No hay ninguna razón para impedir que el sistema democrático que tenemos en Chile sea auténticamente representativo de todos los sectores y la solución es muy simple, hay que honrar las palabras empeñadas, enfatizó.
Señaló que durante la campaña electoral «todos los candidatos nos comprometimos a cambiar el sistema y creo que llegó el momento de hacerlo de una vez por todas», indicó la mandataria, quien llamó a sus opositores a no buscar «excusas ni maquillajes».
Bachelet aseguró que le «choca el rechazo de algo que me parece tan básico, cuando estamos hablando de desarrollo humano y el reconocimiento de que todos los chilenos tenemos el mismo valor y la igualdad al momento de ejercer su voto».
«Ninguna razón de conveniencia debiera estar por sobre este principio fundamental, pero aún estamos en deuda con ese principio y por ello tenemos que asumir las transformaciones del país en un clima de respeto, libertad y responsabilidad», agregó.
El sistema electoral chileno -considerado antidemocrático y excluyente- fue impuesto por el ex dictador Augusto Pinochet antes de entregar el gobierno en 1990 para asegurar a los sectores de la derecha que lo apoyaron compartir el poder político desde el Congreso.
Con poco más de un 35 por ciento de votos, los partidos de la Alianza por Chile ostentan casi tanto puestos como la coalición gobernante en ambas cámaras legislativas, mientras la izquierda -con más del siete- no pudo lograr escaños.
Para cambiarlo se requiere -en virtud de la norma- cuatro séptimo de votos, que no podrían lograrse sin el apoyo de la derecha opositora.
Santiago de Chile, 30 de junio 2006
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