PIN PON CONTRA MEGA

Fue en 1965 cuando el actor Jorge Guerra creó a Pin Pon: un muñeco con cuerpo de algodón, suave como las voces de los más pequeños del país; con mejillas coloradas, signo de vida sana; labios rojos y redondeados para compartir sonrisas; chaqueta con lunares que recuerdan el juego de burbujas malabaristas; pantalón corto, de niño que juega, trepa, corre, salta, explora; con botines de media caña: así, el tobillo asegurado apoya el paso firme y seguro.

Sellaba esta estampa, un corbatón que proyecta el VI Chacra, encargado de los sonidos, de la expresión oral, y hecho de suave raso para prolongar los sonidos en canción o palabra precisa.

Todo este conjunto de imágenes y objetivos, nació con el fin de transmitir a los más pequeños, la inquietud por conocer lúdicamente el mundo.

Esta creación está inscrita en el Registro de Propiedad Intelectual y en el Ministerio de Economía, dentro del Registro de Marcas Comerciales, para así preservar el destino para el que nació.

Luego de sendos esfuerzos, el actor logró recuperar, después de mucho tiempo en manos ajenas -una a una- cada una de las marcas comerciales «Pin Pon», en las distintas clasificaciones de productos y servicios; a excepción de la clase 38 (servicios televisados) que fue inscrita durante la dictadura militar por TVN y que, ante la solicitud de devolución, le ha sido negada.

Desde el martes 26 de septiembre, el programa de televisión «Morandé con Compañía» de MEGA, ha emitido semanalmente hasta el lunes 23 recién pasado, cinco capítulos utilizando esta creación, apelando a un humor de libre interpretación en su sentido. Por esa razón, el actor Jorge Guerra decidió querellarse.

Ninguna de las partes querelladas (Pablo Zamora, Productora Kike 21 y Red Televisiva MEGA) ha solicitado autorización, para el uso de esta imagen -comercial e intelectualmente- registrada a nombre de Guerra.

A juicio del actor, junto con el uso malicioso de la marca registrada, los querellados obtienen un lucro implícito, denostando y denigrando este personaje y reproduciendo escenográficamente su hábitat tradicional, conocido por todos los chilenos.

El maestro Valentín Trujillo respaldó la acción del actor, considerando que forma parte indivisible de las transmisiones en blanco y negro de los 70; cuando, juntos, Pin Pon y él –piano mediante- cautivaron a la audiencia infantil y familiar de la época, aportando arte, dedicación, profesionalismo, disciplina y calidez; cualidades que merecieron el respeto, admiración y agradecimiento de los chilenos y chilenas que crecieron y estudiaron al son de «Método» o la canción del «Gatito en la luna». De hecho, durante siete años consecutivos, Pin Pon fue premiado por el público y la prensa especializada como el mejor programa infantil de la televisión chilena.

Santiago de Chile, 27 de octubre 2006
Crónica Digital , 0, 182, 9

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PINOCHET: UN ANTES Y UN DESPUÉS

Vie Oct 27 , 2006
Sin embargo, este dificultuoso y por momentos cerrado camino hacia la transparencia ha costado muchos años, grandes sacrificios y no pocas incomprensiones. Hace ya bastantes años atrás, y cuando concluía una visita al Chile de «comienzos de la transición», en la década de los noventa, el escritor Eduardo Galeano me señaló su asombro respecto de Pinochet y su dictadura. Con ironía, afirmó:»Cuando vine a Chile en la década de los ochenta, toda la gente del amplio arco democrático que luchaba por la democracia y contra la dictadura me hablaban del dictador, del tirano, del genocida, era lo menos que se decía y yo les encontraba toda la razón. Ahora, me encuentro que Pinochet es una especie de anciano casi intocable, incluso para algunos es un tipo hasta simpático que ha sabido reubicarse en la historia. No puedo decir que no entiendo nada, pero sí puedo decir que algo muy profundo ha cambiado en Chile». Con el Presidente Aylwin en La Moneda, Pinochet continuó siendo el Comandante en Jefe del Ejército. En ese cargo fue determinante y ejerció su poder en muchos aspectos. Las denuncias sobre los «pinocheques» y otros asuntos referidos a violaciones a los Derechos Humanos, las paró con movimientos militares y ante un gobierno que se apresuró a dialogar y a bajar el perfil de esas demandas democráticas. La «política de los consensos» funcionó a favor del dictador y de su dictadura. Las fuerzas de izquierza, movimientos sociales y el incidente movimiento por verdad y justicia continuó, sin embargo, bregando por abrir camino a estos procesos. Es cierto que, en el caso de la concertación, hubo personas y sectores de ella, minoritarios, que también intentaron abrir paso a ese camino. La derecha, toda la derecha, es decir, RN y UDI, cerraron filas en torno a la figura de Pinochet y su dictadura. En el gobierno del Presidente Frei Ruiz Tagle, ocurrió un hecho de gran trascendencia. La Moneda presentó un proyecto de ley para reformar la constitución política, en pleno acuerdo con RN, y que consideraba que Pinochet, dejando la Comandancia en Jefe del Ejército, se transformaba en senador vitalicio. Esto implicó reconocer y darle al dictador el estatuto de ex Presidente de Chile. Esta reforma fue aprobada en el Parlamento, por consenso. Por eso, cuando Gladys presentó la querella en contra de Pinochet en los tribunales de justicia chilenos, en la concertación y en la derecha hubo sonrisas de ironía: «Otra vez la Gladys y los comunistas, con sus acciones testimoniales…» A la UDI no la hizo cambiar ningún juicio ético o político que implicara revisar en algo su absoluto apoyo y participación protagónica como eje político de la dictadura de Pinochet. Lo que hizo cambiar su discurso y su estrategia electoral (especialmente a Lavín) fue una consultora de campañas electorales norteamericana, la cual le señaló que si quería de verdad disputar la Presidencia de Chile debía «desvincularse de Pinochet y de su herencia, para incidir en el votante del centro político e incluso en sectores populares». […]

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