Varias generaciones se impusieron sobre el alto costo de las entradas, entre 62 y 78 dólares, para agotar desde dos semanas antes los dos conciertos programados en la capital este fin de semana y en Santiago de los Caballeros a inicios de la próxima.
Por tres horas, con un público que, puesto de pie lo hizo regresar dos veces en un clima de complicidad mutua, el maestro como lo llamaron sus amigos de la vieja, pero siempre Nueva Trova, demostró no había estado ausente 14 años.
Aunque transcurrió ese tiempo para que volviera a pisar un escenario dominicano, desde el recordado concierto en el aniversario del Manifiesto de Montecristi, en Quisqueya quedaron atesoradas sus canciones.
Sin ocultar la emoción que ese insólito hecho le producía, en particular luego de tan larga ausencia, Silvio hizo varios dúos con el enorme coro de un teatro repleto donde se unían remembranzas, ideales, amores, frustraciones y nostalgias.
Más de una lágrima quedó furtiva en un pañuelo, y el programa creció de las 20 canciones previstas, ante el pedido del público y la evidente satisfacción del autor de tantas creaciones emblemáticas para la vida de todos los presentes.
«Abril nació como esperanza a 30 y tantos años de Trujillo/ se abrieron bocas que callaban las voces de Santo Domingo/ quedó dormido en sus montañas un ángel fuera del rebaño/ lo despertaron las pestañas que cerraban a Caamaño», cantó Silvio.
Las nuevas estrofas agregadas a la ya clásica Cita con Ángeles provocaron una explosión de júbilo en la sala, que obligó al poeta a repetir después los versos agregados de la autoría de su amigo el trovador dominicano José Antonio Rodríguez.
«Dedico la canción a todos los héroes y mártires de esta jornada histórica del pueblo dominicano», dijo en recordación de la Revolución de Abril, frustrada en 1965 por la invasión de 45 mil marines norteamericanos.
Su esposa, la extraordinaria flautista clásica Niurka Rodríguez, y las maravillosas cuerdas del trío Trovarroco lo acompañaron en casi todo el espectáculo, presentado por sus viejos amigos, Sonia Silvestre, José Antonio Rodríguez y Víctor Víctor.
Faltaron muchas canciones por escuchar, pues no es aventurado decir que los espectadores se sabían hasta las más recientes, pero al filo de la madrugada su coro gigante acogió su «vivo en un país libre» como un emocionado hasta pronto.
Nada falló en el concierto, hasta la pintura todavía fresca de su butaca propició el complot para tender un comentario humorístico con el expectante público que, seguro, no tendrá que esperar otros 14 años para reunirse con uno de sus ídolos.
Santo Domingo, 1 de mayo 2006
Prensa Latina , 0, 74, 9