Durante la homilía de la misa de Resurrección en la Catedral Metropolitana, el prelado afirmó que el país se está tiñendo de rojo con la sangre de inocentes guatemaltecos asesinados cada día.
El religioso criticó a los organismos ejecutivo, legislativo y judicial por «no cumplir con su obligación de brindar seguridad y paz a los ciudadanos».
Según estadísticas oficiales, más de mil 600 personas han muerto de forma violenta en lo que va de 2006 en Guatemala, lo que equivale a una media diaria de 16 víctimas, cifra superior a las 14,6 de 2005.
Gran inquietud y preocupación causa el hecho de que la irrefrenable violencia alcance a todos los sectores sociales, incluidos los niños.
Según datos de la organización Casa Alianza, en lo que va de año han sido asesinados más de 110 niños y adolescentes sólo en esta capital.
Recientemente el Procurador de los Derechos Humanos, Sergio Morales, afirmó que «es una necesidad urgente que las autoridades promuevan acciones para evitar nuevos actos de terror contra los niños y adolescentes».
Desde hace unos seis años hay también un sostenido aumento de los feminicidios y por lo menos 200 mujeres han muerto por esta causa en los primeros tres meses de 2006.
El mismo vicepresidente de la República, Eduardo Stein, reconoció que la inseguridad es el más grande de los problemas de Guatemala y el más difícil de resolver.
Tan grave como el número de víctimas es el alto grado de impunidad reinante, pues la mayor parte de los casos permanecen sin investigar y los culpables escapan casi siempre al castigo.
Quezada Toruño se refirió a este tema por el cual -dijo- «hay tantas lágrimas de rabia y cólera, hay mucho dolor sin mitigar y heridas sin sanar».
Guatemala, 17 abril 2006
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