Desde el pasado año, los científicos pronosticaron el posible retorno de La Niña, un fenómeno causante del enfriamiento de las aguas superficiales y subsuperficiales (a 100 y 200 metros debajo de la superficie) del centro y este del Pacífico ecuatorial.
Este evento del clima de componentes océanicos y atmósfericos trae aparejado el riesgo de incremento de inviernos más crudos y lluviosos, inundaciones, deslaves e incluso acentúa el procesos de sequía en algunas partes del mundo.
En la Cuenca Atlántica del Caribe influye definitivamente en el incremento de la actividad ciclónica.
Realmente, La Niña se veía venir por diversas razones.
No sólo se registraba un descenso de la temperatura de las aguas, sino cambios en la coloración (menor intensida del azul) mayor fuerza de los vientos alisios (por encima del promedio) y un fortalecimiento del Anticiclón del Pacífico Sur, con el predominio de altas presiones.
El pasado 12 de enero, expertos el Centro de Predicción Climática de la Administración Nacional del Océano y la Atmósfera de Estados Unidos (NOAA), pronosticó una Niña de condición débil a moderada y prometió dar otro aviso el nueve de febrero.
Pero ya el dos de febrero pudo dar el veredicto oficial de la vuelta del fenómeno, que no se manifestaba desde el 2000-2001.
Entonces, los expertos señalaron que todavía era muy temprano para vaticinar su intensidad con detalles.
Sí anunciaron que se espera actúe desde la primavera hasta el mes de agosto y, como sabemos, coincidirá con la temporada ciclónica, que comienza el primero de junio.
Para la temporada 2006, los meteorologos auguran unas 16 a 17 tormentas tropicales, de las cuales nueve pueden llegar a ser huracanes, lo cual es un pronóstico de gran actividad, aunque se prevé que sea menor que la del 2005.
La Niña podría modificar esto.
Aunque es un evento localizado geográficamente, su influencia se hace sentir en todo el planeta.
Ello se explica porque los cambios en diferentes variables que ocurren primeramente al nivel del Océano Pacífico ecuatorial, influyen en la atmósfera y viceversa, y el resultado de esa correlación dinámica se extiende a otras partes del mundo.
En cuanto a la atmósfera, las variables de la llamada oscilación austral o Sur influyen. Cuando en el extremo occidental del Pacífico hay altas presiones, en el extremo oriental (cerca de Indonesia) hay bajas.
Países como Perú, Ecuador, Bolivia y Colombia, en Sudamérica, la costa oeste de Centroamérica, México y Estados Unidos, pueden sufrir las consecuencias de abundantes precipitaciones, inundaciones y deslaves con los perjuicios humanos, económicos y naturales que ello conlleva.
Se pronostican, además, procesos de sequía para el lado atlántico de Estados Unidos y la intensificación de la temporada ciclónica que ya mencionamos.
Pero las anomalías climáticas se podrán sentir en zonas más alejadas todavía como la costa suroeste de Africa, la Amazonia brasileña, Australia e Indonesia, así de sencillo.
Como fenómeno climático La Niña ocurre cada tres o cinco años, aunque algunos especialistas también establecen otro ciclo de dos a siete años.
La Niña y otro evento bastante famoso: El Niño son opuestos.
El Niño se deriva de un calentamiento de las aguas, también en el sector oriental y central del Pacífico ecuatorial y responde a indicadores distinos en precipitaciones de convección (originadas por el calor), de presión atmosférica y los sistemas de circulación de la atmósfera.
Volviendo a La Niña, hay que tener cuidado con ella: bien hacen los científicos en no descuidar su seguimiento y alertar al mundo, por si acaso.
Por: Marta Gómez Ferral, especial para Crónica Digital
Santiago de Chile, 7 de febrero 2006
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