Los roces comenzaron desde el 23 de enero cuando el coordinador de las actividades de transmisión de mando del presidente Ricardo Lagos, Javier Luis Egaña, dio a conocer la primera reunión de coordinación entre las comisiones entrantes y salientes.
Eso fue suficiente para que la mandataria electa, Michelle Bachelet, abortara el encuentro. La atribución de Egaña -que contrariaba la estricta reserva que ella impone a sus colaboradores- despertó un profundo malestar en la futura gobernante.
La molestia se acentuó porque el director de la secretaria de Comunicaciones y Cultura de Lagos dio a conocer también a la prensa que el entonces embajador en Vietnam, Fernando Ayala, había sido designado por Bachelet como su jefe de protocolo.
El bacheletismo formalizó su molestia ante La Moneda por considerar que el nombramiento no debía haber sido informado por Egaña, pues correspondía a una prerrogativa de la futura mandataria, un principio que para ella es inviolable.
El temprano desencuentro sería el inicio de una serie de roces y diferencias que estarían marcando los preparativos para el 11 de marzo, según indicaron fuentes oficiales citadas hoy por el diario La Tercera.
En Palacio explican que las fricciones van desde menudeces como el «color de las servilletas» a ocupar en las cenas, hasta formalidades, como la ubicación de Lagos y Bachelet en la ceremonia oficial de traspaso de la banda presidencial.
Los recelos han llegado a tal extremo que el entorno bacheletista ha descartado las relaciones con Egaña, entendiéndose directamente con Cancillería o el ministro secretario general de Gobierno, Osvaldo Puccio, se quejan en el Ejecutivo.
El ministro del Exterior designado, Alejandro Foxley, ha sostenido reuniones con el saliente Ignacio Walker, el subsecretario Cristián Barros, además de afinar detalles del traspaso con Puccio, sin tomar en cuenta para nada al funcionario designado por Lagos.
Aunque el entorno de Bachelet niega cualquier antagonismo personal con Egaña, quien ha sido el organizador de los traspasos en los tres gobiernos de la Concertación, los conflictos existen y parecen ir más allá de simples desencuentros.
«El trasfondo de los roces, coinciden fuentes de La Moneda y el bacheletismo, es la soterrada disputa de protagonismo entre Lagos y Bachelet para el 11 de marzo», sostiene el diario.
Cercanos a la próxima gobernante señalan que como una especie de solución salomónica se ha acordado que hasta el traspaso de la banda presidencial el protagonista sea Lagos, pero que una vez que Bachelet asuma su investidura sea ella el centro de la atención.
El aplastante protagonismo del mandatario saliente, que durante la parte final de la campaña electoral llegó a su más alta expresión, fue objeto de fuertes denuncias de la oposición de derecha y causó molestias en el entorno de la entonces candidata.
«Lagos parece no se acostumbra a la idea de dejar el poder», comentó a la agencia de noticias Prensa Latina un cercano colaborador de Bachelet cuando hizo televisar un mensaje de felicitación que transmitió por teléfono cuando ésta resultó electa el pasado 15 de enero.
En el mensaje el gobernante le comunicó que iría personalmente a felicitarla a su residencia al día siguiente y le llevaría una «listita» de tareas pendientes que presuntamente debía asumir cuando ocupara el sillón presidencial.
Por otra parte, su promesa de que gobernará hasta su último día en La Moneda la está cumpliendo al pie de la letra. Mientras Bachelet aparece alejada de la prensa, trabajando en la composición de su gobierno, Lagos recorre el país de norte a sur.
Rodeado de periodistas, participa en actos de despedida, homenajes, fechas históricas, inauguración de obras o cualquier actividad en cualquier apartado rincón del país que pueda tener resonancia en los medios.
Santiago de Chile, 27 de febrero 2006
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