Mientras Censcosud, del grupo Paulmann, obtuvo utilidades superiores a los mil millones de dólares durante el 2005, los niños empacadores de los supermercados de la cadena, engrosan la lista de los 200 mil niños trabajadores que existen en Chile, subrayó el economista de Oceana.
Para Gutiérrez, la situación cae en lo inmoral porque «la realidad de los niños trabajadores, contrasta con las fabulosas ganancias de los grupos económicos nacionales, que lucran con un trabajo infantil prácticamente gratis, para reducir sus costos y acrecentando las ganancia frente a la fuerte competencia que existente en el rubro de los supermercados, principalmente entre dos poderosos holdings Cencosud y D&S».
Aunque Chile se suscribió en 1999 a la Convención sobre los Derechos del Niño, en la practica cientos de miles de niños continúan trabajando y esto se debe principalmente a que en Chile la precariedad laboral también genera que muchos niños deban, con su trabajo, aportar al erario familiar.
«Según el estudio de la OIT, el 86% de los niños que trabajan lo hacen para ayudar en sus casas. En otras palabras, que existan miles de niños trabajadores en Chile, significa en gran medida, que existen miles de familias trastocadas por la precariedad que es la realidad del mercado laboral chileno, teñido por la subcontratación, la precariedad y la inseguridad», agrega el humanista Cristián Gutiérrez.
Gracias a la precariedad laboral que existe en Chile, grupos económicos como Paulmann pueden entregar cuentas anuales con crecimientos superiores al 90%. Al mismo tiempo que el aumento en la subcontratación ya supera el 50% de los trabajadores contratados en Chile, dando como resultado, que la flexibilización laboral en nuestro país ya lleva un par de años realizandose como una práctica cotidiana.
«Según un estudio del Banco Central de 2004, el mercado laboral chileno es uno de los más flexibles del mundo, si a esto le agregamos el informe 2004 de la OIT, donde se afirma que sólo un tercio de los trabajos en Chile son «decentes», tenemos una situación catastrófica que explica la situación de esos 200 mil niños que deben trabajar», comenta Gutiérrez.
Pero no sólo los supermercados se benefician del trabajo infantil y precario. Según Gutiérrez, «la lógica anterior se repite en muchos otros mercados, dándose como una generalidad para la economía chilena la precariedad de los trabajadores chilenos. Según la Dirección del Trabajo, más del 70% de las empresas utiliza remuneraciones variables, mientras los jóvenes y las mujeres se ubican en los tramos de sueldos más bajos».
Sin embargo, los seguidores del libre mercado, continúan insistiendo en mayor flexibilización, aunque ya se haya instaurado hace tiempo en el mercado laboral chileno. Para Cristián Gutiérrez, «ya no solo en las actividades típicas de outsourcing como seguridad, aseo o alimentación mantienen una precrariedad, ahora las actividades propias de las empresas también son flexibilizadas. Un ejemplo es lo que sucede en la industria salmonera, donde más del 60% de la mano de obra en la industria, está subcontratada y de ésta un 70% obtiene un salario mensual promedio de 150 mil pesos», concluyó el economista.
Santiago de Chile, 14 de febrero 2006
Crónica Digital
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