El enfrentamiento ante las cámaras, tras dos semanas de duras descalificaciones entre ambos, tendrá la misma estructura del último debate presidencial de la primera vuelta cuando participaban cuatro postulantes.
Tras varias dificultades presentadas por el comando oficialista, el abanderado de la Alianza por Chile manifestó su decisión de aceptar cualquier condición, mientras que el jefe Político de Bachelet, Andrés Zaldívar, señaló que no están dispuestos a un «show de box».
De este modo, se impusieron los condicionamientos del equipo de la ex ministra de Defensa, favorables a que se plantearan las mismas preguntas a los dos candidatos, y no flexibilizar el formato, como pretendían la derecha y la Asociación Nacional de Telecomunicaciones.
La posición invariable del comando de Bachelet encontró como respuesta de Piñera la intención de allanarse a cualquier condición «con tal de que haya debate».
«Estamos dispuestos a debatir en cualquier condición que disponga la señora Bachelet. Si quiere que debatamos en su casa, en su casa. Si quiere que las preguntas las conozca ella antes, que las conozca antes», insistió.
El acuerdo se logró tras una serie de contactos entre los jefes de comunicaciones de ambos comandos, Ricardo Solari y Rodrigo Hinzpeter, quienes finalmente se mostraron satisfechos.
Este sería la primera oportunidad para los televidentes de escuchar las propuestas específicas de los candidatos sobre los diversos temas de interés para el país, totalmente ausentes de esta primera parte de la campaña.
Respecto de la propuesta de un foro radial hecha por la Asociación de Radiodifusores de Chile (Archi), Piñera destacó que en el comando de Bachelet «ya rechazó el debate y la propuesta de Anatel».
«Esa es una clara falta de respeto por los ciudadanos, ya que si una persona quiere ser Presidente de la República debe tener un debate abierto franco y directo de cara al país», opinó.
Mientras tanto, la derecha cerró filas en defensa del presidente del Senado Sergio Romero, quien enfrenta una moción de censura de la bancada oficialista por las fuertes acusaciones que emitió contra el presidente Ricardo Lagos.
Piñera aprovechó la coyuntura para acusar nuevamente al mandatario de estar interviniendo en la campaña electoral, y cuestionó su papel al señalar que «él es el Presidente de Chile, no es el rey de nuestro país».
«Cuando el Presidente baja del Olimpo y se transforma en el jefe de una campaña, tiene que estar dispuesto a criticar, pero también a recibir críticas», aseguró Piñera, en consonancia con las palabras de Romero que encendieron la polémica.
El presidente del Senado calificó a Lagos de «guerrillero» y «francotirador», por su decisión de insistir en el proyecto para terminar con el sistema binominal, lo que motivó una fuerte respuesta de La Moneda que lo llamó a ponerse al nivel de su alta investidura.
Por otra parte, el ministro portavoz, Osvaldo Puccio, negó rotundamente la existencia de un instructivo del Ejecutivo para repatriar a algunos embajadores y suspender vacaciones de ministros para que sufraguen en la segunda vuelta presidencial.
«Primero, no hay orden presidencial de ninguna naturaleza, de repatriar a ningún embajador, ni diplomático, porque están todos vivos y segundo porque están activos, tienen que mantenerse en sus lugares de trabajo. No hay ningún instructivo ni nada parecido a eso», afirmó.
Santiago de Chile, 27 de diciembre 2005
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