El etanol, obtenido de la caña de azúcar o del maíz, parece ser en ese caso el principal aspirante para sustituir a la gasolina, un derivado del combustible fósil de especial importancia para el transporte automotor, encarecido por una crisis sin visible solución.
Brasil, con experiencia y tecnología propia, es el país más apto para dirigir la transformación.
El año pasado colocó en el mercado internacional dos mil 100 millones de litros de etanol, con un ingreso de 756 millones de dólares para el gigante sudamericano.
Actualmente los brasileños utilizan etanol para mezclar con la gasolina y el consumo del combustible de origen vegetal tiene un atributo indiscutible: no contamina el ambiente.
Ya la industria brasileña puede abastecer automóviles capaces de consumir sólo etanol o bien tanto éste como la gasolina en motores de doble condición.
El mercado de biocombustibles de Brasil es el más desarrollado del planeta. Una red de 30 mil estaciones de servicio vende etanol destilado de la caña de azúcar, equivalente diariamente a miles de barriles de gasolina.
Siete de cada 10 automóviles nuevos en el Brasil de hoy son vehículos flexibles, es decir, capaces de funcionar con gasolina o etanol, o una mezcla de ambos.
Silas Rondeau, ministro de Minas y Energía de Brasil, declaró a la prensa recientemente que el etanol es el producto inagotable de un pozo, en medio de comunidades rurales a las que ayudaría en su desarrollo y progreso en el siglo XXI.
Economistas y empresarios latinoamericanos fijan su atención en la producción del combustible verde porque la región posee abundantes tierras para cultivar la caña de azúcar y experiencia de siglos en la siembra, cosecha y transporte de la gramínea.
Para algunos empresarios y economistas el asunto se vislumbra como un gran negocio que elevaría el Producto Bruto Interno de la región y la llevaría a un primer plano mundial.
El petróleo, en cambio, requiere de una tecnología compleja y cara, y los multimillonarios monopolios del negocio sienten poco interés en invertir en plataformas y refinerías, cuando los cálculos de existencias le confirman menos de 100 años de vida.
Ganar el máximo con la menor inversión posible. Ese es el principio de cualquier empresa, y el combustible fósil inició ya una etapa de agotamiento progresivo, con un inconveniente incuestionable: pocos países recibieron esa donación de la Naturaleza.
Por eso las transnacionales petroleras están prestando atención a los derivados de la agricultura como futura fuente de desarrollo de nuevos combustibles, con la favorable ventaja de menores riesgos para la inversión.
El etanol, o el biodiesel, provenientes de la caña de azúcar, el maíz, las oleaginosas, o la colza, indistintamente y según la región del planeta, pueden obtenerse sobre todo con tierras suficientes, agricultores y mercados interno y externo.
Estados Unidos obtiene del maíz el jarabe de fructosa, competidor del azúcar de caña en la producción de refrescos y otras bebidas.
El etanol se produce de la fermentación del almidón del maíz y en realidad es una manera de agregar valor a esa gramínea, que en épocas anteriores registró precios muy bajos en el mercado local estadounidense.
Sin embargo, para los norteamericanos el uso del etanol no tiene el significado que adquiere para un automovilista brasileño porque, por el momento, si bien puede ser más barato, también demanda de mayor cantidad de viajes a una estación de servicio.
Existe la opinión de muchos de que en definitiva gastan lo mismo que si usaran gasolina, si se reconocen razones de naturaleza ecológica por una combustión sin daño a la atmósfera, como sí ocurre con los hidrocarburos.
Para los estadounidenses la sustitución de la gasolina, de cualquier modo, es de una magnitud extraordinaria.
Los propios productores de maíz reconocen que la capacidad de llevar etanol al mercado está muy lejos de ser capaz de reemplazar a la gasolina como combustible.
Por eso en el estado de La Florida, su gobernador, hermano del presidente George W. Bush, espera que en un futuro cercano lleguen desde la América Central cantidades suficientes de etanol derivado de la caña de azúcar para potenciar al mercado nacional.
Para los economistas norteamericanos la principal dificultad radica en la producción del etanol, destilado de forma ineficiente, según análisis de las propias entidades comercializadoras.
En materia de costos, el etanol originado en la caña de azúcar, según la experiencia brasileña, cuesta 85 centavos de dólar el galón, (3,785 litros). El obtenido del maíz en Estados Unidos fluctúa entre 1,10 y 1,40, en dependencia de la escala de producción.
Un elemento en favor del maíz en la producción de etanol es que aprovecha 55 por ciento de la energía contenida en los granos, mientras en la caña de azúcar cosechada se captura 33 por ciento.
La celulosa, originada en la agricultura, es otra opción novedosa para fabricar etanol, y ya se disponen inversiones en Estados Unidos y Europa para emprender la producción.
Una reciente opción para sustituir al petróleo es el hidrógeno, aunque es cuestión muy discutida en el mundo científico contemporáneo y acusada de instrumento de propaganda de Washington para aplacar las preocupaciones energéticas en Estados Unidos.
Los científicos siguen dos pistas totalmente diferentes. Una, muy avanzada y en fase de desarrollo, se refiere a las pilas de combustible. La otra, más remota, se refiere a la fusión de núcleos de hidrógeno.
En cualquiera de los dos casos no parece probable que la solución del hidrógeno esté lista antes de 2030 por lo menos, de acuerdo con informaciones de los propios investigadores europeos en declaraciones a la prensa.
Expertos en el tema aducen criterios como la peligrosidad de la producción, su transporte y almacenamiento, argumentos de peso entre los contrincantes del uso de ese elemento químico, a lo que agregan alto costo económico.
El hidrógeno tiene acérrimos enemigos, como el científico y astronauta norteamericano Phil Chapman, quien afirma que no lo concibe en una estación de servicio para abastecer autos, porque eso sería demasiado caro tanto para distribuidores como para consumidores.
Un problema adicional sería la manipulación de hidrógeno licuado, porque el equipamiento resultaría igualmente gravoso, dice Chapman, y requeriría de mucha precaución al manejarlo, por el peligro de explosión.
Entonces, ¿quién será el responsable de sustituir al oro negro cuando las reservas mundiales estén agotadas?
Bien puede ser una combinación de los aspirantes anteriormente mencionados, o uno de ellos como principal fuente de suministro.
Por el momento lleva delantera el etanol en sus opciones de la caña de azúcar o del maíz.
Por: Jaime Porcell Prado. El autor es periodista de la Redacción Económica de Prensa Latina.
La Habana, 19 de mayo 2006
Prensa Latina , 0, 149, 12