En las filas del oficialismo analizan por qué perdieron tres millones de votos respecto a las elecciones presidenciales de 2006, mientras sus adversarios planean cómo sacar provecho a una victoria que desbarató sus planes de desacreditar al Ejecutivo.
Minutos después de que el Consejo Nacional Electoral diera los resultados del referendo en la madrugada del lunes, Chávez reconoció la «victoria pírrica» del adversario.
Sin un fraude al cual sacarle provecho, dirigentes de derecha culparon al gobierno de enmascarar los resultados para amortiguar el efecto de la derrota e, incluso, acusaron al mandatario de aceptar los resultados bajo presiones de las Fuerzas Armadas.
El ministro de Defensa, general Gustavo Rangel, desmintió de inmediato esas afirmaciones, y ratificó la disposición de los militares de enfrentar cualquier intento de desestabilizar al país.
Después de reflexiones iniciales, los promotores de la reforma encontraron grietas en su campaña de divulgación, frente a una articulada estrategia mediática del enemigo, apoyada -según el vicepresidente Jorge Rodríguez- por dinero de Estados Unidos.
En medio del análisis, surgió la opción de recoger las firmas del 15 por ciento de los electores para elevar el proyecto de reforma a una nueva consulta, o aplicar algunas de las medidas propuestas en el documento a través de decretos especiales del gobierno.
Caracas, 8 de diciembre 2007
Prensa Latina , 0, 51, 11