El general que durante 35 años encabezó un régimen de represión en Paraguay se exilió en la capital brasileña desde su derrocamiento, en febrero de 1989, por un movimiento cívico-militar que encabezó su consuegro Andrés Rodríguez.
En cuatro ocasiones la justicia paraguaya solicitó su detención y extradición por la desaparición de los opositores Federico Tatter, Ignacio Samaniego y Oscar Rojas.
Al régimen (1954-1989) se le imputan unos 900 asesinatos, 200 desaparecidos, millares de presos políticos y más de un millón de exilios forzados.
«Stroessner fue un dictador cruel que nunca se arrepintió de sus crímenes. Nunca pidió perdón por los crímenes crueles que cometió e hizo cometer», dijo este miércoles a la prensa el abogado paraguayo Martín Almada.
Agregó que «fue un testaferro de Estados Unidos, adelantado incluso a la Escuela de las Américas de Panamá, donde se formaron los ex dictadores latinoamericanos».
Siendo comandante en jefe de las Fuerzas Armadas, Stroessner ascendió al poder en forma abrupta el 4 de mayo de 1954, tras derrocar al presidente civil Federico Chávez, y renovó su «mandato» cada cinco años: 1963, 1968, 1973, 1978 y 1983.
La canciller paraguaya, Leila Rachid, anunció esta semana que a Stroessner no se le rendirán honores, ni homenajes ni ceremonias en este país «por cuanto ya no es presidente y tiene cuentas pendientes con la justicia».
El jefe de Estado, Nicanor Duarte, precisó que «sus familiares pueden traer libremente el cadáver a Asunción para los servicios funerales; no nos ensañaremos con un muerto».
Hasta ahora la familia no ha informado si los restos serán trasladados a Paraguay.
Asunción, 16 agosto 2006
Prensa Latina
, 0, 44, 11