Previamente, agentes de los Carabineros acordonaron el sector y provocaron aglomeraciones de vehículos en horario pico, según Radio Bío Bío, la primera en informar sobre el tema.
Según la policía, el artefacto fue colocado en los edificios del Juzgado Civil, en Amunátegui con Agustinas.
Santiago de Chile, 22 de marzo 2007
Crónica Digital , 0, 26, 20
Jue Mar 22 , 2007
Es lo que ha sucedido con el reciente viaje del Presidente George W. Bush por cinco países en los que fue recibido con grandes protestas y manifestaciones en contra de su presencia. En realidad, eso es falso; sí existe una política hacia América Latina, lo único que es absolutamente absurda, rebasada por los acontecimientos y el tiempo desde hace mucho. Salvo en contados momentos de la historia, la región al sur del Río Bravo nunca ha sido una prioridad de la política exterior norteamericana. Era el traspatio seguro, donde los gobiernos norteamericanos podían hacer y deshacer a su antojo. El esquema de dominación de los últimos 60 años –y, desde antes–, los vínculos de dependencia de las oligarquías nacionales latinoamericanas con el imperio, han sido superados por la realidad que ellos mismos crearon y que, tal vez, no entienden. Lo cierto es que en América Latina se han dado muchos cambios en los últimos tiempos, en la medida en que la situación económica y social ha hecho que los pueblos despierten, comprendan cuáles son sus intereses y, en unos países más, en otros menos, ese despertar ha dado origen a nuevos gobiernos nacionalistas, progresistas o francamente de izquierda y socialistas. En otros, como en México, ha sido necesario recurrir al fraude abierto. Al mismo tiempo, la política de la administración de W. Bush es casi la misma que hace 30 ó 40 años. Lo único que ya los golpes de estado no son viables, porque no tienen justificación en la lucha contra el comunismo internacional, ya desaparecido. La guerra contra el terrorismo no da para tanto, aunque –recordemos–, en abril del 2002 hicieron el intento contra el presidente venezolano Hugó Chávez, pero fracasaron. Algo que resulta lastimoso o tragicómico –como más les guste a ustedes– es que los que más se quejan de la política norteamericana hacia América Latina no son los pueblos, que la rechazan, sino las oligarquías aliadas y dependientes del imperio. Son los que más aseguran que no existe una política definida hacia la región. Los que piden ayuda –y la reciben– cuando aparecen gobiernos como los de Hugo Chávez en Venezuela o el de Evo Morales en Bolivia o cuando los pueblos se rebelan contra un orden social injusto. No por gusto las embajadas estadounidenses en las capitales latinoamericanas son consideradas por muchos analistas, parciales e imparciales, como centros de subversión o control de los gobiernos, según el caso. La política de los gobiernos norteamericanos hacia América Latina tiene diferentes aspectos y ha habido continuidad: El Area de Libre Comercio de las Américas (ALCA), los Tratados de Libre Comercio (TLC), a pesar del ejemplo del NAFTA en México, donde 6 millones de campesinos han sido arruinados por la competencia de los productos norteamericanos. Creo que siempre es saludable recordar la frase del exsecretario de Estado, Colin Powell, cuando dijo que Estados Unidos aspiraba a que sus capitales y productos se movieran libremente desde Alaska hasta la Tierra del Fuego. Ese es el objetivo, no otro. Que […]