El próximo 8 de noviembre, por decimoquinta ocasión, la Asamblea General de esa instancia internacional deberá pronunciarse, como lo hizo en las 14 ocasiones anteriores, contra el asedio que viola leyes internacionales y ocasiona serios daños a la Isla.
Para ello, deberá analizar el informe presentado por el gobierno cubano y el proyecto de resolución titulado â?oNecesidad de poner fin al bloqueo económico, comercial y financiero impuesto por Los Estados Unidos de América contra Cubaâ?.
La historia de esos debates en el seno de la ONU a lo largo de los años es una muestra clara del creciente rechazo de la comunidad internacional a la unilateral medida punitiva basada en el esfuerzo de la única superpotencia mundial para liquidar a la revolución cubana.
El resultado de las votaciones realizadas desde 1995 en ese sentido por el plenario de la ONU lo muestra en forma fehaciente.
En ese año, un total de 117 países condenó el bloqueo y Estados Unidos, además de su voto, apenas pudo conseguir otros dos que defendieran tal ofensiva contra la nación antillana.
Mientras tanto, 15 años después, o sea en el 2005, quienes apoyaron a Cuba sumaron 182 naciones y Washington, a pesar de todos sus esfuerzos, apenas consiguió otras tres delegaciones que le respaldaran en sus planes de guerra.
El informe presentado este año por La Habana subrayó la actitud de la Casa Blanca desoyendo estos reclamos de la ONU, reforzando el entramado de medidas dirigidas a la destrucción de la revolución cubana y arremetiendo contra la libre determinación del país.
Conviene recordar, apunta, que la apetencia y las ansias de dominación de Estados Unidos sobre Cuba tienen su origen desde el surgimiento mismo de la Unión Americana.
Puntualiza también que el gobierno norteamericano aplica cada vez con más rigor el carácter extraterritorial de las leyes del bloqueo, imponiendo severas restricciones al comercio internacional, amenazando y reprimiendo a ciudadanos estadounidenses y de otros países.
Esas sanciones se extienden a personas, instituciones y organizaciones no gubernamentales y más recientemente a entidades religiosas, por propiciar entendimientos culturales o deportivos o apenas viajes de tipo familiar a la Isla.
Otros detalles resaltantes de las acciones anticubanas incluyen la persecución de los activos financieros del estado caribeño en naciones y bancos extranjeros para aplicar, en muchos casos, su confiscación en forma arbitraria.
El bloqueo causa sensibles afectaciones al comercio exterior cubano con la participación directa de oficinas especiales norteamericanas en todos los intentos de frustrar las operaciones realizadas o planificadas por Cuba.
Las afectaciones en los sectores de mayor impacto social como las inversiones destinadas a los sectores de salud y educación son importantes y se llega a impedir la adquisición de medicinas destinadas a salvar vidas de niños y ancianos gravemente enfermos.
Un total de 86 mil millones de dólares es el balance hasta el momento de los daños ocasionados a Cuba por esta campaña auspiciada por los distintos gobiernos estadounidenses en las últimas cuatro décadas.
Sin embargo, la actual administración del presidente George W. Bush se esmera en tratar de cerrar aun más el cerco con nuevas disposiciones del mismo carácter y otras contenidas en un plan recientemente divulgado.
Bush anunció el pasado 10 de julio ese novel programa que lleva su nombre y el cual incluye hasta un anexo secreto denunciado como contentivo de un proyecto de agresión armada directa contra el país.
La población cubana tiene su propia respuesta para las nuevas amenazas y en la antesala de la plenaria de la Asamblea General que tratará nuevamente el asunto desarrolla una intensa Jornada de Reflexión contra el Bloqueo y el terrorismo.
Masivas asambleas populares se llevan a cabo a lo largo y ancho del territorio nacional y en ellas se levanta la voz de vecinos de barrios y municipios para denunciar con fuerza esos nuevos planes de Estados Unidos y el peligro que ellos constituyen para la paz.
Junto a ello siguen expresando la seguridad en el resultado de la votación de este año en la ONU y en el aislamiento de la superpotencia que, a pesar de su descomunal fuerza económica y política, continúa sin poder derrotar a la pequeña islita.
Por: Javier Rodríguez.El autor es periodista de la Redacción Nacional de Prensa Latina.
La Habana, 10 de octubre 2006
Prensa Latina , 0, 96, 7