El vicepresidente de la República, Luis Castiglioni, repudió al renunciante prelado y lo acusó de «manipulador e hipócrita», mientras llamó a la sociedad civil a movilizarse contra él.
Castiglioni culpa a Lugo de haberse dedicado a la política desde su condición de obispo de la Iglesia Católica.
Asimismo, los empresarios paraguayos recibieron con preocupación la postulación del ex obispo. «Existe temor sobre lo que puede hacer, si llega a la presidencia. La nacionalización es la moda en Latinoamérica y es muy probable que ocurra», expresó el dirigente empresarial Gustavo Volpe, de la Unión Industrial Paraguaya.
El abandono de los hábitos de quien, al cerrar 2006, se ha convertido en el vórtice del escenario político en Paraguay ha generado reacciones encontradas en este país.
Salta a la vista el apoyo de los más desprotegidos y, en las antípodas, el rechazo abierto de una parte del empresariado privado y de la cúpula oficialista.
Al conocer su renuncia a la Iglesia, los partidos opositores le dieron la bienvenida y lo calificaron de figura carismática y con arraigo popular para fortalecer una posible alianza empeñada en acabar con la hegemonía colorada.
Victorino Ortiz, un ciudadano paraguayo entrevistado por la prensa local, afirmó que la decisión del ex líder eclesiástico de dejar el sacerdocio para liderar una concertación nacional opositora «fue el mejor regalo de Navidad y Año Nuevo recibido por el pueblo guaraní».
Asunción, 28 diciembre 2006
Prensa Latina , 0, 33, 11