Existe consenso en la comunidad científica de que el desayuno debe aportar el 25% de los nutrientes diarios, porque los alimentos de un desayuno balanceado no vuelven a consumirse durante el día, tales como calcio, hierro, zinc y vitaminas A, C, B6, B12 y D, indicó el catedrático a Crónica Digital.
Un desayuno balanceado compuesto por cereales, leche y frutas reconstituye las reservas de energía utilizadas durante la noche, restablece las funciones del aparato digestivo y acelera el metabolismo, explicó el académico. Esto se traduce en que los niños que están en edad de crecimiento y toman un desayuno balanceado aumentarán su capacidad física máxima, resistencia al esfuerzo y fuerza muscular, incrementándose el poder de concentración y el aprendizaje.
A estos beneficios debe agregarse que la ingesta adecuada de vitaminas y minerales, como también la posibilidad de mantener de forma estable y duradera el peso normal.
Tosso detalló que una correcta alimentación durante la infancia tiene gran importancia, pues una nutrición deficiente, ya sea por exceso o por defecto, puede tener importantes repercusiones en el corto y largo plazo. Esta edad es muy sensible a cualquier carencia o desequilibrio y una mala alimentación puede comprometer tanto el crecimiento como el desarrollo armónico deseable para los niños.
En ese sentido, agregó, la omisión del desayuno o bien el consumo de un desayuno no balanceado se asocia con un menor rendimiento físico e intelectual, y con una menor ingesta de los nutrientes necesarios para emprender las actividades diarias.
El catedrático subrayó que a partir de los 3 años los niños experimentan un crecimiento continuo durante una etapa bastante larga, que se prolonga hasta el comienzo de la pubertad. Durante este período, el desayuno balanceado juega un papel decisivo en el óptimo desarrollo.
Tosso puntualizó que el desayuno debe aportar la cuarta parte (25%) de los nutrientes y energías diarias de un niño en etapa de crecimiento, estimándose que requieren cerca de 100 calorías por kilo de peso al día, es decir el doble que los adultos. Por eso es vital que los niños tomen un desayuno balanceado compuesto por lácteos, frutas y cereales, porque de este modo su organismo recupera las energías y nutrientes que le permitan ponerse adecuadamente en marcha cada día, especialmente después de largas horas de ayuno durante la noche, dijo.
Por otro lado, acotó, una correcta distribución de la ingesta de energía a lo largo del día contribuye a mejorar el estado de salud y reduce el riesgo de futuras enfermedades, como las óseas o cardiovasculares.
El rector de la Universidad Iberoamericana señaló, por último, que existe una relación estrecha entre el incremento de la obesidad infantil y el no tomar desayuno. Al respecto, indicó que no sólo la ingesta total de alimentos, sino también la distribución de ésta a lo largo del día influye en la prevención de la obesidad.
Un mejor reparto del consumo de alimentos a lo largo del día, y una desviación de la ingesta energética hacia el comienzo del día se han asociado con pesos más bajos. Las personas que normalmente consumen un desayuno deficiente o no toman desayuno, desarrollan hábitos incorrectos que se relacionan con un mayor riesgo de obesidad, manifestó la mázima autoridad de la UNICIT.
Santiago de Chile, 8 de marzo 2006
Crónica Digital
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