada con la multiplicación de alternativas viables de cambio por todo el continente, que permitan una correlación de fuerzas favorable de los pueblos frente al imperio. Por lo tanto, nuestra principal forma de ejercer la solidaridad es emprender en nuestro propio país, con coraje e imaginación, todas las tareas que supone la instalación de la izquierda chilena como alternativa nacional de poder”, subraya la misiva..

La inscripción legal de la Izquierda Cristiana, como se ha manifestado, “representa una contribución a este desafío. La realizaremos, también, al calor de la solidaridad con los pueblos de América Latina y El Caribe”.

”En lo específico, la desarrollaremos poniendo en marcha ahora la solidaridad con el hermano pueblo del Ecuador, su Presidente Rafael Correa Delgado y su proyecto de revolución ciudadana, inspirado en una visión de izquierda cristiana y bolivariana”, indica el comunicado.

Por último la Comisión Política de la IC, señala que hace ya casi 37 años, un puñado de cristianos de izquierda decidió emprender una “Larga Jornada”, para contribuir con fuerzas de inspiración humanista y cristiana a construir la “patria para siempre”, el socialismo, como la “oportunidad histórica y material” de hacer realidad la “profecía de igualdad y fraternidad entre los seres humanos” del Evangelio. Nacía la Izquierda Cristiana con la certidumbre de que la historia nos da contenido, dimensión y futuro.

”Resistimos el embate represivo de la dictadura, participamos en la organización de la embestida social contra el autoritarismo y persistimos en pie frente al sistema de exclusión. Hoy y no mañana es el tiempo fecundo de poner a disposición de Chile el sueño de la liberación, con la capacidad de hacerse cargo de las nuevas realidades y la inteligencia colectiva para enfrentarlas. Por sobre todo, con el fundamento ético de la esperanza socialista, con fe en su capacidad de encarnarse en la historia para hacerla diferente, más justa, más amable”, finaliza el comunicado público.

Santiago de Chile, 25 de abril 2007
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RECUPERAR LA VISIBILIDAD

Mié Abr 25 , 2007
Las demandas por las que clamaba representando a su pueblo no eran escuchadas y menos resueltas. Entonces, él se declaró invisible y pudo de esa forma unir a todos los ignorados y crear un movimiento de invisibles. Hay muchos grupos sociales y sectores de la comunidad que viven en la misma situación de Garabombo. Para las Instituciones del poder son inexistentes. No se les escucha y menos se les considera para decidir en torno a sus vivencias, carencias e insatisfacciones. Estos grupos se ven inmersos en un laberinto del que sienten no tener salida. La historia en nuestro país de los invisibles se cuenta por miles; indígenas, cesantes, pobladores sin casa, niños y niñas maltratados, habitantes de las calles, estudiantes, usuarios de la salud, de servicios básicos, del transporte, etc. Los invisibles se organizan y reclaman por sus derechos pero las autoridades no los ven. Entonces, los invisibles realizan paros, protestas, marchas, huelgas, forman redes sociales, buscan generar conciencia y solidaridad de otros sectores para enfrentar al oscuro laberinto en el que el sistema económico, político y jurídico los repliega. En lo jurídico un laberinto legal de formalidades de falta de voluntad política, de ausencia de recursos y de un difícil sendero tortuoso de acceso a la justicia donde muchas veces mueren sus sueños. El sistema neoliberal se ha encargado de establecer y reproducir esta perversa lógica de invisibilidad. Es una lógica que excluye y discrimina. El oscuro laberinto donde habitan los invisibles es un campo en el cual el poder se limita a dar órdenes y a veces a regular y siempre sin considerar a los invisibles como sujetos. Cuando alguien pregunta o intercede por ellos, la respuesta del poder es invariablemente la misma “yo los considero”, “fueron tomados en cuenta” o con mayor descaro se dice “hemos escuchado a la gente”. Es sorprendente observar hoy día en el marco político y a propósito del balance del primer año del actual gobierno, el criterio que formulan diversos analistas políticos defensores y/o obsecuentes con el sistema y su estado de inequidad, al señalar que se ha cambiado el estilo de hacer política, que la actual presidenta empatiza con la gente y sus inquietudes, que ha instaurado un liderazgo fundado en la generación de confianza en la transparencia y en la participación. Es importante consignar lo anterior porque hay aquí una grave distorsión del concepto de participación o una abierta y cínica manipulación de una idea que está en el centro de la concepción misma de democracia, que es la capacidad de la comunidad de ser considerada como sujeto, que expresa su voluntad, que tiene capacidad de decidir colectivamente frente a los principales problemas que la afectan y de la cual, ella es quien los vivencia. El tema del Transantiago es un ejemplo concreto de la ilusión de participación. Sobre un tema de tanta envergadura en que se modifica el sistema de transporte urbano con un tremendo impacto para la comunidad y el desarrollo de su cotidianidad en su desplazamiento, recursos […]

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