Al parecer, tras los cambios que se operan en la otra orilla del Atlántico, el viejo continente por fin se ha dado cuenta de que ya no le es posible seguir usando la ley del embudo pues América Latina está defendiendo su patrimonio de una manera que no deja lugar a dudas.
Tras la primera Cumbre UE-Latinoamérica y el Caribe de Río de Janeiro, en 1999, en la que se sentaron las bases de lo que en aquel momento se denominó una «asociación estratégica» y ésta de Viena, ha caído bastante agua.
No es lo mismo la América de 1999 que esta de 2006.
La segunda Cumbre de Madrid en 2002 y la tercera de Guadalajara en 2004, aportaron poco.
Esta última se produjo poco más de un año después de un artero y fracasado golpe al presidente de Venezuela, Hugo Chávez, que de alguna manera marcó la actual visión latinoamericana del exterior.
En la ciudad mexicana las discusiones giraron en torno a un tema trascendente para los latinoamericanos: el multilateralismo y la cohesión social, frente al bilateralismo que propugna Estados Unidos ante el fracaso del Area de Libre Comercio de las Américas (ALCA).
Las discusiones fueron intensas en especial sobre medidas coercitivas unilaterales y el enfoque del respeto a los derechos humanos, lo que motivó reservas por parte de Latinoamérica en el documento final.
Esta Cumbre debería remedar esa situación y avanzar en metas y objetivos más ambiciosos.
Para el canciller español Miguel Angel Moratinos, lo más importante del encuentro es redefinir las relaciones de Europa con Latinoamérica y fortalecer la democracia y las instituciones de esta región.
Sin embargo, para muchos observadores, en el fondo de esas afirmaciones subyacen los mismos criterios neocoloniales que han mantenido estancadas y casi siempre tirantes las relaciones interregionales.
La «democracia en general» y ambigua, planteada por Moratinos, desconoce o discrimina la participativa, que es la que se impone en Latinoamérica ante la representativa, la cual sirvió siempre de pivote a los saqueadores de la región.
A los observadores llamó la atención que los criterios del funcionario español fuesen tan coincidentes con los expresados por Thomas Shannon, responsable de Estados Unidos para Iberoamérica, que visitó Madrid poco ante de la cumbre y dijo que España y su país pueden encontrarse en las Américas.
En consecuencia, hay coincidencias entre las dos partes en la necesidad de redefinir esas relaciones, pero muy profundas discrepancias en el cómo y el por qué.
La cita debe concluir el 13 con una Declaración que firmaran los dignatarios de los 25 países de la UE y los latinoamericanos y caribeños en cuya discusión se puede reproducir problemas semejantes a los ocurridos en Guadalajara.
Se supone que ese documento constituirá el fundamento de una importante «Asociación Estratégica Biregional» como le han llamado los europeos, después del poco trigo que han dado los tres encuentros anteriores ya señalados.
La preparación de esta nueva edición la realizó sobre todo el denominado Grupo Birregional de Altos funcionarios de la Cumbre que, en su XVII reunión, definió los 12 temas de la agenda de Viena.
Estos son: Democracia y Derechos Humanos; Fortalecimiento del enfoque multilateral para fomentar la paz, la estabilidad y el respeto por el derecho internacional; Terrorismo; Drogas y crimen organizado; Medio ambiente (incluyendo prevención de desastres, mitigación de sus efectos y preparación).
Además: Energía; Acuerdos de asociación, integración regional, comercio, conexión (inversión, infraestructura, sociedad de la información Crecimiento y empleo; Lucha contra la pobreza, la desigualdad y la exclusión; Cooperación al desarrollo y financiación internacional para el desarrollo.
Por último: Inmigración; Conocimiento compartido y promoción de los recursos humanos: Educación Superior, Investigación, Ciencia y Tecnología, Cultura.
Por: Luis Manuel Arce, enviado especial de Prensa Latina.
Viena, 11 de Mayo 2006
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