El mandatario venezolano que asistirá a la XVII Cumbre de Presidentes y Jefes de Estado que se realizará en próximo mes en Santiago de Chile.
EL premio lo entregará el Rector de esa alta casa de estudios, Carlos Margotta. Los organizadores informaron que el mandatario venezolano ya encuentra informado de la iniciativa.
El día, hora y lugar no han sido informados por los organizadores ni por la universidad, aunque podría ser en algunos de los actos organizados por la Cumbre de los Pueblos.
Santiago de Chile, 25 de octubre 2007
Crónica Digital , 0, 59, 3
Jue Oct 25 , 2007
Particularmente en lo que respecta a si se justifican o no las prácticas llevadas a cabo por agentes del Estado en dictadura, relativas a la desaparición forzada de personas, ejecuciones, tortura y maltrato en las cárceles. A pesar que de modo sorpresivo se han podido conocer posturas extremas que reivindican el conjunto de la obra de Pinochet, ya sea porque evitó una segunda Cuba o porque se trató de un costo de la modernización del país para instaurar un modelo económico exitoso y modernizar al Estado, afortunadamente son cada vez menos los que estarían hoy dispuestos a defender, al menos en el espacio público, el terrorismo de Estado. Sin embargo, por momentos queda la sensación que con la muerte del tirano los temas relacionados con las violaciones a los derechos humanos en general, y de verdad y justicia, en particular, quedarían superados por efecto automático, lo que constituye un craso error de cara a las medidas concretas que no se deben dejar de tomar en forma permanente para asegurar que la retórica del nunca más pueda ser más que discurso ideológico, y se convierta en práctica permanente de parte de las instituciones del Estado. Para ello, un aspecto importante es hacer frente a que el horror que como sociedad debimos atravesar en dictadura no fue llevado adelante por seres anormales, sino por personas comunes y corrientes, por funcionarios que justificaron su accionar en el hecho que obedecían órdenes. Aceptar esta triste y dura verdad, que los represores, los asesinos y torturadores fueron gente en su mayoría normal, como cualquiera de nosotros, es la única manera de poner en presente lo que nos ocurrió ayer y que, de no mediar acciones en contrario, vuelve a ocurrir. Desde luego no se trata que como sociedad vivamos en el permanente temor a la repetición fatal del terrorismo de Estado, sino por el contrario, asumir que en las violaciones a los derechos humanos no hubo nada de predestinación en juego, sino condiciones de posibilidad que permitieron que personas normales practicaran terror sobre personas normales, sobre los cuerpos y derechos de sus semejantes. Así, tal como resulta aberrante la conversión de la víctima en responsable de la tortura a la cual fue sometida, operación ideológica que llevó a que chilenos y chilenas fueran reducidas por la prensa nacional a que fueron exterminadas como ratas, también resulta un error la demonización del otro que reprimió, consideración que no tiene ninguna relación con promover que quienes cometieron actos criminales sean juzgados y debidamente sancionados y castigados. Es preciso entender que no existió una psicología o biotipo propio de los represores de parte del Estado dictatorial nadie nace torturador o asesino-, como tampoco es dable afirmar que el placer de humillar y destruir forman parte natural de la condición humana. Los represores y torturadores no fueron ni excepciones ni fieles exponentes de una supuesta naturaleza humana. Del mismo modo, quienes fueron objeto de tortura tampoco eran seres extraterrestres, sino gente de condición diversa, hombres, mujeres y niños, comunes […]