La Jornada Popular de Reflexión Cuba contra el Bloqueo y la Anexión, que se extenderá hasta el próximo 8 de noviembre, tiene como objetivo promover dentro de la sociedad cubana el análisis sobre las consecuencias de esta política para la nación caribeña.
Pérdidas económicas ascendentes a más de 86 mil millones de dólares sufrió la mayor de las Antillas a partir de la aplicación de estas sanciones por parte de Washington, a inicios de los años 60 del pasado siglo.
Mediante conversatorios en centros escolares, laborales y en los barrios, ofrecidos por funcionarios del Ministerio de Relaciones Exteriores, se propicia la reflexión de la población en torno a las medidas que afectan económica, financiera y comercialmente a la Isla.
El canciller cubano, Felipe Pérez Roque, inauguró hace poco más de una semana esas jornadas de debates, donde de modo desenfadado personas de todas las edades y diversos estratos sociales comparten sus impresiones con diplomáticos antillanos.
En respuesta a un nuevo paquete de disposiciones que recrudecen el cerco, la Comisión de Relaciones Internacionales del Parlamento cubano, emitió una declaración que denuncia el carácter hostil e inhumano de ese frustrado intento por asfixiar a la Revolución.
Los universitarios también darán su aporte en ese sentido, luego de la reactivación este miércoles de las denominadas Brigadas Antimperialistas, como vía de involucrar al estudiantado en la lucha contra el bloqueo.
El venidero 8 de noviembre, Cuba presentará ante la Asamblea General de la ONU un proyecto de resolución que demanda la necesidad de poner fin a una política genocida que califica de genocida y con un marcado carácter extraterritorial por afectar a terceros países.
Desde 1992, cuando se lanzó por primera vez la resolución, los delegados a ese foro internacional condenan de manera sistemática las sanciones de Estados Unidos contra Cuba, un sufragio que el pasado año alcanzó una cifra récord de 182 votos.
Además de impedir al gobierno de la Isla adquirir productos de cualquier tipo en territorio estadounidense, las sanciones se extienden a otras esferas como salud, educación, deporte o el intercambio científico.
En el último episodio provocado por esa política punitiva, el niño cubano Raysel Sosa se vio privado de recibir el premio correspondiente a un concurso sobre medio ambiente organizado por Naciones Unidas.
El estímulo, una cámara fotográfica, le fue negado por contar dentro de sus componentes elementos de fabricación norteamericana.
Autoridades de la Isla afirman que a través del bloqueo el estado norteño pretende ahogar por hambre y desesperación al pueblo cubano, en su afán por revertir un proceso revolucionario que durante 47 años se ha desarrollado a 90 millas de sus costas.
La Habana, 13 de octubre 2006
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