Con ocasión del 20º aniversario de la Constitución apostólica Spirituali militum curae, promulgada por el Papa Juan Pablo II, el Santo Padre afirmó que el insistente llamamiento a la paz ha influido en la cultura occidental, promoviendo el ideal de que las fuerzas armadas estén al servicio exclusivo de la defensa y de la seguridad y de la libertad de los pueblos. Desgraciadamente, a veces existen otros intereses económicos y políticos fomentados por las tensiones internacionales, que hacen que esta tendencia constructiva halle obstáculos y retrasos, como se percibe claramente por las dificultades que encuentran los procesos de desarme.
Asimismo, explicó que también en el mundo militar la Iglesia está llamada a ser sal, luz y levadura, para que las mentalidades y las estructuras militares se orienten cada vez más plenamente a la construcción de la paz, y dijo que el magisterio de la Iglesia sobre el tema de la paz constituye un aspecto esencial de su doctrina social.
Tras poner de relieve los dos valores fundamentales que resalta el documento: el valor de la persona y el valor de la paz, el Santo Padre señaló que las personas a las que se dirige el Ordinariato siguen siendo fieles de la Iglesia particular en la que viven o del rito al que pertenecen.
Esto supone una exigencia de comunión y de coordinación entre el Ordinariato militar y las demás Iglesias particulares.
Que las personas ocupen el primer lugar significa privilegiar la formación cristiana del militar, acompañándole y también a sus familiares en el camino de la iniciación cristiana, vocacional, de la madurez en la fe y en el testimonio; y al mismo tiempo, favorecer las formas de fraternidad y de comunidad, así como de oración litúrgica, que sean apropiadas al ambiente y a las condiciones de vida de los militares, agregó.
El Santo Padre explicó que para ofrecer a las personas una adecuada atención pastoral y para realizar la misión evangelizadora, los Ordinariatos militares tienen necesidad de presbíteros y diáconos motivados y formados, así como de laicos cristianos que colaboren activa y responsablemente con los pastores.
Refiriéndose al valor de la paz, el Papa dijo que si el Concilio Vaticano II llama ministros de la paz a los militares, con mayor motivo lo son los pastores a los que han sido confiados. Por tanto, exhorto a todos a que los capellanes militares sean auténticos expertos y maestros de lo que enseña y practica la Iglesia en orden a la construcción de la paz en el mundo.
Roma / Agencias
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