El presidente quiere mayores precisiones de la aplicación de la Convención de Ginebra sobre el trato a prisioneros de guerra, alegan voceros de la Casa Blanca.
Mientras, los críticos del gobierno entienden que el plan no es más que un intento de legalizar las torturas, práctica que escandalizó al mundo con los hechos de la cárcel de Abu Ghraib.
Recientemente la Corte Suprema de Justicia puso en crisis a la Casa Blanca al descalificar los aparentes fundamentos legales con los que la Agencia Central de Inteligencia (CIA) interrogaba a prisioneros en las cárceles secretas que mantenía en el mundo.
En la semana que concluyó, pese a una ofensiva de Bush, una comisión del Senado rechazó una iniciativa gubernamental para legalizar determinadas técnicas de interrogatorios a los reos.
El máximo tribunal estadounidense plantea que las Convenciones de Ginebra sobre los derechos de los prisioneros de guerra deberían aplicarse a los presuntos terroristas arrestados por la CIA.
Si eso ocurre, hay temor en medios de la agencia de que los interrogadores puedan ser llevados a tribunales por crímenes de guerra perpetrados contra los detenidos.
Con su visita el jueves último al Senado, Bush intentó que la ley fuera modificada de manera urgente para proteger al programa de interrogatorios.
En sus más recientes apariciones ante los micrófonos, el mandatario justificó la importancia de su pedido pues lo considera como una de las formas más importantes para desalentar los ataques contra Estados Unidos.
Esta semana, el general retirado Colin Powell, ex secretario de Estado, indicó en una carta dirigida al senador republicano John McCain que «el mundo está comenzando a poner en duda la base moral de nuestra lucha contra el terrorismo».
En su discurso radial de este sábado Bush mantuvo que «debemos proporcionar a nuestros profesionales de las Fuerzas Armadas y los servicios de inteligencia las herramientas que necesitan para mantener la seguridad en nuestro país».
Se espera que a la ofensiva del gobernante se sumen otras figuras de su gabinete en los próximos días.
El asunto se perfila como un nuevo enfrentamiento entre el Poder Ejecutivo y el Senado, lo que evidencia el alejamiento de muchos republicanos de Bush, cuando las elecciones legislativas están al doblar de la esquina.
Washington, 17 septiembre 2006
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