Pedro Marín, vocero del sindicato único de la compañía que agrupa a más de dos mil trabajadores, aseguró que hasta ahora no han recibido ninguna carta que acredite una extensión del plazo de las negociaciones, por lo que «no hay diálogo».
El gremio acordó el viernes paralizar sus actividades tras fracasar las negociaciones por reajustes salariales y otros beneficios, pero la empresa apelará la mediación de la Inspección del Trabajo y se posponga por cinco días hábiles el inicio del paro.
Los trabajadores demandan un reajuste del 13 por ciento en los salarios, más un bono de término de conflicto de 16 millones de pesos (poco menos de 30 mil dólares), más regalías y adelantos de gratificaciones.
La empresa, en cambio, está dispuesta a llegar sólo al 1,5 por ciento real por sobre los ajustes cuatrimestrales del Indice de Precios al Consumidor y un bono de dos millones por el término del conflicto (menos de cuatro mil dólares), muy distantes de los reclamos.
El dirigente sindical señaló que los trabajadores no están cerrados al diálogo y sus demandas son «sólo una propuesta, no una imposición».
«Sabemos que hasta las guerras terminan en una mesa, por eso seguiremos abiertos al diálogo, pero si Escondida insiste en tener una negociación sólo para mostrarse ante la opinión pública como empresa responsable, se nos acabará la paciencia», declaró Marín.
De iniciarse el paro el próximo 7 de agosto, la situación se tornaría grave respecto de la producción de cobre a nivel nacional, dado que Escondida produce poco más de 3,5 toneladas diarias, que equivale al 23,5 por ciento del total nacional y cerca del 8,0 mundial.
A la caída de la producción por la huelga se uniría la afectación del 70 por ciento que sufre la mina de Chuquicamata por un derrumbe reciente, por lo que disminución de la producción internacional en juego estaría alrededor del 10 por ciento.
La situación induciría a que los principales yacimientos chilenos tengan que recurrir a reservas para cumplir con compromisos adquiridos, lo que coloca al gobierno en una difícil situación, pues no quisiera la huelga, pero tampoco puede aparecer defendiendo intereses extranjeros.
Las autoridades dieron señales de preocupación cuando el subsecretario del Trabajo, Zarko Luksic -de visita ayer en Antofagasta- se reunió con las dos partes en conflicto.
«Aunque no estamos en una situación crítica, el conflicto sí tiene una dimensión bastante importante, por lo que significa la actividad cuprífera y la empresa minera propiamente tal», explicó Luksic.
El efecto positivo que tendría para Chile es que al haber menos oferta del metal rojo, el valor sube, aunque no se pueden negar los problemas que estas situaciones producen en los mercados mundiales. El precio del cobre cerró el viernes a 3,42 dólares la libra.
Ese sindicato mantiene su postura apoyándose en que la minera ha cuadruplicado sus utilidades en el último tiempo y en que un reajuste salarial resultaría beneficioso para el país.
«Esto vendría a mejorar la mala distribución del ingreso y también contribuiría a aumentar el Producto Nacional Bruto al evitar que las multimillonarias utilidades se vayan a los países ricos», afirmó el vocero sindical.
La Escondida, situada en el norteño desierto de Atacama, a unos 170 kilómetros de la ciudad de Antofagasta, es propiedad de un grupo de los más grandes consorcios extranjeros del sector.
Las mayores acciones, con el 57,5 por ciento del total, las tiene la australiana BHP Billiton.
Santiago de Chile, 31 de julio 2006
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